13 Drabbles. 13 años. 2 años de conocerte Momo-chan!.

Me levante en silencio…no quería molestar a nadie con los estruendentes ladridos de Kalisto a las casi...6 de la mañana, no era lo correcto ni mucho menos me lo parecía, así que con todo y tropezones, logre pasar hasta llegar a mi camisa blanca de algodón, un suspiro de alivio salió de mis ahora un tanto secos labios, asi que los relamí hasta que estuvieron mas cómodos al tacto. Espera, ¿tacto de quien? De nadie por supuesto…o…tal vez de Jill? Ah, no..chorradas…ahora mismo estaba lidiando contra mi propios deseos…y tentaciones. Jill llevaba en su vientre a gemelos no era momento para eso, me di como tres collegas en la frente y después de colocarme los zapatos de satín negro, salí.

Afuera, escuche que claramente no era el único despierto…en primera estaba Alexander-san. Que nunca descansaba, a veces me gustaría ayudarle pero las finanzas y la administración nunca fueron lo mio…y en segunda, era Momo-san…la pequeña mayordoma con la cual nunca tuve contacto, me estire esperando no escuchar a un par de irritantes individuos, sus gritos que no solo eran de peleas y…No, no quería ni pensarlo así que me encamine a mi estudio, gracias a la hospitalidad de los dos Rosseau…era mio, al entrar el instantáneo olor a café de Andorra llegaba a mis narices, los limones deshojandose en un tazón con agua siempre hirviendo. Le de daban el ambiente perfecto a las cuatro paredes, infestadas de mis cuadros, eran diferentes todos entre si, pero tenían mi firma, que era a base de sangre de wendigo…ortodoxo ingrediente para pintura, pero si rojo brillaba casi fluorescente verdoso al anochecer, y así me sentía yo, un inmutable pedazo de oleo reseco. Pero al ser llenado con tantas experiencias empezaron a trazarme, trozarme, desgastarme, amarme y odiarme…no tenia mucho que ver con los wendigos, pero así me gustaba recordarlo.

Corrí con los mismos bajos notares de mis zapatos, abriendo las dos grandes cortinas que al empezar a usarlo fueron blancas, ahora eran los arboles que recorrí en un pasado con mi padre Richard Freud…mi respiración se cargo con un peso muy grande, el sufrimiento me convertía en una lapa que temblaba, pringada al gran ventanal, que dejaba pasar la luz del extenso terreno de arboles, jardines y orquestas de jilgueros.

Mi cabeza giro, causando que mi vista se nublara por mi fleco de color verde lima…reí al fugaz pensamiento del brócoli, me acomode el cabello con los largos dedos y me sacudí los pantalones lisos, mirando las 4 mesas de dibujo que conservaba dentro, cada una utilizaba una posición y estilo diferentes…después del otro lado de la habitación, el pequeño laboratorio de pinturas, con diferentes flores en sustancias que olían muy mal…reí rascando mi cabello, garantizando que todo estaba en su orden, era mi secreto sueño convertido en realidad; sin embargo, me preguntaba como era posible que me faltara un oleo de los tres potros de pintura en set de banco, un alarido de sorpresa desgastada salió de mis nuevamente secos labios.

Corrí, buscando entre los armarios grandes, al culpable de la fechoría de los actos, mi nerviosismo paso rápidamente a mis venas, pasos e incluso el rastro, Roxte tal vez? Ewan?, no se me ocurría nadie mas que se metiera con mis oleos…-Vale! Esto no es divertido-susurre bajito, muy bajito y con vergüenza en español, la habitación, se abría y cerraba en colores de la primavera que se acercaba.
“Quiero mi oleo” pensé a regañadientes…era uno de los mejores y el próximo regalo de cumpleaños para Rima se lo debía a Monserrat, ella era la única que sacaba mi pesimismo en los peores momentos pero la quería.

Observe el techo y el nerviosismo, la depresión, el miedo, el enojo y la desesperación se esfumaron. Todo con observar el mural del techo…era algo que me motivaba y lo peor de todo, lo había recreado de mi padre, cuando aun estaba en los campos de la maravillosa pero militar Andorra, los establos…las sopas, extrañaba todo eso, pero amaba mi vida aquí, el lujo era lo de menos...el echo de que tuviera una musa, un hijo…me causaban la piel de gallina.

Me tire al suelo, mordiendo mi labio y rodando levemente, abrazándome como si fuera una colegiala, recordaba los entrenamientos, la suerte, la maravilla y Joder! El gallego, la maravilla de un idioma tan absurdo que me describía cuando lo escuchabas de los encantadores vagos e indigentes, la tristeza incluso era algo hermoso en aquellos tonos de voces, de violines, trompetas y clarinetes.

Levantándome de golpe, abrí la puerta completamente lleno de manchas de pintura, una pequeña chica se me acerco, era Shopie…eso me saco algo de ternura, pero su rostro y movimientos inclinaron la orden de que me agachara, obedecí sin preámbulos hasta que sentí muchas pequeñas flores adornar de rojo y violeta mi cabello.

-Lo lamento - fue un susurro, entonces desapareció con una tonta risilla, de esas que indican que ella se había robado mi oleo. Solté un bufido, recreado para todo un propósito, mi nerviosismo volvió a escuchar los retundentes ladridos de Kalisto, 8:30, el día apenas comenzaba.

5:00 pm. Cueva de los 12 demonios...o algo por el estilo. 5 de Mayo!.

Este era un día muy especial para la mayoría de los mas pequeños del refugio..bailaban, gritaban, cometían mas travesuras de lo normal y se divertían sin remedio...era lo maravilloso del antiguo día de los niños, aunque los grandes claro...dejaban poco a poco esa tradición.

Claro ejemplo era Peter o Gosth, que ahora se la pasaban molestando a las niñas mas que antes..o incluso después de que Sahra tuviera que alejarse...por que la chica si tenia una familia y...Joder! ella si se merecía toda aquella felicidad.

Pero Hime no, ella odiaba a la familia de padre con toda su alma, y a las madres les guardaba la pasión y ternura mas inmediata que uno podría esconder...así, que esos días ella no hacia nada.
Bueno no, bueno, si, no era nada pero no se ponía a satisfacer los caprichos de los demás pequeños, por que había pasado un gran año..un año demasiado impresionante para su cola de corazón. Se declaro a Thunder! Y y y...el le había querido de vuelta..vale, se había tardado..y..tal vez Skull tendría un poquito tito de razón de que era un idiota que no se daba cuenta ni de lo que tenia enfrente de la cara...pero así le quería, le..le...amaba...poquito...solo..un poquito.

-Eh! Alienigena!- algo la saco de sus pensamientos, un mosco machorro de mas de un metro cincuenta, de cabello negro y ojos tan grises como el cielo nublado de hoy, bufo Hime sin voltearle a ver, indignada por que le habían llamado alienigena, que a ella le estuviera creciendo el....eso...como..No era su culpa! Era culpa de las tontas hormonas!

-Ehhh...Hime,...vamos, sabes que no puedes ignorarme- agrego Skull, con toda su fachurra de machorra, le abrazo por detrás y prácticamente le rió en el oído, picara y según ella pícaro... todavía tenia pesadillas cuando se entero de que le estaba lanzando los perros una niña!

-Dejame, machorra!- dijo en rabieta Hime, encogiéndose sobre ella misma, aunque fuera nublado el calor lo suficiente fuerte para que ella estuviera descalza y usara un vestido azul, vio a Skull, que andaba como siempre, un cowboy emo?

-Quiero hacer algo para los pequeños, tu sabes-reclamo tal vez, rascando su nuca, y esperando que ella negara rotundamente, Hime torció la sonrisa (OH oh..malas noticias y malas intenciones en ella, era el foco para Skull, CORRE CALACA FLACA) o eso pensó antes de poder forcejear contra la loca y la cola de Hime que le apresuraban, cualquiera que fuera la idea...era Maligna con M de Mala.


Los niños reían, emocionados por la escena de teatro "oriental" que habían observado...la niña flor, que se hizo amiga de la niña pajarito azul, se quedaron estáticas para el final de la gran sonrisa y esperanza; la misma obra les había causado gracia...Hime y Skull cuando se volvían cómplices, lograban cosas grandes incluyendo sonrisas. Por algo y mucho más eran Amigas, mejores amigas..aunque negaran que se querían, y se necesitaban. (Aunque, claro, Hime fingió que aquella chica de kimono rojo, era una aventurera que decidió ayudar y que nunca mas las verían después de eso, a excepción de Vex, que de seguro ya les había descubierto todo el cuento.

Después de todo...¿Quienes eran las que ordenaban el desastre de los niños cada 5 segundos?.

La pequeña de ojos morados, se tropezaba con todo lo que estaba desordenado, no entendía como es que tantos libros estuvieran tirados en medio de la nada, en medio del pasillo, en medio del pastel!. La pequeña de cabellos azabaches, no se detuvo; escalo la montaña de libros rasgando un poco sus pantalones de mocasín, todo un conjunto de un minie caballero con los cabellos hasta la espalda baja y lisos, ella soltó una risilla, dando vueltas en la cima de la montaña, ¡así! señoras y señores, es como se siente una mariposa al haber nacido, no siente miedo de lo que tiene detrás o delante.

La chiquita de 4 años, se cae, tropieza y precipita al suelo directo con sus manitas, fingiendo ser un trenecito, el tren mas pequeño del mundo mas bien..y...con piernitas temblorosas, en vez de humo...de sus ojos salían pequeñas lagrimas de rabia unido al coraje, se había caído la pequeña caballero.

Y de la nada, un hombre de ropas victorianas mas a la moda...se le acerco, curioso por tantas reacciones una sola, dolor, enojo pero sobretodo un mohin de ternura, el joven de cabellos azules y algo trenzados, la cargo, dando vueltas aleatorias, pateando libros hasta que la chiquita manoteo, alegre al fin, olvidando su fugaz caída.

-Oh! Mi Alice querida! Con tus mejillas tan tersas como las de un dulce de Japón!- desvarió el hombre, dando vueltas con Alice, aferrado a su cuello, pronto ella se sintió como en los cuentos de Alicia en el subterráneo...que le regalaba su querido amigote de Lewis C. un amigo zafado de su tío, y su tío era el bendito sombrerero.

-Tido! Tido! Tio Fededi! Hamde!- balbuceo la pequeña, llamando a su Tio Frederick, por que el estomago le rugió instantáneamente, pues claro, Alice no había desayunado mas que duraznos esa mañana y tuvieron que bañarla por que termino toda empalagosa.

El tío ni respondió, corrió/voló/salto/troto, etcétera etcétera, hasta la cocina como un conejo blanco[Estaba fallando su guion de sombrerero a todo vapor]. al llegar a la cocina, se apresuro a sacar cosas extrañas de madera y una masa blanca empezó a ser aplastada, toda una masacre para la pobre masa!

Pero para la sorpresa de casi ambos, la masa blanca al ser vertida en un platito de porcelana, era un circulito, un bollito blanco, que la niña tomo sin mas problemas en sus manos y lo zambullo en su gargantita, era elástico como una goma de mascar, pero sabia a pan, era el mejor pan del mundo!
Pataleo un zig zag, en los hombros de su tío que había logrado tal hazaña, sin soltar a la pequeñita Alice de sus hombros, como si fuera el caballo de troya...pero...loco, y..sombrerero...transmutado a conejo, ¿vale?