Historia Inconclusa (NatsumexLen)

-Ya veo... Y tiene razón. Aún sigue siendo impresionante. -Sonriendo débilmente, siguiéndolo escaleras arriba, en silencio-

Subía aquellos grandes escalones con la cabeza gacha y la mirada puesta en mis pies. Yo era una chica muy... "silenciosa", podría decir. Esa había sido mi naturaleza desde hacía mucho tiempo. Volviendo a recalcar, no estaba muy... no, mejor dicho, no estaba NADA acostumbrada a las conversaciones... Mi vida siempre había sido puro silencio.
 Seguía a aquel mayordomo a unos pasos detrás de él. ¿Acaso lo hacía por respeto? Verdaderamente no lo sabía. Estaba tan encerrada en mi silencio que no prestaba atención a mi camino, con lo cual me tropecé torpemente con uno de esos grandes escalones...

-No necesito disculparlo. En todo caso la que tiene la culpa soy yo por no haberme fijado por dónde iba. -Aún con la mirada en el suelo y ruborizándome ligeramente, dando unos pasos hacia atrás- Discúlpeme. Cuando me encierro en mis propias cavilaciones o... como siempre ha sido, en mi silencio, me vuelvo una persona muy distraída... -Desviando mi mirada a un costado, permaneciendo con la cabeza gacha-

Siendo sincera, no pensé que aquel chico fuese capaz de ayudarme de aquella forma. Sé que era mayordomo pero... aún así no lo esperaba. Cuando él me sujetó, extrañamente sentí como si una especie de calor me recorriera el cuerpo de arriba abajo, y mi corazón comenzaba a latir con un poco de velocidad , dándome un pequeño escalofrío. Traté de calmar un poco mis nervios, de tranquilizarme a mí misma, pero me era imposible. No podía hacerlo estando a su lado y viceversa... Sólo lo disimulaba lo mejor que podía.

-Por cierto, le... agradezco mucho el haberme ayudado. Aunque yo perfectamente hubiera podido levantarme por mi cuenta. -Le decía, aún con el rostro en el mismo sitio, sin mirarlo. No porque no quisiera, sino porque simplemente... esa era mi costumbre-

-"¡¿P-Pero qué está...?!" -Pensé, sorprendiéndome de sobremanera y sonrojándome levemente. Dí un paso hacia atrás-

Al sentirlo besarme, al mismo tiempo sentí una sensación cálida sobre mis labios. Por alguna extraña razón, no puedo evitar decir que... me gustaba. Era la sensación más... linda y agradable de la que nunca me había percatado. Mi respiración se aceleró un poco, mientras mi corazón empezaba a latir con más velocidad que antes, como si se me fuera a saltar del pecho...
Se lo correspondí de la misma manera. Pero... ese momento sólo duró unos minutos: reaccioné y sin pensarlo dos veces le di una bofeteada en la mejilla con mi mano izquierda. Había recordado mi intolerancia a que las otras personas me tocaran o, en este caso, que me besaran...

-Espero no vuelva a hacer una cosa así, lord Len... -Le contesté fríamente, retrocediendo más hacia atrás y bajando nuevamente la mirada al suelo. Estando en aquella posición de intolerancia, en algunas ocasiones me volvía una persona fría y brusca sin consentimiento ni compasión por nadie. Ni siquiera iba a hacerlo por aquel mayordomo-

Simplemente lo seguí sin pronunciar ni una palabra. Completamente en silencio, hasta que me limité a insinuarle mientras caminaba a unos pasos detrás de él, sin mirarlo:

-No creí que tuvieran todo preparado desde el principio, lord Len. -Dije con el mismo tono frío de antes-

Por alguna extraña razón, mientras caminaba por aquel corredor y a pesar de estar en esa posición de frialdad, algo me decía que... no tenía que haber actuado de esa manera con el joven mayordomo. Lo sabía pero... no podía evitar comportarme así. Mi infancia había sido muy mala y debido a eso, es que no podía permitir que nadie me tocara...
Así que luego de recapacitar un poco y el haberme arrepentido severamente de mi actitud hacia aquel chico, ya tenía en claro lo que tenía que hacer.

-Cuando estemos en la que va a ser mi habitación, lord Len,... quisiera... decirle algo. -Dije con mi voz de siempre. Había vuelto a ser la chica de antes-

Sinceramente me sentía... mal por haberlo abofeteado así. Realmente no quise hacerlo pero mis reacciones fueron más rápidas que mis pensamientos y no pude evitarlo. Maldito el día en el que mis padres me hicieron comportarme de esta forma con los demás...

-¡Aguarde!... -Exclamé, aproximándome a él por detrás y sujetándolo de la muñeca para que se detuviera. Aún me negaba a levantar la mirada-

No podía esperar a que llegáramos a la habitación. Tenía que decírselo de una vez...

-Espere un... momento por favor, lord Len.

-Verá usted, yo... -Presionando ligera y suavemente su muñeca sin darme cuenta, ruborizándome ligeramente y bajando un poco más el rostro- ... quisiera disculparme con usted por... haberlo tratado así hace un momento. -Desviando lentamente mi mirada a un costado- No es que hubiera sido mi intención lastimarlo ni mucho menos. Es sólo que...

No quería seguir. No podía. Sus agresiones habían sido tan constantes que... hubieron cambiado mi personalidad por completo. En eso, sin que fuera capaz de poder resistir las emociones de mi mente respecto a aquello, unas lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas...

-No... no es nada, no se preocupe. -Le decía, soltando su muñeca y separándome unos centímetros de él, aún sin querer mirarlo a los ojos- Sólo... es...

No... no podía ni quería decirle nada de eso por ahora. Nada de... sus agresiones, sus castigos, sus reglas... nada.

-... nada. No es nada. Sólo son tonterías. -Pasándome las manos por los ojos, secándome las lágrimas-

Hubiera querido apartarlo de un empujón. Pero en vista de lo que acababa de sentir tanto en mi corazón como en mi cabeza, me había vuelto más sensible de lo normal. Siempre me ocurría por cada vez que pensaba en mi pasado, el cual me hubo traumatizado de por vida...
 Cuando mi mente era acorralada por esos recuerdos, haciéndome derramar lágrimas y pensar en locuras como la muerte o el suicidio, necesitaba desesperadamente el cariño de cualquier persona, fuera quien fuera...
 Fue por eso que no hice nada para alejar a lord Len de mí. De alguna forma... me agradaba sentir su calidez, cosa que no esperaba hallar en ninguna persona. Así que luego de haberme sorprendido y ruborizado levemente, sólo lo dejé abrazarme sin decir nada ni levantar la mirada, mientras que nuevas lágrimas comenzaron a rozar mis mejillas, y mi corazón a latir rápidamente...

-Le pido... que le reste importancia por favor. -Le dije separándome de él, luego de unos momentos. No podía ni quería involucrar a nadie más en mis problemas, y menos al joven mayordomo- No quiero involucrarlo en mis pensamientos tontos y abusrdos. Sólo... déjelo así. No se preocupe. -Alejándome unos pasos de él nuevamente aún con la vista al suelo, dejando que las lágrimas siguieran corriendo por mis mejillas-

Realmente no hubiera querido pensar en aquellas "tonterías", pero no pude evitarlo. Esos recuerdos eran más fuertes y profundos que mi fuerza de voluntad...

-Nada. No puede hacer nada contra eso, lord Len. -Le dije, aún sin verlo al rostro y zafando mi mano suavemente de la suya- Nadie puede hacer nada. Es más no quiero que intenten hacer algo. No serivirá de nada, además por no querer lastimar a nadie...

Pasé por su lado izquierdo, quedando nuevamente a unos centímetros lejos de él. Cuando me encontraba en ese estado, no quería que nadie se me acercara. Me volteé hacia su persona sin siquiera mirarlo...

-¿Seguimos, por favor? -Sin hacer algo para que aquellas lágrimas dejaran de deslizarse por mi rostro. Mis manos temblaban ligeramente, pero no me importaba. Ya tendría bastante tiempo en mi habitación para lamentarme por haber existido-

-No, está bien. No se preocupe por nada. Sólo... será algo temporal. -Secándome las lágrimas con mi mano izquierda, alejándome de él-

Trataba de persuadirlo para que me dejara tranquila, hablándole de la forma más calmada posible. Me estaba empezando a enojar y a molestar la insistencia de aquel chico, pero debía controlar mis palabras ya que no quería faltarle el respeto.
Estando así, mi límite de paciencia era bastante reducido y mi carácter cambiaba por completo, lo que implicaba el no medir mis palabras cuando las decía, sin importarme faltarle el respeto y/o herir los sentimientos de las personas o no. Sólo... lo quería lejos de mí. Suspiré levemente tratando de reprimir aquellas sensaciones...

-Sigamos, por favor... -Aún sin querer tenerlo cerca ni mirarlo directamente. Estaba empezando a sentirme incómoda. Sólo quería llegar a la que sería mi habitación y estar sola-

Sólo me limité a asentir lentamente con la cabeza. Esos espantosos pensamientos aún seguían rondando por mi mente, torturándome en silencio. Trataba de estar tranquila, de no... descontrolarme. Pero estos recuerdos siempre me vencían. Caminé un par de pasos hasta estar dentro de la habitación. Me volteé completamente hacia el joven mayordomo, aún sin siquiera levantar la mirada para dirigirme a él:

-Le... agradezco que se haya tomado la molestia de acompañarme hasta aquí.-Le dije sin mirarlo, colocando mis manos lenta y suavemente en la puerta, para cerrarla una vez que el chico decidiera retirarse-

En ese momento, el tono de mi voz se tornó... un poco frío, además de triste. Mi mirada, estaba inexpresiva aunque también reflejaba tristeza. Yo sólo quería estar sola, perderme en mis propios pensamientos y lamentarme en silencio. En otras palabras, estaba haciendo un gran esfuerzo para no quebrarme allí mismo...

-¿Se le ofrece alguna otra cosa?

Cerré lentamente la puerta de la habitación, recostándome de espaldas por ella, mientras las lágrimas volvían a correr por mis mejillas...

-¿Por qué?... -Sollozando ligeramente, deslizando mi cuerpo hacia abajo hasta quedar sentada en el suelo, cubriéndome a la vez el rostro con las manos- ¿Por qué?...

Mi mente estaba siendo abordada por aquellos recuerdos secundados por imágenes, y ésos iban de mal en peor: las bofetadas, críticas y regaños de mis padres, sus... constantes castigos.

-¿Qué fue... lo que hice para que... fueran así conmigo? ¿Acaso...? -Sollozando un poco más mientras me abrazaba las piernas y ocultaba mi rostro entre ellas-

No podía evitar hacerme la idea o el pensamiento de que... si yo no hubiera nacido, todos habrían estado más felices...