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| =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics | |
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+2Pandora Michaelis Miss Phantomhive 6 participantes | Autor | Mensaje |
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Miss Phantomhive Demonio
Cantidad de envíos : 16188 Edad : 29 Localización : en la mansión con Sebastian Fecha de inscripción : 09/07/2011
| Tema: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 15, 2013 2:50 am | |
| Hola aquí vengo a abrir el tema de Fan Fics Kuroshitsuji.
Chicas ya están inscritas son: Hana Midori no subió ): pero se agradece <3 Pandora Michaelis Angie Evangeline Miss Phantomhive
Si se quieren unir alguien mas con los brazos abiertos les recibiré.
EDITO: tendran hasta el 28 de Julio para subir trabajos y del 29 al 5 de Agosto habra Votaciones :3
Última edición por Miss Phantomhive el Mar Jul 30, 2013 6:50 pm, editado 2 veces | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Jue Jul 18, 2013 9:21 pm | |
| ¡Buenas! Aquí traigo mi One-shot de la sección Kuroshitsuji general... es una historia de William x Nina... ¿x Grell? xDDD Contiene leves insinuaciones de Grelliam (no oficiales xD), de GrellxMadame Red (TTwTT) y uno pequeño de CielxLizzy al final xDD Podría considerarse una especie de continuación de otro one-shot de WillNa, que subí aquí en el foro hace tiempo jeje Espero les guste jeje y que más gente se una al concurso, ¡mucha suerte a los demás participantes! - [ONE-SHOT] Aunque dos son compañía... ¡Tres son Grell-titud!:
Todo iba de maravilla esa semana en el departamento Shinigami. La cacería o recolecta de almas había estado normal, sin ninguna causa de muertes inusuales, o cosas por el estilo. Eso significaba una sola cosa… ¡NADA DE HORAS EXTRA~! ¡YUJU~! Algo que había puesto muy pensativo a William… sobretodo porque él (por orden de su superior, el "Padre" Lawrence) se encontraba en ese momento de "vacaciones", por así decirlo. No había papeleo que hacer, ni Ronald's o Grell's que regañar, u horas extras que cumplir por causa de los dos nombrados. Podía disfrutar de sus "mini-vacaciones" en paz, descansar, salir y tomar aire fresco al mundo humano… en vez de tener que segar la vida de una persona moribunda. Aún tenía una semana para disfrutar sus vacaciones, por lo que el cegador oscuro se había puesto a pensar seriamente en visitar a cierta humana y modista, llamada Nina Hopkins, la cual… aunque cualquiera se negara a admitirlo… le había hecho sentir la calidez del amor al Spears. Pero francamente, había ido a visitarla con frecuencia a su hogar en el mundo humano… siempre que podía, se pasaba un rato por la dirección «412 de la calle Baker», donde su amada vivía acompañada de su "inquilino", Arthur Baker, también llamado el "Señor conocedor de las palabras" por ser escritor a medio tiempo. William debía defender al pequeño médico-escritor, ya que éste era "torturado" frecuentemente por su "patrona", al querer hacerlo sonrojar con comentarios malpensantes acerca de la relación que ella y el Spears mantenían. Pero honestamente (como diría el buen Will~) la relación entre ellos era muy "sana", William nunca se propasaba con Nina… aunque viceversa a veces era un poco diferente, la Hopkins era conocida por su gran mente pervertida, pero ninguno había dado "ese" gran paso todavía. Ni Will ni Nina sentían que era el momento, pero… habían acordado tener citas, para profundizar su relación… o mejor dicho: Nina le había IMPUESTO a Will tener citas, él ni se había negado ni aceptado totalmente, pero al final… accedió a ello en su propia voluntad, ya que el período de tiempo de vacaciones del Shinigami era ideal para eso. Por lo que ahora, dirigiéndonos al mundo Shinigami, más específicamente a la residencia del Spears y siendo de noche… el cegador oscuro, por primera vez en mucho tiempo, se encontraba nervioso. Yacía acostado sobre la cama, se había retirado tanto su chalequillo negro (junto a sus guantes) como su camisa blanca, quedando solo en pantalones y con su (bien formado y blanquito~) pecho descubierto. La razón de que estuviera en esos paños menores, se debía a que los nervios le provocaban de todo, incluso calor y sudor involuntarios. Eso se calmó un poco, al estar solo con el pantalón… pero los nervios prevalecían estrujando su pecho. Suspiró pesadamente, tratando de calmar los nervios en su interior y que a duras penas no se reflejaban en su rostro, pero sí en su mirada verdosa-amarillenta. —De acuerdo, William, cálmate… —se decía a sí mismo el pobre Shinigami peli-negro, apretando el puente de su nariz con una de sus manos—. Si puedes lidiar con los constantes acosos de Sutcliff, así como pudiste competir con una de esas "alimañas", durante la misión en aquél circo… ¡Claro que puedes sobrellevar el tener una cita con Nina Hopkins! . . . ¡Diablos!
¡Si tan solo el hacerlo fuera tan fácil como el decirlo! . . . Tuvo que volver a suspirar, en lo que rodaba hasta quedar acostado de lado en la cama, centrando su mirada sobrenatural sobre la ventana cristalina y que se encontraba opacada, a causa del frío de la lluvia que caía en ese momento. Puede que sonara raro… pero la lluvia lo ayudaba a calmarse, a sentirse relajado… ayudó a que sus nervios se fueran, al menos por esa noche. No tenía sentido que se angustiara tanto, solo era una cita con (la modista más pervertida y loca del planeta) Nina, nada fuera de lo ordinario… sí, podía lidiar con ello si iba relajado y dispuesto, pero… antes necesitaría dormir apropiadamente. Tras retirar sus anteojos de su rostro, depositándolos en la mesita de noche junto a la cama, cerró sus ojos y se hundió en los brazos de Morfeo… Pero… algo que el Spears no sabía, era que cierta humana modista estaba tan (o incluso más) nerviosa que él, sobre la cita que tendrían al día siguiente. Por lo que ahora dirigiéndonos al mundo humano, en la residencia de Nina ubicada en Londres, más específicamente en el «412 de la calle Baker»… la modista de cabellos-ojos achocolatados caminaba de allá para acá, y de acá para acullá. Se encontraba vistiendo únicamente un camisón blanco (que le llegaba hasta el muslo) algo ceñido al cuerpo, unos pantaloncillos negros (ocultos bajo el camisón y dejando al descubierto sus piernas tersas), también iba descalza… —Ok, Nina… tú puedes con esto… ni que fuese tan difícil tener una cita con un estirado, serio y frío hombre de negocios… —se repetía a sí misma la mujer, para calmar sus propios nervios, en lo que detuvo su andadera y regresada constante. Golpeando un puño con su diestra, exclamó—. Si pudiste confeccionarle un vestido rosa al Shota conde Phantomhive… ¡Puedes tener una cita con Willy Strippy! . . . Solo había un inconveniente…
Si ella misma le había "propuesto" a William tener una cita… ¡¿Por qué diablos estaba tan dudosa ahora!? . . . Soltó un largo suspiro, alzándose de hombros y dejándose caer de bruces sobre la cama. No tenía de otra ahora más que descansar, ya lidiaría con eso mañana. Viendo el lado positivo, quizás podría sacar ese lado "Kissy" de Willy durante la cita… no pudo evitar sonrojarse levemente, al recordar aquella vez en que se re-encontraron y (luego de un curioso episodio en que conoció a los subordinados del peli-negro, así como de estos presentar épicas mal-interpretaciones) cuando el Spears le robó aquél beso tan apasionado y necesitado… aunque ciertamente, ella lo había disfrutado también. Sonriendo de forma animada, por tener esa idea en mente, la modista depositó sus anteojos en la mesita de noche, logrando recobrar el sueño y caer profundamente dormida. Mientras que estos dos dormían, alguien más estaba igual o incluso más trasnochado que ellos. Y ese alguien era… tururururururú: ¡Grell “muerto de celos” Sutcliff! La pobre parca carmesí se hallaba en su casa, rodando de acá para allá encima de su cama, cuyas sábanas eran del color de su cabello, mordiendo y clavando sus dientes de tiburón sobre la indefensa almohada de color blanco, (para armonizar con las sábanas)… aún traía puestas sus ropas de la mañana. ¿La razón? Pues estaba tan perdido en sus "problemas existenciales-amorosos", que ni se retiró el abrigo rojo de su difunta amante: Madame Red. . . . Ah… su amada Angelina Durless… más conocida por el apodo de Madame Red.
Como se arrepentía de haberla matado con su Death Scythe, todo producto de unos malditos y ciegos celos, al ella haberse negado a matar a su sobrino: el "mocoso" conde Phantomhive. Desde ese día maldecía internamente el haber sido siempre tan impulsivo, quizás si tuviese más control de sus acciones y de sí mismo… habría evitado matar a la Madame. Ella había sido la primera mujer, o mejor dicho: la primera persona que llegó a entenderlo en verdad, ya que ambos compartían el pesar de no poder tener hijos, él por ser un hombre y ella por haber sufrido un accidente, volviéndose infértil como consecuencia. También compartían un gusto casi obsesivo por el color rojo, ya fuera por tener sus cabellos y ropajes de tal color… o por sentirse extasiados al manchar de la sangre carmesí, cada vez que habían asesinado a una prostituta… una de esas desgraciadas que mandaban a abortar a los hijos bastardos que esperaban, a sus bebés… lo que Grell y Madame Red tanto deseaban, ellas los desechaban como basura. Grell se había identificado con ella, a raíz de todos esos aspectos. Pero algo que debía aceptar, es que no solo se había atraído de ella por verla asesinar de forma tan fría a aquella prostituta… quizás fue por sus ojos carmesíes, su cabello color fuego… sus finos labios adornados de carmín… pero algo de la misma Angelina había provocado que Grell… se enamorara de ella, se atrajera por ella más que por una simple amante. Incluso por eso, luego de matarla (y de arrepentirse cada día de ello) le había retirado aquél abrigo escarlata que siempre usó Angelina, articulando la excusa de que: «Una mujer tan simple no merecía usar tal color»… pero le dolió en lo profundo de su inmortal alma (y sobre todo en el corazón) pronunciar esas palabras… ya que NADIE más que Madame Red (ni siquiera él mismo) merecía usar tal color, con total orgullo y representarlo mejor que cualquier otra persona; ella NO fue una simple mujer… en lo más mínimo. La verdadera razón de que Grell se llevara tal abrigo, era para tener aunque sea un recuerdo de su "amada carmesí", cargar con el dolor de matarla también, pero no podía des-aferrarse de esa prenda… era lo único que le quedaba de ella. Una pequeña lágrima resbaló por su mejilla, a lo que la parca la enjugó con una de sus manos—. Diablos, Madame, ¿por qué siempre que te recuerdo… lloro con tanta amargura? —Susurró interrogantemente para sí mismo, pero sacudió su cabeza, tratando de apartar esa tristeza de su ser—. ¡Aaaaaaagh! ¡Como quisiera que estuvieses aquí para consolarme, ahora que Will tiene a alguien más! —Se sonó la nariz con un pañuelo (que sabrá Dios cuándo y de dónde sacó), en lo que soltaba la almohada (ya rasgada por tantas mordidas recibidas) para pasar a aferrarse a aquél "peluchito" de mayordomo negro, cuyos ojos-de-botones eran rojos—. ¡Ay, Chibi-Sebas-chan! ¡Todos me dejan solo, y eso me pone demasiado triste! —Lloriqueó ahora de forma infantil, en un puchero—. Incluso tú no puedes venir a consolarme, por estar cuidando de ese mocoso conde… El peluchito de apodo Chibi-Sebas-chan solo estaba allí… "viéndolo" con sus cosidos botones/ojos y "escuchándolo" atentamente, como espectador silente, fiel consejero y buen compañero. Grell le miraba de la misma atenta manera, esbozó una sonrisa ligera y aferró al lindo mayordomo de peluche a su pecho. Ah~ Ese chiquitín sabía cómo escucharlo y (sin hacerlo directamente) consolarlo… el Sutcliff solo necesitaba a alguien que escuchara sus penas, para así sacarse el peso de ellas de encima y poder lidiarlas con más calma… a lo que una idea llegó a su mente. — ¡ESO ES~! —Exclamó él, muy emocionado y poniéndose de pie sobre su cama, con todo y tacones (que no se había quitado, por cierto)—. ¡Tienes razón, Chibi-Sebas-chan! ¡Eso es justo lo que debo hacer! Aunque perdí la batalla contra la modista, que casi se lo violó… ¡Todavía puedo conocer a mi rival y saber cómo es que se ganó el corazón de Will~! Ya sabes lo que dicen… —le dio un besito en la frente al peluche, añadiendo con su dentadura de tiburón totalmente a la vista, en la sonrisa que esbozó—. Si no puedes con tu enemigo… ¡HAZTE SU AMIGO, DEATH~!Con esa idea en mente, la parca roja se dejó caer en su cama, abrazándose más a su "mayordomo de peluche" y arropándose con sus escarlatas sábanas. La sonrisita de tiburón que adornaba su rostro denotaba… muchas locuras para el día siguiente, con las cuales cierto Shinigami peli-negro debería lidiar… por lo que deberíamos pensar en… ¡Que el cielo amparara a Willy~! o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o Al día siguiente… en determinada zona de la ciudad de Londres… William había madrugado un poco, aunque no es que necesitara dormir la misma cantidad de tiempo que un humano. Se había dirigido antes que nada al punto de encuentro acordado el otro día con la Hopkins, para pedirle a un servicial camarero que reservara una mesa, ya que aún tenía suficiente tiempo antes de encontrarse con Nina… y decidió aprovecharlo para buscarle un regalito, si tendrían una relación seria… William no quería que ésta fuera tan rígida como su carácter, si bien era alguien frío… sentía que poco a poco el amor cambiaría eso, pero mientras… lo expresaría dándole presentes pequeños (pero muy románticos) a Nina. — «Veamos… ya que apenas estamos iniciando, por más "exótica" que sea la señorita Nina, ella no es de esas mujeres que exagera con los presentes que quiere recibir…» —Pensaba el Shinigami, en lo que paseaba tranquilamente por las avenidas de Londres—. «Por lo que podría obsequiarle en ésta primera cita debería ser algo simple, elegante y bonito… algo como…»—¡Floreeeeees~! —William salió de sus pensamientos, al escuchar tal palabra ser pronunciada por una pequeña niña, de humildes ropas pero linda mirada. Llevaba consigo un carrito de madera, sobre el cual había una considerable cantidad de ramos de flores—. ¡Lindas flores, de todos los colores, y para expresar sinceros amores~! ¿Desean comprar una? Vaya… o ese día la suerte estaba de su lado, o el destino le creaba un buen sendero. Como sea que fuera… William no creía que fuese mera coincidencia, ese día había iniciado por buen camino y planeaba que el resto de éste y su culminación fuesen perfectos. ¿Y qué mejor forma de iniciar la cita que regalando flores~? Fue entonces en que se cercioró de que la niñita (de cabellos rojo-vino, ojos verdes y piel de porcelana, con vestido color amarillo mostaza, y un pañuelito blanco en su cabeza) lo llamó, preguntándole si deseaba comprar un ramo. William estuvo a punto de encaminar sus pasos en dirección hacia la pequeña niña, pero… —¡Rosaaaaaaas~! —Se detuvo en seco, girándose abruptamente y viendo a sus espaldas a otra pequeña niña. Enarcó una ceja, extrañado, al cerciorarse de que era EXACTAMENTE igual a la anterior niña, solo que con un vestido color rosa pastel, junto a un carrito lleno hasta el tope de rosas de hermoso y simple color blanco—. ¡Se venden rosas blancas, como la nieve de invierno~! ¡Compren sus rositas blanquitas~! ¡Ey, usted, el señor de los lentes~! —Ay, dios… se refería a Will, quien (sin saber por qué) empezaba a tener un mal presentimiento—. ¿No quiere un ramo de-…? — ¡¿FLORES?! —La niña del vestido mostaza la interrumpió, acercándose con todo y carrito, junto a mirada (tiernamente) desafiante—. ¡Claro que comprará F-L-O-R-E-S! El señor de los lentes ya iba a comprarme a mí… ¡No vengas tú a robarme la clientela, hermana! — «¿Hermana? Con razón se parecen… seguramente son gemelas» —Pensó William, sudando una gota gorda y viendo al par de gemelitas discutiendo en frente de él. —¡Claro que no, hermanita! ¡Yo vi al señor primero! —Exclamó la gemelita del vestido rosa, poniendo una manita en su cintura y con la otra señaló a su gemela-mayor—. ¡Así que tú eres la ladrona de clientes! — ¿¡ÑAH!? ¡Fui yo la que lo vio antes! — ¡NO, FUI YO!
—¡QUE FUI YO, TE DIJE!Las dos gemelas continuaron gritándose cosas así (pero sin llegar a insultarse), desafiantes e indignadas, el Shinigami solo las miraba la una a la otra, sudando frío y sintiéndose incómodo por la situación… pero las niñas le daban tanto "miedo", que temía que se le lanzaran encima si trataba de escaparse. Acto seguido, las nenas se giraron hacia William, alzando sus miradas (por ser considerablemente bajitas, a comparación de él) y señalándose entre ellas, en lo que le preguntaron a gritos al pobre peli-negro: «¡Señor de los lentes, dígalo! ¡¿QUIÉN DE LAS DOS LO VIO PRIMERO?!». El Spears soltó un leve suspiro, negando con su cabeza y preguntándose qué diablos había hecho él, para que le pasase algo así JUSTO en un día tan importante. Y aún si debía decidir, no sabía qué responder… bien las dos niñas pudieron verlo primero, es decir: al mismo tiempo, por lo que el pobre cegador negro estaba en una difícil situación… Mientras tanto… en otra parte de la ciudad… Grell se encontraba encima del tejado de una gran casa, con cima similar a un alfil, observando todo a su alrededor con unos pequeños binoculares negros, que tomo "prestados" del departamento Shinigami… sin nadie saberlo, ni haberse dado cuenta de ello. ¡Bah~! Ya luego los regresaría, pensaba el despreocupado Shinigami, solo los tomaría prestados por hoy. —¡Bien! ¡Hoy es el día! ¡Hoy conoceré mejor a mi rival~! —Estaba decidido a charlar con la tal Nina Hopkins, aunque fuese a espaldas de William. No por nada malo, ni intenciones nefastas, no, no y no, si Will ya había encontrado a su alma gemela, Grell respetaría eso. Además, pensando positivamente… seguro que él mismo también encontraría a aquella persona que fuese, como él decía: "El otro extremo de su hilo rojo"—. Muy bien… si mal no recuerdo, fue cerca de ésta zona que encontré la casa de esa mujer… El Shinigami carmesí miraba de aquí para allí, de acá para allá y también para acullá… poniéndolo en resumen: ¡Casi giraba su cabeza cual niña del exorcista, o cual búho de cuello elástico, en su búsqueda en aquél tejado! Se sostenía del alfil del techo casi que con una sola pierna, para aumentar su rango de visión y cercanía, mejorando igual la de los binoculares. Lo curioso del asunto es que nadie notaba su presencia… casi nadie… salvo un pequeño niñito, que casualmente lo vio al asomarse en una ventana, cuya vista daba hacia el tejado donde estaba el cegador rojo. Curioso e inocente (por confundir la larga cabellera del hombre con la de una mujer) le preguntó a su madre: «¡Mami, mami! ¡Mira! ¿Qué hace esa extraña señora allí~?», pero la mujer y madre del pequeñín no alcanzó a ver a Grell… ya que éste (por su fino oído Shinigami) logró escuchar las palabras del niño. A lo que quejándose y exclamando: «¡¿Cómo que "señora"?! ¡YO SOY UNA HERMOSA Y JOVEN DAM-…! ¡AAAAAAAH!», su oración se vio acabada por ese grito alarmado… ya que su pierna se soltó del alfil y acabó cayéndose del tejado, justo antes que la madre del niño lo viera. Por lo que ella dijo: «Nah, no hay nadie allí, mi niño~».. . . Mientras que Grell caía de ese ALTO tejado… en una calle mucho más abajo de allí. La puerta de la residencia «412 de la calle Baker» se abrió, saliendo por ésta el par de personas que habitaban en ella, Nina y su inquilino Arthur. La primera, ante la ocasión que ameritaba ese día (su cita con Will), llevaba puesto un lindo y (sorprendentemente, para ella) simple vestido, que cubría hasta un poco más abajo de las rodillas y que le llegaba hasta sus codos en los brazos, más tenía al descubierto una zona de sus hombros, al igual que una considerable parte del escote y de la espalda, pero sin ser revelador… solo algo: atrevido y travieso, tal como era ella. ¿Que de qué color era? ¡Pues del rojo de la pasión~! Arthur iba con sus ropajes normales, ya que solo iba de salida para hacer unas compras… y en parte para acompañar a su "patrona" hasta la zona acordada con el "abogado de ojos verdes", en donde tendría inicio la cita. —Nina-san, ¿segura que está lista? —Preguntó el joven y "señor conocedor de las palabras", con tono de ligera preocupación—. ¿No le falta absolutamente nada? — Oui, oui~ —asintió ella, entonando por unos segundos su acento francés y sonriendo de forma animada—. No te preocupes, Arthurito, me preparé bien. Y te agradezco el que me acompañes al lugar de mi cita~ —No hay de que~ —respondió él, sonriendo con más alivio. —¿Irás también a regalarle esa almohada a alguien de la beneficencia? —Preguntó ella. —Así es, aunque aún tenga relleno y sirva para amortiguar golpes… ya no la necesitaré más… y le hará más falta a esas personas necesitadas que a mí~ —sonrió viendo nostálgico a la almohada, y luego miró a su patrona—. Dígame, ¿dónde será la cita entre William-san y usted? —Pues… será en la cafetería " Happy Coffee", a unas 5 cuadras de aquí, Arthurito~ —Ah, ¿aquella que me mostró la otra vez? —Nina asintió y Arthur sonrió, complacido—. ¡Genial~! Allí la atención es muy buena, sus comidas y bebidas aún más. Seguro que la cita ira con total normali-… Pero el muchacho no pudo acabar esa oración, ya que un grito de una voz agudamente masculina de: «¡ABRAN CANCHAS, MORTALEEEEEES~!» los sobresaltó a él y a Nina. Pero tan pronto como Arthur alzó su mirada… solo pudo ver un "meteorito carmesí" cayendo en picada hacia él, no le dio tiempo de apartarse, cuando… ¡CATAPLUM! El "meteorito" alias Grell se precipitó encima del pobre Arthur, provocando que éste cayera de cara al suelo y con el pelirrojo sentado encima de su espalda. Afortunadamente, el rostro del chico no dio directo al suelo, sino que la almohada se interpuso entre la fría acera y su rostro. La parca roja bufó con fastidio, levantándose de mala gana y refunfuñándole al pobre "Señor conocedor de las palabras" (quien se quejaba adolorido en el suelo) varias cosas, entre ellas: «¡Dije "abran canchas", maldito sordo!». —¡Arthur! —Exclamó inicialmente Nina, preocupada, pero cuando se cercioró de quién le había caído encima al primero, añadió—. ¡¿G-Grell, eres tú?! —¡Nooooo~! Solo soy un sexy ángel escarlata, que cayó del cielo y que por casualidad aterrizó sobre un blandito escritor~ —bufó con ironía el pelirrojo, rodando los ojos y mirándose las uñas, con falso aburrimiento—. ¿Quién más podría ser? En fin… —miró a Nina, dedicándole una sincera y "tiburónica" sonrisa—. ¿Cómo estás, querida~? —Pues, estoy bien, Arthur y yo nos preparábamos para salir… ¿qué hay de ti~? —Pues sí, considero que estoy bien~ —Agh… yo no considero lo mismo para mí… —balbuceaba el pobre Arthur, aún con su cara en el suelo, o mejor dicho, reposada (milagrosamente) sobre la almohada que suavizó su golpe, pero aún algo noqueado. —¡Bah~! No seas llorón, chico escritor. Ya se te pasará… —pensó Grell, sin darle mucha importancia. De haber sido "mortal" el golpe, ya el muchachito habría estado en sus registros de personas a morir. —Arthurito… —Nina palpó un hombro del nombrado, utilizando un palito que había encontrado (casualmente) al lado de su puerta—. ¿Estás bien? —Al menos… creo que no me rompí nada, la almohada tampoco… —fue ayudado a levantarse por los otros dos, se sacudió el polvo del traje y haciendo graciosos movimientos físicos, logró quitarse su "estado noqueado"—. En fin… ¿Nos vamos, señorita Nina? —Hummm… no lo sé, Arthurito… creo que mejor deberías entrar y descansar —sugirió Nina, con sincera preocupación, pero antes de que el muchacho se negara, añadió—. Aún si no te heriste, el estar noqueado no se quita tan fácil. Debes descansar, seguro el golpe en tu espalda te dolerá luego, y es mejor que te pongas hielo allí antes de eso. —Entonces… ¿Irá sola hacia allá? —Nina asintió, Arthur dudó—. Pero… pero… las compras, el acompañarla a la cafetería, y-… —¡Pero nada, quiero que entres a la casa y descanses, Arthurito! —El chico abrió la boca, dudando aún, pero Nina le señaló firmemente con su palito, exclamando—. ¡ENTRA YA, O TE COSERÉ A LA CAMA YO MISMA! ¡Y hablo EN SERIO, Arthur! —¡S-señora, sí, señora! —Sin decir más nada y haciendo un cómico saludo, cual soldado militar, el joven escritor entró aterrado a la casa y cerro de un portazo, con todo y almohada en mano. ¡Ya luego haría las compras y donaría la almohada que salvó su vida, no quería sufrir la ira de Nina-zilla! La modista suspiró, arrojando el palito a otro lado y dispuesta a empezar a andar, cuando la voz de Grell la detuvo—. ¿Quieres que te acompañe a tu destino, Nina? No sabía por qué se ofreció, si fue por amabilidad para cuidarla o… por acto reflejo de protección, ya que el vestido que traía puesto ella (de hermoso color, en su opinión~) atraería miradas de los "lobos hambrientos" de Londres, alias: hombres. ¿Será que tras aceptar maduramente que Will amaba a esa mujer, se dispondría a cuidarla en caso de que él no estuviera, para evitar que un "mujeriego" se la quitara? Aunque dudaba totalmente en que la modista fuera de esas "mujerzuelas fáciles", no negaba que había muchos hombres que se propasaban con las damas en Londres, pero no dejaría que el amor de su querido superior (y ahora aceptaría no más que mejor amigo) se viera afectado por tipos como esos. — Oui, te lo agradezco, Grell~ —agradeció ella y empezó a caminar con el pelirrojo a su lado. Queriendo iniciar una conversación, ella preguntó—. Bueno, veo que te gusta mucho el color rojo, ¿cierto~? —¡Así es, querida~! —Sonrió animado el excéntrico pelirrojo, mostrando su hilera de dientes y llevándose las manos al pecho, en pose dramática—. ¿Qué puedo decir? La pasión y la chispa de ese color me vuelven loco, es simplemente hermoso… ¡Como ese vestido tuyo~! Nina soltó una ligera carcajada, pero el leve rubor de sus mejillas delataba que estaba algo apenada, pero francamente feliz de que alguien más reconociera su trabajo. Aunque la Hopkins consideraba que no era su mejor obra, por la simpleza que tenía, Grell consideraba lo contrario… ya que por más excéntricos o estrafalarios que fuesen sus gustos, él también poseía el ideal de "Menos es más" y que a veces la simpleza era más hermosa que la extravagancia. Ese vestido era uno de ellos, su equilibrio entre el diseño tan suave, pero poseyendo ese color tan «¡BOOM!» lo hacían indiscutiblemente precioso y único. ¡Incluso Grell le pidió que le hiciera un trabajo similar en otro momento! Nina estuvo más que feliz, no solo por el pedido, sino por encontrar a un amigo que tuviera sus mismos gustos respecto a moda, así como al teatro (algo que descubrió mientras charlaban en su caminata). ¡Si incluso compartieron ideas sobre el atractivo de Willy! Y sobre todo… ¡Su mutuo deseo de quitarle los pantalones ante la menor oportunidad! Y hablando del Spears… éste se encontraba suspirando pesadamente, éste se encontraba suspirando pesadamente, en lo que veía al par de niñitas alejándose muy alegres, sujetadas de las manos y llevando sus respectivos carritos en la mano sobrante de cada una… curiosamente, ya sin tantos ramos en su contenido. Ahora seguro se estarán preguntando… ¿¡Qué diablos pasó!? Pues para resumir la cosa, digamos que William cual senador de paz, se ofreció a comprarles algunos ramos de flores a cada una de las niñas… pero como ellas se unieron, en malévola alianza por aumentar sus mutuas compras… William acabó comprando tal cantidad de ramos, (que le rodeaban y hasta cargaba varios encima de él) que ya casi podría tener su propio negocio temporal de venta de ramos de flores multicolores y de rosas blancas. Ahora debía no solo preocuparse en su cita con Nina… sino en pensar en qué haría con tanta florecita. Podía darle algunas a Nina, otras cuantas a… su subordinado Sutcliff (no por nada romántico, sino por los gustos excéntricos de éste hacia ese tipo de cosas), pero… ¿Qué haría con lo que sobrara? Otro suspiró salió de sus labios, al sentir las miradas de tantos mortales clavarse en él, cual agujas una bola de estambre y susurró para sí mismo—. Honestamente… ¿Por qué siempre me pasan éstas cosas a mí? —Buena pregunta, Willy, buena pregunta… la cual no sabríamos responder, por más que quisiéramos. — ¡KYAAAAAAAAAAA~! —Un escalofrío recorrió la columna vertebral del Shinigami oscuro, al reconocer la aterradoramente familiar y masculinamente aguda voz que profirió ese grito, a sus espaldas—. ¡¿Le compraste todas esas flores a Nina?! ¡Que romántico, Will~! Diablos… ya era oficial que se trataba de él, lo había llamado Will… pero tenía tanto temor de voltear y recibir un abrazo de aquél Shinigami carmesí, que no se atrevía a moverse siquiera. Eso fue hasta que escuchó a una segunda y menos aterradoramente familiar voz, ahora femenina y con ligero acento francés. —¡Willy~! ¡No debiste comprar tantas, aunque fue un lindo gesto! Suspiró más calmado, al reconocer la voz de Nina. Pero acto seguido volvió a tensarse, al analizar todo y se giró abruptamente, con una expresión tan cómicamente alarmada en su (anteriormente) serio rostro, que nadie se la hubiese creído de no haberla visto por sus mismos ojos. Grell Sutcliff… Nina Hopkins… ¡¿JUNTOS?! ¿El Shinigami y la mujer más pervertidos del planeta, estaban unidos? Y peor aún… ¿¡SUJETADOS DE LA MANO!? Ay, ay, ay… William empezaba a ponerse celoso, aja, lectoras y lectores… el Shinigami más frío, amargado y serio del planeta… sentía celos amorosos. Algo digno de verse. Aunque los disimuló muy bien, pero el agarre de uno de los ramos aumentó su presión de forma considerable. Afortunadamente, ni Nina o Grell lo notaron. —Tan puntual como siempre, ¿no? —Preguntó en broma la mujer, soltando momentáneamente la mano de Grell y yendo a abrazar al peli-negro, rodeando su cuello con sus brazos y depositándole un besito en los labios—. Tu amigo Sutcliff se ofreció a escoltarme hasta aquí, un gesto muy lindo, ¿no crees, Willly~? —Preguntó sonriendo de forma amigable. Automáticamente, el agarre y celos de Will se esfumaron casi por completo y un ligero calor inundó sus mejillas. Grell hecho un gritito enternecido, era una de las pocas veces que había visto sonrojado a su jefe, patrón y mejor amigo. El Spears devolvió el besito-saludo, miró de reojo a Grell y una vez Nina se separó de su cuello, le agradeció de forma calmada a su subordinado por cuidar a su… ehem, novia… durante el camino al punto de encuentro. Grell sonrió amablemente, mostrando sus tiburónicos dientes y le dijo que no fue nada, que no debía agradecerle. William bajó un segundo su mirada, aunque fuese reservado y callado, sentía que debía agradecerle ese amable gesto al pelirrojo, por lo que suspirando… le tendió algunos de los choporrochientos ramos de flores y rosas. —¿S-son para mí? —Grell estaba pasmado, señalándose a sí mismo y con una tierna expresión de sorpresa en su rostro. —Honestamente… ¿debes reaccionar así siempre que te ofrezco algo, Sutcliff? —Bueno, fue una forma indirecta de decir que “ sí”, aunque Will lo dijo con tono amable y algo apenado… se sentía raro abrirse con alguien que no fuese su Nina. —¡Kyaaaaaa~! ¡Gracias, Will! ¡Que lindo gesto de tu parte! —Y sin más rodeos, pasó lo inevitable. Grell se arrojó a darle un abrazo al peli-negro, usando tanta emoción en ello que de broma no cayeron los dos al suelo, depositó un dulce besito en una mejilla de Will y sujetando entre sus brazos sus respectivos ramos, sonrió emocionado—. Diviértete en tu cita con Nina, tú también diviértete con Will, querida… —tras darle un besito en la frente a ella, le susurró con sonrisa algo pervertida—. Tú sabes a lo que me refiero~…
—Je je je… Oui, oui, así lo haremos, querido Grell~William sudó una gota gorda, al ver como su novia y (debía admitir que) mejor amigo reían complicemente entre ellos. Pero una vez la parca roja se despidió, usando la conveniente excusa de tener que dejar sus flores nuevas en agua, agregando su típico: “ ¡DEATH!” al final de la oración y se alejó de allí corriendo alegremente, Will suspiró y Nina rió divertida. La modista se sujetó de uno de los brazos del alto hombre con uno de sus propios brazos, ya que el otro sujetaba sus propios ramos regalados, sonriéndole y diciéndole que era un suertudo… por tener no solo a un amigo tan fiel y amable… ¡Sino por tener también a un excelente aportador de ideas de moda de color escarlata! William suspiró, aunque sonrió por lo bajo, disimulada pero sinceramente. Bien… ya su cita con Nina podría empezar, luego de tanta locura, en paz… . . . . . . —Ey, Willy… —llamó Nina, en lo que sujetaba la tacita de té de su respectivo platito. Ambos ya se encontraban sentados en sus propias mesitas, de aquella cafetería de nombre gracioso pero de buen servicio. —¿Uhum? —William también estaba tomando de su taza de té, tranquilamente. Habían terminado ya el almuerzo y solo les faltaba eso. —Estuve hablando de esto seriamente con Grell, en el camino y… —reprimiendo las ganas de reír que tenía, por la pregunta que iba a hacer, la modista con sonrisa inocente continuó—. ¿Cómo te gustaría que se llamaran nuestros hijos, y cuántos te gustaría tener~? Algo nuevo digno de verse ese día, fue el atragantamiento que William sufrió con el té, ante el desconcierto de tal pregunta que no esperaba recibir sino hasta que su relación con Nina estuviera avanzada… MUY avanzada. Nina no pudo más y estalló en carcajadas, no por maldad, pero fue graciosa la reacción de su novio… esperaba algo como un escupitajo, pero el atragantamiento (fallido) también fue una opción factible. El sobresalto y graciosa indignación del Spears aumentaron, al escuchar como una Nina con aire de inocencia (falsa, por supuesto) añadió que Grell había pedido que le nombraran la dama de honor el día de su boda, al igual que la madrina de los futuros retoños que fuesen a traer al mundo… ¡Ni siquiera el padrino, Dios santo! ¡LA MADRINA!—Awwwww~ ya me dieron ganas de ir a comprar ropita de bebé, así como escribir la lista de posibles nombres de niño o niña… o incluso de hacer uno cuando acabemos la cita, Willy sexy~ —susurró lo último y ese nuevo apodo del pobremente desconcertado Shinigami, usando un tono dulce y anhelante al inicio… pero travieso y seductor a lo último. . . . . William estaba decidido…
¡MATARÍA A SUTCLIFF TAN PRONTO ACABARA SU CITA CON NINA!
Y si se salvaba de la mirada lasciva de ésta última, durante el resto o culminación de la cita… iba a ser una larga, LARGA tarde…
o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o —Bocchan… —la voz aterciopelada de Sebastián sacó al joven conde Phantomhive de su lectura del periódico, mientras éste se encontraba en el comedor del salón. Al separar su único ojo del papel impreso, enarcó una ceja al notar a Sebastián con un par de ramos de flores coloridas y rosas blancas en mano—. Alguien le trajo esto… —¿Sí? ¿Quién? —Ciel estaba curioso, realmente curioso. No esperaba recibir regalos de nadie, ya que no era ni Navidad ni su cumpleaños, aunque prefería no recibir nada de nada en esas fechas. —Pues… no tiene tarjeta, ni nada que identifique al que las entregó… Sebastián hizo hincapié en las, cosa que le dio mala espina a Ciel… y no fue falsa, ya que una vez siguió a su mayordomo hacia la entrada principal del jardín… grande fue la sorpresa del pequeño Conde, al notar una cantidad ENORME de ramos de las flores de especies anteriores, apiladas en perfecto orden frente a la entrada de la mansión. — ¿¡QUÉ DEMONIOS-…!? —Ciel estaba boquiabierto y estupefacto, acercándose a la “pirámide” de ramos y sujetando uno de las rosas blancas entre sus manos—. Pero… ¿Qué es esto? —Si me permite dar mi humilde opinión, Bocchan… —habló Sebastián, con una falsa sonrisa de inocencia—. Se trata de una variación pura y blanca de la rosa roja, junto a varias especies más de flores. —¡Ya sé que son flores y rosas, idiota! ¡Me refería a que de dónde diablos saldrían! —Y encima… ¿¡Qué diablos se supone que haría con tantas flores!? Pensándolo detenidamente… era buena oportunidad para entregarlas como sacrificio al jardinero Finny, así esas desconocidas (e indeseablemente innecesarias) flores y rosas se esfumarían, sufriendo los errores del muchacho con fuerza de titán, en vez de las flores y plantas del jardín de la mansión. Por lo que recuperando su pose seria y orgullosa, Ciel se dirigió a su fiel mayordomo-demonio—. Sebastián, encárgate de darle todas éstas flores a-… — ¡CIEL~! —El nombrado conde se vio interrumpido, al sentir un par de brazos rodearle su cuello y asfixiándolo sin querer, en un abrazo poseyente de todo, menos suavidad… y oxígeno, en caso de él. Se trataba de su prima y prometida, Elizabeth, ehem… Lizzy. Quien acababa de llegar a la mansión, tras bajarse del carruaje que la había traído—. ¿¡Me compraste todas esas flores, al enterarte que vendría a visitarte!? ¡Kawaii-Ciel! ¡Kawaii, kawaiiiiiii! —¡E-Eliza… beth! —Pronunció el chico, a duras penas y por la falta de aire—. ¡S-suélta…-! —¡Que es Lizzy! —Dijo ella, en un tierno puchero y aún sin cesar su abrazo-de-boa-constrictor—. ¡Y no tienes que explicar nada, Ciel! Yo también te quiero mucho y por eso, la próxima vez que venga, te traeré muchos regalitos kawaiis como tú, para agradecerte por éstas florecitas… ¡TE QUIERO~!—Vaya, al parecer las flores se salvaron de un seguro cruel destino, y que Lady Elizabeth recibió un regalo involuntario del Bocchan~ —opinó para sí mismo el mayordomo, con una sonrisa divertida y viendo como su joven señor-contratista luchaba por liberarse del abrazo de su prima y prometida. ~FIN~
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| | | Miss Phantomhive Demonio
Cantidad de envíos : 16188 Edad : 29 Localización : en la mansión con Sebastian Fecha de inscripción : 09/07/2011
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Jue Jul 25, 2013 7:30 pm | |
| ): al parecer ya nadie quiere concursar. Solo hasta el 28 de este mes queda para subir sus trabajos | |
| | | Evangeline Reina de las letras
Cantidad de envíos : 70865 Localización : Anywhere Fecha de inscripción : 03/08/2011
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Dom Jul 28, 2013 10:00 pm | |
| Hola, les paso a dejar mi fic Es una historia de Lau, o más bien parte de la niñez de Lau, espero les guste y esperare sus criticas El sueño de la mariposa Por Evangeline Rave Lau Tao, el primogénito de la familia, había nacido justamente el año en que la Segunda guerra de opio había comenzado, en 1856 poco antes del incidente del Arrow, un barco de dueños chinos abordado y registrado por sospecha de piratería y contrabando.
Su familia, originaria de Pekín, tenía algunos negocios comerciales con empresas extranjeras y para ellos todo parecía ir en bonanza. Sus negocios iban bien a pesar de la guerra.
Para 1860, Lau tenía una hermana un año menor llamada Lan, y unos padres amorosos que cumplían todos los caprichos de los hijos.
Lau y su hermana Lan andaban con su ama de cría visitando el Templo de Yonghe para pedir a los dioses por el fin de la guerra y el regreso de la paz a China el 26 de septiembre, día en que llegaron a Pekín las fuerzas anglo-francesas. La invasión de la ciudad los encontró en el peor lugar posible, los gritos, las tropas entrando a la ciudad, el fuego, todo aquello desesperó completamente a la ama de cría, quien olvidándose de los niños que estaban a su cargo huyó del lugar dejando a los pequeños solos, abandonados a su suerte.
El pequeño Lau apenas contaba con 4 años, y para él la posibilidad de llegar solo a casa haciéndose cargo de su pequeña hermana de 3 años era la odisea más grande que enfrentaba en su corta vida. Lan lloraba a su lado, presa del pánico debido a los gritos y el ruido excesivo de las armas de fuego de las tropas chinas y extranjeras. Todos corrían para ponerse a salvo, nadie les prestaba la más mínima atención.
El niño tomó a Lan de la mano y se refugiaron en una bodega a un costado de uno de los edificios del templo. En su infantil mente Lau creía que allí estarían seguros hasta que los ruidos que se oían en todas partes cesaran.
Cuando llegó la noche, sus asustadas mentes habían caído rendidas por el seño, y durmieron abrazándose el uno al otro. A la mañana siguiente el salió junto a su hermana de la bodega y tratando de recordar el camino a casa recorrió las calles. Hacia donde miraba se veía desolación miedo y angustia, nadie prestaba atención a dos niños de aparente buena vida cuando estaban preocupados de encontrar a sus seres queridos.
Pasaron todo el día buscando el camino, perdidos sin saber a dónde ir, queriendo reconocer lugares y rostros familiares. Un nuevo ataque a la ciudad los hizo entrar en pánico. Lau con su hermana fuertemente agarrada de la mano, corrió por las calles para ponerse a salvo del ruido y de las gentes extrañas que aparecían por todos lados.
Al atardecer, mientras pasaban por un callejón creyendo que al fin habían dado con el camino correcto, unas explosiones hicieron caer parte de una casa justo sobre el callejón dejando atrapada a Lan bajo los escombros. Lau desesperado trató de sacarla de allí, pero la niña había muerto instantáneamente. Horas más tarde uno de los sirvientes de la casa de Lau los encontró. El niño lloraba acunando la cabecita de su hermana en sus brazos.
Estaban apenas a una calle de su hogar, tan cerca, y a la vez tan lejos para un pequeño como él.
Ya en el hogar paterno Lau pasó los siguientes dos días encerrado en su habitación, sin poder quitarse de la cabeza la imagen de su hermana muerta en sus brazos, de aquella manera tan horrible.
Uno de los sirvientes llegó una noche a cuidarlo, para que se durmiera pronto le contó un cuento, el de Chuang Tsé.
- “Se cuenta que el maestro chino Chuang Tsé, tuvo una noche un sueño. Soñaba que era una mariposa que volaba de flor en flor. Era feliz volando por el campo entre las flores. A la mañana siguiente sus discípulos lo encontraron triste y pensativo. Le preguntaron: ¿Qué le pasa, maestro? Y él respondió: Estoy muy preocupado, tengo un grave problema. Esta noche he soñado que era una mariposa. Estoy preocupado. Los discípulos le replicaron: Eso fue un sueño. ¿Por qué va a preocuparle el soñar que era una mariposa? Ese es mi gran problema, dijo Chuang Tsé. Ahora no sé si Chuang Tsé soñó que era una mariposa o si una mariposa que está posada sobre una flor está soñando que ella es Chuang Tsé.” – le contó el sirviente.
- Quizás yo estoy soñando también – dijo Lau luego de oír el cuento – y Lan no está muerta, quizás ni siquiera soy un niño, y solo soy una mariposa que sueña que es un niño.
El sirviente le dijo que eso no era posible, que mejor durmiera y descansara para no entristecer a sus padres.
Lau durmió algo inquieto esa noche, soñó que era una mariposa y que seguía de cerca a un niño que era igual a él. El niño se detenía hasta encontrarse con otra mariposa que volaba a su alrededor, seguía a la mariposa mientras él, convertido en mariposa seguía al niño. Finalmente la mariposa se detenía posándose en la cabeza de la hermana de Lau. El niño la abrazaba y la mariposa Lau se acercaba a la otra mariposa. Al despertar Lau pensaba en su sueño.
Los ataques a la ciudad continuaron por unos días más. Lau pasaba la mayor parte del tiempo en la parte más segura de su gran casa. El 5 de octubre, un día antes de que la ciudad fuese tomada por completo por las tropas extranjeras Lau salió de la zona segura y se aventuró al jardín de su casa sin que nadie lo notara. Vio una mariposa de hermosas alas azulinas. Un impulso de origen desconocido, o quizás el sueño que había tenido noches antes lo hicieron ir tras la mariposa. Salió del jardín por la puerta trasera y la siguió por un callejón hasta que la mariposa se detuvo en una flor que estaba junto a un montón de ropa sucia. Luego la mariposa se posó sobre la ropa sucia, y para sorpresa de Lau, la ropa se movió y se quejó. La mariposa salió volando de nuevo pero esta vez a mayor altura y el niño la siguió con la mirada, pero le perdió el rastro al ser cegado por el sol.
La ropa volvió a quejarse, Lau le prestó atención, viendo aparecer entre ellas el rostro de una niña de su edad que lo miraba con ojos casi inexpresivos, como si en pocos días los horrores del ataque la hubiesen dejado casi sin emociones.
- ¿Cómo te llamas? – le preguntó Lau, ayudándola a ponerse de pie, y notando que estaba un poco herida.
- Ran Mao – dijo la niña, dejándose levantar.
Lau la llevó a su casa y desde ese día la llamó hermana.
Al dia siguiente la ciudad fue completamente tomada por los enemigos de China y el 18 de Octubre 1860 se firmó una ratificación del tratado que había sido firmado en 1858, dando fin a la Segunda Guerra de Opio.
Ran Mao había perdido a su madre, su única familia, en los ataques que habían hecho las tropas anglo-francesas. Los padres de Lau aceptaron tenerla en casa, no la trataban como a una hija, pero le permitían a su pequeño pasar tiempo con ella, creyendo que de esa forma su joven corazón sanaría de la pérdida de su hermana Lan.
Ran Mao no hablaba mucho, y con quien más se comunicaba era con Lau, prometiéndose a sí misma que siempre lo protegería por haberle dado un hogar. Por su parte Lau veía en Ran Mao a su hermana, diciéndose a sí mismo que la mariposa lo había conducido a ella como en el sueño, que se la había devuelto.
Al crecer, las fantasías de Lau acerca de la mariposa y su hermana Lan se perdieron, y su actitud despreocupada e incluso despistada ante cualquier cosa hacían creer a los demás que esa experiencia en su niñez había dañado su mente para siempre, sin embargo cuando llegó el momento de viajar a Inglaterra y seguir creciendo en los negocios de la familia, él decidió llevar a Ran Mao con él, de cierta manera la presencia de ella lo había mantenido cuerdo a lo largo de su vida y sabía que sin su apoyo la fantasía del sueño de la mariposa se desmoronaría. Porque en definitiva él solo soñaba que era un humano, él en realidad era una mariposa que vivía sus días junto a su hermana Lan. Fin | |
| | | Miss Phantomhive Demonio
Cantidad de envíos : 16188 Edad : 29 Localización : en la mansión con Sebastian Fecha de inscripción : 09/07/2011
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 29, 2013 2:04 am | |
| Hola a las que participan :3 yo me metere y hare borlote puesto que escribo pesimo xD
Es una historia corta de una carta de Rachel para Ciel <3
Espero les guste :3
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=Mi vida, Ciel=
Hoy día soy madre del mas lindo y tierno niño del mundo, su nombre es Ciel y cuando sea mayor se convertirá en el mejor Conde. Aquel 14 de Diciembre de 1875 vi por primera ver aquel rostro que me enamoro, el tuyo querido hijo, me prometí cuidarte siempre para que nada te fuese a hacer daño nunca. Apenas me di cuenta por tía Angelina que padecías asma como yo y rompí en llanto puesto creí que en cualquier ataque podrías morir de asfixia, casi no sales al exterior y siempre estas bien abrigado en mis brazos los días fríos y con frecuencia a hurtadillas entrabas y te acostabas conmigo y tu padre.
Esta Carta solo llegara a tus brazos si es que morí antes de poder narrártela con mi voz, nuestro destino es desconocido porque Tu padre y los ancestros Phantomhive son los perros guardianes de la reina, no nos miran con buenos ojos por donde vamos y constantemente nos han amenazado de muerte, eso me aterra.
Siempre se un buen hombre, cuida a Elizabeth tu prometida como si se tratase de una florecilla de jardín y si llegas a tener un problema recurre a Tanaka, él sin duda podrá ayudarte sin pedir nada a cambio. Nunca odies o lastimes, lo que se hace riendo, se paga llorando. Por nada quiero que sufras ni por accidente lo deseo.
Estuve pensando mucho sobre como podría hacerte feliz, lo analice con Vincent y quiso comprarte un sirviente pero aun no lo necesitas, mejor pensamos mas y te conseguimos un perro, con solo verlo le gritaste "Sebastian, ven aquí" el y tu se hicieron amigos muy pronto.
En tu cumpleaños numero 9 te sonrojaste cuando supiste que te casarías con tu prima y lloraste porque no tenias ningún presente para ofrecerle, solo tomaste unas flores y se las diste con los ojos cerrados. Te veías en verdad muy lindo. Otro gran momento fue cuando te mirabas al espejo y usando el bastón de tu padre decías tu nombre con propiedad simulando ser mayor. No has dejado de ser mi bebe.
He tomado la costumbre de escribir de a poco aquí, siento que lo tomo como un pequeño diario sobre ti, mi Ciel.
Tu cumpleaños numero 10 es hoy, has crecido un poco y desde muy temprano has venido a mi alcoba a buscarme para decirme todo lo que tienes en mente para que hagamos juntos. Estas sonriendo como nunca, y se que almenos querrás dulces para comer todo el dia, cosa que voy a cumplir porque te conozco y las mereces por ser el mejor hijo del mundo.
Este sera mi ultimo párrafo ya casi anochece y estas esperándome para comer tarta de fresas, no hay nada mejor que acabar esta carta muy especial y dársela a Tanaka. Te amo Ciel,
.....
Las mejillas de Ciel se humedecieron, Tanaka le había dado minutos antes esa carta de su madre difunta. Solo se encontraba en silencio sentado en su escritorio. Ya con 15 años cumplidos ese 14 de Diciembre en curso. Solo por un segundo sintió el aroma de su madre abrazándolo.
Él recordando y sabiendo que esa noche en que ella dejo la carta ocurrió aquella desgracia que lo marco de por vida, no sabia si de lleno llorar o sonreír a tal hermoso escrito que en secreto había estado un par de años escrito por ella misma. Se sentía tan aliviando pues había olvidado la dulzura de aquellos días llenos de amor y sonrisas.
Los tiempos ya eran otros, todo era diferente ahora, se había convertido en un demonio y jamas podría verla como un espíritu en el otro mundo y agradecerle darle la vida y tanto amor.
-Te amo madre- dijo apretando la carta con fuerza y guardándola en su bolsillo del chaquetin, esa carta se convertiría en su corazón.
Fin.
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| | | Angie Rey
Cantidad de envíos : 1646 Fecha de inscripción : 25/12/2009
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 29, 2013 2:37 am | |
| Título.- Beso de Angel. Sipnosis.- Esta historia inicia y termina con un chocolate. Tal vez quieras ir por uno antes de empezar. Sebas/Ciel. Claude/Alois. Metáforas locasy tipos de chocolate, XDDD BESO DE ÁNGEL Es rocío celestial. Cifra de todo alimento Conservación y aun aumento Del húmido radical Néctar divino y vital Medicina de los males Y en fin, de virtudes tales Que si acaso la bebieron A su eficacia debieron Ser los dioses inmortales
Geronimo Piperni, citado por Antonio Lavedan, cirujano del ejército español de 1796 Esta historia inicia y termina con un chocolate. SEBASTIÁN
CHOCOLATE AMARGO “También conocido como negro, o sin leche, contiene cacao puro en por lo menos un 34% de su composición. A medida que este porcentaje se incrementa, mejor será la calidad del chocolate, de hecho, los de alta calidad deben tener por lo menos un 60% de cacao. Los chocolates amargos de alta calidad se caracterizan por contener pocas proporciones de azúcar, solo se la usa para que el sabor mejore, por lo que nunca debe usarse en exceso. Además, los de alta calidad contienen vainilla proveniente de Madagascar, que resulta sumamente costosa y la lecitina con la que cuentan es mínima. Hay algunos chocolates sin azucarar que llegan a tener un 98% de cacao aunque resultan difíciles de coneguir” EL chocolate causaba furor en Europa, su sabor, textura y olor no se comparaban con nada que el mundo moderno hubiera conocido jamás. Originario de un lejano país que para los europeos era tan real como la Luna, el Infierno o el Cielo, constituía todo una novedad entre la crema y nata de la Sociedad Francesa. Sebastián observaba a los humanos con aburrimiento, fastidio y odio. No comprendía el cómo cosas tan simples lo hacían tan felices ni detalles insignificantes desgraciados. Le parecían criaturas despreciables, carentes de belleza, elegancia o aprecio. Mezquinos, arrogantes, envidiosos, rencorosos, estúpidos…todas las cualidades del mundo Demoniaco y Angelical parecían combinarse en tales criaturas. Reían cuando estaban felices, lloraban en los momentos de tristeza y blasfemaban en los instantes de ira. No los entendía ni quería intentarlo, le fastidiaban en varias y muy diversas formas. Había días incluso en que consideraba la idea de volver al Infierno, no tendría nada que hacer y pasaría hambre, pero al menos tampoco viviría en el estado de amargura en que sus días transcurrían. Pero entonces lo conoció a él, un Demonio. Uno que no sonreía ni reía. Lo reconoció apenas verlo y no fue la postura perfecta, la mirada hambrienta y el porte codicioso y arisco digno todo buen Demonio que se respetará, sino que a diferencia del resto de los invitados no se atiborraba de chocolate, ni lo engullía cual animal; al contrario le daba pequeños mordiscos o lo bebía en sorbos moderados, disfrutándolo, con aburrimiento, casi como si se tratará de una obligación, antes que un placer. Sebastián por el contrario actuaba igual al resto de los invitados y lo devoraba sin educación ni medida, respondiendo a la etiqueta del momento. El Demonio intentaba pasar desapercibido, pero sus esfuerzos sólo lo destacaban más. Consciente o no, proseguía con su comportamiento, siendo el blanco de la atención. Y con una Joven Reina cuyos chispeantes ojos se desplazaban sobre cualquier cosa que llamarán su atención y un Rey arrogante acostumbrado a mandar en pequeñeces y errar en cuestiones importantes, a la larga podría representar un problema. Estaba bien que el mundo les temiera, pero no que los descubriera. Los Demonios, Ángeles y Dioses de la Muerte debían mantenerse en la clandestinidad, ocultos en leyendas, bajo cuentos tontos con moralejas extrañas que cada vez se diluían más, dentro del mundo de los sueños y pesadillas. Eran las órdenes. Eliminar a todo aquel que descubriera su existencia, había excepciones a veces, no con mucha frecuencia, pero si no dejaban sueltos a un par de pobres diablos para alimentar los cuentos y leyendas, su existencia en el mundo de los Humanos podría perderse. Pero la corte Parisina no era un buen lugar para probar su existencia. Y ese estúpido Demonio tentaba a la suerte. Lo observó fijamente, un segundo, no menos…una fracción quizás, sus miradas se encontraron, sus orbes tintinearon, sus labios susurraron palabras silenciosas, casi inexistentes y continuaron bailando con sus respectivas parejas. La Condesa de cabellos rubios giraba en círculos, ajena a otra cosa que no fuera él. Olía bien, tal vez tendría un buen sabor, carne fresca y joven, muy empalagosa en realidad, poco apetecible. El Demonio se ajusto las gafas y con este simple gesto le mostró que estaban libres de hablar. La fornida y rolliza Duquesa envuelta en varias capas de satén, encajes y sedas se alejó inesperadamente del muchacho de anteojos, aterrorizada, al borde de la histeria, víctima de un temor paralizante. Sebastián entregó a otro noble su pareja y se despidió gentilmente de la Condesa, ruborizada de vergüenza. Casi, casi parecía comestible. Se encontraron en uno de los Jardines que rodeaban al Palacio. El Demonio de anteojos le lanzó una pieza de chocolate, redonda, envuelta en un hermoso papel dorado. Sebastián la atrapó, la observó y alzó una ceja con escepticismo. –Se llama chocolate–le dijo el Demonio cuya expresión alegre y casi banal se había transformado de pronto en una fría e impávida máscara de dureza e indiferencia–. Los humanos descubrieron una golosina extraordinaria, pero a la larga termina por hastiar, pero si pruebas un poco, sólo un poco de la más deliciosa y exquisita pieza descubres que no hay nada mejor en el universo y la espera y búsqueda de esa extraordinaria pieza sólo la hace más sabrosa. –Te agradezco el consejo gastronómico, pero te agradecería el hecho de que no te mostrarás tan descaradamente frente a los Humanos, son criaturas fácilmente impresionables y expertas en detectar cualquier detalle que no encaja en lo que ellos consideran “normal”. Sin más que decir, me despido. Sebastián dio media vuelta. Cazaría un par de almas vagabundas y despreciables a las que nadie lloraría antes de meterse a la cama y dormir todo el día. La idea de retornar al Averno se estaba convirtiendo en una posibilidad y poco faltaba para que se transformara en un hecho. –Me gusta pensar en las almas de los Humanos como chocolates–le susurró en un tono malicioso el Demonio de anteojos–. Algún día encontraré al mío y todo habrá valido la pena. No contestó, desapareció en un segundo. Pero una idea terriblemente masoquista e igualmente irresistible tomó forma en la mente de Sebastián, tan perversa como dolorosa para él, sádica y única. Buscaría su chocolate perfecto, con la forma, medida, olor y textura ideal. No sería fácil. Al final de cuentas las almas humanas se diferenciaban poco, pues los humanos se parecían entre sí mucho más de lo que estaban dispuestos a admitir. Pero la buscaría, buscaría, buscaría y encontraría, después de todo tenía a una eternidad por delante y tal vez más. Y cuando finalmente la hallará, tal vez descubriría que se había tratado de la más grande falacia y una pérdida total del tiempo; pero la incertidumbre sólo haría más deliciosa la espera y en caso de que llegará, la recompensa sólo sería un añadido más. Y por primera vez en varios cientos de años, el Demonio de ojos carmesís y cabellos largos sonrió… En el principio la cena tardía y jamás disfrutada no fue más que un chocolate, costoso y delicioso, pero insignificante al fin de cuentas, igual a muchos otros miles que corrían en la corte de Luis XVI. Y así es como esta historia inicia… ALOIS
CHOCOLATE CON LECHE “La combinación de cacao con leche hace que algunos expertos en la materia no lo consideren como chocolate propiamente dicho. A pesar de esto, se pueden encontrar variedades de esta clase de chocolate que llegan a tener un 50% de cacao, aunque en la mayoría de los casos llegan al 20%. Para fabricar algunos chocolates con leche utilizan grasa vegetal y edulcorantes artificiales en reemplazo de la manteca de cacao” No le gustaba el chocolate, en realidad, lo odiaba, pero Claude tenía la mala manía de prepararle chocolate caliente para que bebiera antes de dormir. Se lo llevaba a la cama y le observaba beber, asegurándole que con ese remedio casero dormiría profundamente, sin miedos ni pesadillas. Y él le creía, porque Claude nunca le mentía. Y era cierto, caía víctima de un profundo y envolvente sueño, libre de pesadillas y recuerdos agradables, de odio y de amor, de alegría y pena. La bebida arrastraba todo lo malo junto a lo bueno. Y eso no le gustaba, lo entristecía en realidad. Había noches en que aceptaba la bebida, otras en la que la arrojaba con ira y en algunas ocasiones no la aceptaba, pero tampoco la rechazaba, se limitaba a pedirle que la dejará junto a la cabecera de la cama y que él decidiría más tarde si la tomaba o no. Casi siempre la tomaba, porque los escasos segundos de buenos tiempos, no compensaban el peso de los recuerdos del pasado. Pero había otras ocasiones en que no la bebía, escazas en realidad, en que cansado de dar vueltas en la cama se envolvía en una bata y bajaba los escalones, con los pies descalzos y en silencio, con la experiencia propia de alguien que ha pasado mucho tiempo siendo ignorado y que no quiere ser descubierto. Se deslizaba por los pasillos, atravesaba el vestíbulo y con sus hábiles dedos, propios de un carterista londinense quitaba las cerraduras y abría la puerta, lentamente, reduciendo el ruido del rechinido tanto como le era posible. No se sentaba en los escalones de la entrada, ni bajo los robles que decoraban el jardín o bajo las rosas, claveles y tulipanes que engalanaban el jardín. Se dirigía hasta la tumba donde yacían los restos de uno de los fundadores de la casa Trancy, un hombre con el que no guardaba ninguna relación ni parentesco, alguien del que sólo quedaban huesos, una persona cuya existencia jamás significaría nada. Y haciéndose pequeñito, se acurrucaba junto a la tumba, en la oscuridad y con el frío piso de losa como cama, en compañía de las ratas, arañas, hormigas y demás insectos cuyo hogar invadía intentaba dormir. Sólo ahí, lejos de la Mansión, del apellido Trancy, de Claude, se sentía con una identidad, una existencia, mísera e insignificante, pero que tenía derecho a vivir. Pero una noche Claude vino, seguramente se daba cuenta, no le reprendía, ni molestaba, sólo le dejaba ser, pero su Mayordomo nunca venía –Señor–llamó desde afuera, a las puertas del sepulcro–. Esta noche nevará con fuerza, debe volver a la cama. No contestó, se arropó más entre la frazada que había traído consigo y cerró los ojos. Quería estar solo, tenía frío, pero no había nada capaz de calentarlo esa noche. –Señor, salga de una vez–Claude volvió a llamar un par de veces–. Jim–dio un ligero respingo, hacía tanto tiempo que Claude no le llamaba así, ni siquiera recordaba cuando fue la última vez, casi había olvidado el sonido de su nombre, uno bastante simple, fácil de recordar y también de eliminar. –No voy a salir, me quedaré aquí hasta la mañana–contestó tras un largo rato, arrastrando las palabras, sin convicción ni fuerza. Claude debería de odiarlo en ese momento. No es como si le importará, sin importar lo que pasará, lo devoraría al final. Sólo quería estar solo. Mañana sería Nochebuena y daría una gran fiesta y Lucas no estaría para comer, bailar ni reír, tampoco recibiría los regalos la mañana de Navidad. Podían rodearlo un millar de personas, él seguiría sintiéndose solo, extraño y completamente fuera de lugar. Deseaba ser Jim un poco más, antes de que toda esa farsa diera inicio. Unos brazos grandes le rodearon, el terror lo paralizo, sollozo en silencio, asustado. –Por favor…basta…–gimoteó en silencio, no quería ser lastimado. Haría todo cuanto quisieran, pero el dolor por si mismo ya era lo suficientemente intenso, no quería provocar nada que lo hiriera más. –Basta, no le haré daño. –Claude–musitó lastimosamente, llorando en silencio, a sabiendas de que el Viejo Conde lo mandaría a castigar por la mañana si le veía llorar, quejarse o gimotear. Sonreír, sólo debía sonreír, todo el tiempo, el dolor no importaba, la desesperación no importaba, el deseo de morir no importaba. Sonreír si importaba, reír si importaba, fingir felicidad si importaba. –Está bien. Todo se encuentra listo para su fiesta de Nochebuena. La ausencia del anfitrión es inaceptable y sería una deshonra para la casa Trancy. Los brazos de Claude eran fuertes y su cuerpo cálido, lo reconfortaban. Ya no tenía frío, ni se sentía solo. En la oscuridad giró sobre sí mismo y se puso frente a lo que supuso sería el rostro de Claude, recorrió con sus dedos la nariz afilada, la mandíbula fuerte, las pestañas largas, la frente angulosa. Claude era perfecto, ¿no sentía asco de tocarlo a él? Y entonces lo beso, un beso suave, inocente, casi casto. Y esperaba ver como Claude se alejaba de él, horrorizado ante el contacto, pero Claude no huyo y si hizo un gesto de asco o repulsión, en medio de la oscuridad, no lo pudo ver. Y el beso inocente se convirtió en caricia, la caricia se transformó en gemido y el gemido llevó a que ambos se encontrarán completamente desnudos, piel contra piel, sin intermediarios, ni mezclas extrañas. Demonio y Sacrificio. Y el mero acto fue tan tremendamente erótico y dulce en sí que no necesitaron avanzar más, permanecieron así, desnudos, abrazados, en medio de una cripta, con el cabello revuelto, libre de insectos y ratas que temían acercársele al Demonio. Y Alois finalmente se durmió. Poco antes del amanecer, sumido en las tinieblas, Alois sintió como unos labios traviesos jugueteaban con su lengua y algo terriblemente dulce y embriagador se apoderaba de sus pupilas gustativas. El terror inicial se desvaneció en placer y el chocolate amargo lo relajo lo suficiente para confesar su secreto. –Claude. –Jim. –El Viejo me obsequiaba una taza de chocolate caliente por las mañanas y me felicitaba por ser un “buen chico”, después de que… No termino la frase al no tener necesidad de hacerlo. La noche siguiente Claude le obsequió una taza de té de tila para ayudarlo a dormir y en la mansión Trancy el chocolate caliente nunca más se volvió a ver. CLAUDE
CHOCOLATE DE COBERTURA “Es el utilizado por los reposteros profesionales para cubrir bombones y pasteles, o bien, para rellenarlos y cuentan con una elevada calidad. Este chocolate puede ser moldeado en capas sumamente finas ya que tiene un 32% de manteca de cacao que lo facilita” Claude era un Demonio viejo, ¿Qué tan viejo? Lo suficiente para no recodarlo, si habría de ser sincero. Y eso no importaba, ¿o sí? Sí, bueno, un poco en realidad. Porque cuando se es tan viejo y se ha visto, escuchado y experimentado tanto; todo deja de tener sentido y la existencia se torna aburrida y obsoleta, casi inservible. Regresar al infierno ni siquiera era una opción para él, no estaba seguro de que fuera más interesante que el mundo de los humanos y la curiosidad de descubrirlo, no lo motivaba lo suficiente como para emprender un viaje tan largo y cansado. Además había encontrado a Alois, el muchacho no era el primero con él que realizaba un contrato, antes de él existieron decenas, viejos decrépitos, adolescentes frustradas, hombres poderosos y más. No siempre fue un Mayordomo, en ocasiones tomo el papel de Consejero de Reyes, Asesino al servicio de causas justas o amante abnegado sobre el que hombres y mujeres depositaban sus esperanzas. Cumplió sus deseos y devoró sus almas. Trabajo en ellos durante días o meses, incluso años; pero todos lo recompensaron en mayor o menor medida. Sin embargo Alois era la criatura más enigmática que alguna vez conoció. No era bueno ni tampoco malo, no perseguía deseos nobles, pero tampoco malvados, quería venganza, pero a veces dudaba de la misma. No lo diría, pero la idea de castigar a Sebastián mediante Ciel le torturaba, incluso le quitaba el sueño por las noches. Era fuerte, pero también débil. Y hermoso, realmente hermoso por fuera…Lloraba y reía al mismo tiempo, se rodeaba de luz o se escondía en hoyos tenebrosos. Amaba la vida y al mismo tiempo anhelaba la muerte. Nunca sabía lo que quería, pensaba o haría e intentar adivinarlo casi siempre conduciría a resultados inoportunos. Y a Claude le gustaba Alois lo suficiente para obsequiarle una caricia de vez en cuando, tomarlo en sus brazos hasta que se durmiera o enseñarle que el sexo no tenía porque ser siempre necesariamente doloroso ni monstros horribles acechaba siempre en la oscuridad. Y durante algún tiempo creyó que sería suficiente. Alois era el alma más deliciosa, bizarra y melancólica que hubiera conocido. Pero entonces Sebastián apareció, un Demonio de sonrisa seductora y cuya juventud y amor por el mundo humano lo convertían en un enemigo extraordinario. Recordaba haberlo conocido antes, hace mucho tiempo, no llevaba la cuenta de los años, era inmortal, no tenía necesidad de medir el tiempo. Pero la personalidad de Sebastián, fresca y animada, frívola e incluso infantil le recordaban a su juventud, antes de que perdiera todo sentido de la realidad y olvidará lo que era sonreír. Y si Sebastián le recordó lo que era “vivir”, su joven Contratista, Ciel Phanthomhive le recordó lo que era “sobrevivir” en un mundo que no lo quería ni necesitaba, para el cual no era más que un estorbo al que muchos felizmente eliminarían. Y había tantas semejanzas entre Ciel y su Joven Señor Alois, ambos eran jóvenes, poco más que niños; ambos tenían pasados turbulentos, ambos habían triunfado donde todos sus congéneres fallaron y ambos ansiaban demostrarle al mundo que seguían aquí, aunque nadie los reclamará. Pero las diferencias, sutiles, casi imperceptibles no se escondían tras la frialdad de Ciel ni los arrebatos de espontaneidad de Alois; sino más al fondo, mucho más dentro. Alois sólo esperaba una oportunidad para vivir, pero Ciel, sin embargo, buscaba cada día una razón para no morir. Lo que fuera, odio, venganza, rencor, sangre, dolor o lágrimas, sin importar el cómo o el porqué, él viviría, porque así lo había decidido y no pensaba retroceder. Y Ciel constituía todo un descubrimiento, pero aunque su sabor era exquisito, propio de los más selectivos Dioses, no le bastaba; necesitaba de la melancolía y desesperanza de Alois. Y como todo gran Repostero que se jactaba de ser, los combinó. Y como todo gran Repostero, debió admitir que cometió un error. Por separado eran obras maestras, combinados, ni siquiera eran agradables al paladar. Tal vez lo descubrió ese último segundo antes de dejar que Sebastián lo atravesará con su espada o ya lo sabía antes incluso de comenzar la pelea, quizás se saboteó a sí mismo y se dejo asesinar. O probablemente perdió ante la superioridad del Demonio del Cuervo. No, seguramente su decepción fue el motivo de su muerte y el saber que tendrían que pasar otros miles de años antes de que volviera a encontrar almas como las del niño de orbes azules o la del muchacho de cabellos rubios y él, Claude Fausto, ya había pasado por suficiente número de cosas como para repetirlas y combinarlas una vez más. Y antes de morir, recordó a Alois y le agradeció en silencio, a sabiendas de que el otro jamás lo sabría. Porque aunque fue una combinación fallida, valió la pena…morir cuando se ha vivido siempre valía la pena. Y a su manera extraña, bizarra e incluso patética, entre gemidos, lloriqueos y lamentos, Jim McCain le mostró un mundo en el que de alguna manera “revivió”. CIEL
CHOCOLATE BLANCO “Esta clase de chocolate contiene bajas proporciones de cacao sólido, y está hecho a base de manteca de cacao, leche, azúcar y edulcorantes y su sabor suele tener la misma intensidad que el del negro. Hay algunos fabricantes que reemplazan a la manteca de cacao con edulcorantes sintéticos y aceites vegetales” Ciel era un Demonio, uno pequeño, débil, que necesitaba ser protegido constantemente. Un día le pidió a Sebastián que le enseñará a protegerse, a pelear, quería ser fuerte. El Demonio le sonrió a modo de burla y le preguntó la razón. –Un día te cansarás de mí y podrías abandonarme. Ciel no hizo alusión a la posibilidad de que Sebastián podría asesinarlo o que él fuera quién dejaría al Demonio, porque ambas ideas le parecían tan improbables como el retroceder en el tiempo y cambiar la serie de sucesos y causas que lo llevaron a su condición actual. –La mayoría de los Demonios no recuerdan que eran antes de ser tal cosa. No tienen recuerdos de en qué año se volvieron fuertes o siquiera si alguna vez nacieron o un buen día aparecieron de la nada–le contestó el mayor con la mirada perdida en los árboles, en un tono extrañamente suave, casi, casi triste–. Algunos creen que en otros tiempos fueron humanos. Con el paso de los años serás fuerte y llegará el momento en que descubrirás que no me necesitas ni quieres a tu lado. Hacía más de medio siglo que dejaron atrás los apelativos de respeto, ahora ambos se trataban de “tú”, reconociéndose como iguales en una relación cuya final no parecía cerca. –¿Recuerdas algo antes de ser un Demonio? Sebastián sonrió y negó con la cabeza. –Los Demonios somos criaturas solitarias, no tenemos por costumbre juzgarnos ni matarnos entre nosotros a diferencia de los Ángeles o los Dioses de la Muerte; en realidad no tenemos reglas ni códigos. Nuestra palabra no tiene mucho valor. Por eso las otras criaturas y nuestros propios congéneres nos evitan. Al no tener a nadie con quien compartir nuestro pasado, es fácil olvidar quienes fuimos porque no existimos. Este tipo de charlas eran extrañas, bastante inusuales. Pero Ciel había dejado atrás la personalidad infantil de los primeros lustros y la melancolía de las siguientes décadas, seguía comportándose como un mocoso arrogante y pretencioso casi todo el tiempo; pero también sabía cuando callar y escuchar. Y en ocasiones Sebastián tenía mucho que decir. –¿Me enseñarás? Preguntó una vez más, el Demonio negó suavemente con la cabeza y añadió. –Irá adquiriendo experiencia con la práctica, hasta entonces yo le serviré a mi lado, Joven Amo. Ciel se arrojó a los brazos de Sebastián y el otro lo abrazó. –Estúpido–murmuró entre dientes y suspiró quedamente, nunca volvería a estar solo. TIEMPO DESPUÉS…Los obreros le lanzaban miradas incriminatorias. Y Sebastián reía, no a carcajadas, sino con esa sonrisita que a cualquiera engañaría. Si, esos idiotas criticaban al padre permisivo que concedía cualquier deseo a su caprichoso y mimado hijo único, a la vez que intentaban comprarlo con todo tipo de golosinas y caramelos. Si supieran que él era su Benefactor, el Dueño de las recién inauguradas compañías Phanthom que en el último año había crecido cinco veces su tamaño inicial no le mirarían de esa forma, probablemente ni siquiera se atreverían a hablarle, de la misma forma que le temían a Sebastián. Una fábrica de chocolates, en honor a la verdad no fue su idea más creativa, ni siquiera inteligente, pero le gustaba el chocolate y si antes ya había tenido una, ¿Por qué no hacerlo ahora que era un Ser inmortal? El recorrido fue aburrido, le dejaría el trabajo a Sebastián, a él le bastaba con saber que la mítica receta de su familia seguiría endulzando la vida de millones de personas. Si, era sentimentalismo puro, pero a su padre le habría gustado de esta forma, él realmente creía que un grano de dulzura cambiaría el mundo. Y era un hecho, el mundo no cambiaría, los ricos no dejarían de abusar de los débiles, ni los pobres de tener hambre, ni las personas dejarían de matarse entre sí y llegaría el día en que se destruirían. Y ellos estaban condenados a verlo, pero no todo tenía que ser oscuro, ni amargo; también podía ver luz y dulzura. Y esos pensamientos eran tan impropios de un Demonio, que Ciel se preguntaba a diario, cuando dejaría de tenerlos, en qué momento empezaría a dejar de ser humano. Sebastián se burlaba, pero no pasaban de palabras. En un mundo decadente, ambos se tenían el uno al otro para no olvidar quienes habían sido, eran o podrían ser. –Este es el nuevo chocolate que la compañía piensa sacar dentro de un mes. Sebastián le mostró una bonita figura de chocolate blanco en forma de estrella, Ciel alzó una ceja con escepticismo y el astuto Demonio aprovechó ese segundo de distracción para meter la golosina dentro de su boca. –Esto no es chocolate–escupió entre dientes–. ¡Es una burda y pésima imitación! –Es cierto–aceptó Sebastián comiendo uno–el cacao es sustituido por edulcorante y otros ingredientes naturales. Es una imitación, pero dista mucho de ser mala. Su sabor es similar al chocolate amargo, sólo un paladar refinado notaría la diferencia. –Supongo que servirá. No es como si la compañía Phanthom fuera a durar mucho. ¿Cuánto crees que pasará antes de que comiencen a correr rumores de Vampirismo e Incesto en torno a nosotros? Sebastián checó la hora en su costoso reloj antes de responder. –Un par de años, tal vez tres o cuatro; aunque no hoy. Ciel sonrió, sus labios se curvaron en una expresión de media luna, para cualquier persona su sonrisa no habría llegado hasta sus ojos, pero para Sebastián… El adulto se acercó hasta la pequeña figura y comenzó por quitar todos esos accesorios propios de los niños de hoy en día, pulseras, colleras, audífonos. Era más sencillo antes, incluso con todos esos holanes, listones y encajes; ahora había que quitar varias capas de ropas y demás detalles molestos antes de llegar hasta la piel desnuda. Y como a Sebastián le fastidiaba hacerlo, Ciel se cargaba cada mañana con la mayor cantidad de objetos inútiles con tal de dificultarle la tarea. Ciel pasó sus manos por el cuello de Sebastián y beso su nariz, olía a chocolate, chocolate artificial debía agregar. –¿Y qué nombre le pondrán a ese chocolate blanco? Sebastián sonrió y Ciel se preparó para el comentario que haría gala de su particular forma de burlarse de su personaje. –Beso de Ángel… Un par de replicas astutas asomaron a su mente, pero el momento en que Sebastián besó su cuello y él clavo las uñas en sus hombros todas sus ideas se borraron. Reprimió un gemido de placer y le dio un rápido vistazo a la envoltura de “Beso de Ángel” sobre el suelo, dorada y hermosa. Se preguntó si la primera envoltura con que Claude sedujo a Sebastián hace casi dos siglos en la corte de Luis XVI era parecida a la que ahora descansaba en el piso de la oficina y descubrió que no le importaba, no cuando Sebastián recorría con sus manos su cuerpo y buscaba con ansias sus labios… Algunos finales es mejor no conocerlos y limitarse a disfrutar del momento. Coman un chocolate e imaginen un desenlace, dulce, amargo o picante. El que ustedes prefieran. Y así es como esta historia termina… FIN Bien, aquí es donde me dicen que es “raro, extraño, feo” o abiertamente malo. No sé, quedo raro…incluso para mí, como sea. Cualquier comentario, queja, sugerencia, crítica será bien recibida. Gracias por leer. P.D.– Se me antojó un chocolate, XDDDD.
Última edición por Angie el Lun Jul 29, 2013 3:11 am, editado 2 veces | |
| | | Miss Phantomhive Demonio
Cantidad de envíos : 16188 Edad : 29 Localización : en la mansión con Sebastian Fecha de inscripción : 09/07/2011
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 29, 2013 2:43 am | |
| Inician las votaciones :3 | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 29, 2013 1:37 pm | |
| Diaaaaaaablooooooooos~ skjsjslkasjdjsjd… ¡Que difícil decisión! No, no porque no me decida… ¡Sino porque no puedo votar por mí! ¡BUAAAA! TToTT (¿?¿?¿?) Nah, ya en serio~ xDDD Pero no bromee sobre que me encontraba en una difícil decisión… en general las historias me agradaron por narración, pero las que más me llegaron (¿?) fueron: "El sueño de la mariposa" y "Mi vida, Ciel". No solo por el desarrollo tan emotivo, sino porque hay muy pocos fics (cofcofNo-yaoicofcof) de Lau y Lan-Mao, encima hay poquísisisisisimos Fics de Rachel-sama ;w; por eso es que me cuesta tantoooooo, fufufufu~
Quizás tome mi decisión definitiva hoy en la noche~ ya que en la mañana y la tarde estaré ocupada con mi graduación (¡Al fin~!), así que en luego de la ceremonia y la fiestita, me pasaré a opinar con detalle ;3
Pero en verdad, muy buena la forma de redacción de todas las concursantes. ¡Mucha suerte~! | |
| | | Hadou Ryoko Azif Cocinero
Cantidad de envíos : 209 Localización : Oculta en las sombras º.º Fecha de inscripción : 18/08/2011
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 29, 2013 4:14 pm | |
| Es difícil decidir, todos los fics son muy buenos *·* "Tres son Grell-titud" me pareció muy divertido. Oh... ademas que hubiera algo de cariño de GrellxMadame me pareció muy lindo >/<. "Mi vida Ciel" y "El sueño de la mariposa" tambien me encantaron, ya que muestran personajes que casi no se nombran, dan idea de como pudieron haberse sentido o su historia. El de "Beso de angel" me pareció muy creativo lo del chocolate, ademas que muestra las ideas y emociones de cada personaje. Mi voto va para este ultimo(Beso de Angel), aunque todos me encantan *·* Quiza me extendí mucho *mirando su post Quería dar mi opinion de cada fic. :blush | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Jul 29, 2013 8:34 pm | |
| Bueno, ya con mi mente más clara… aunque no tanto, por considerar mi graduación nada normal (hasta llovió, calló un trueno y todo… no es broma X.X)… pero bueno, luego de pensar mucho y de leer ambos Fics indecisos de nuevo…
Mi voto va…
Para…
¡El mío~! (???) . . .
Nah, ya en serio x'D
Mi voto finalmente fue para "Mi vida Ciel", aunque lo amé tanto como al de Lau, el de Rachel… dios, fue tan triste y lindo a la vez, además salió Ciel demonio, otro detalle que me impresionó *o*
Pero todos los fics fueron de calidad~ :3 | |
| | | MeLargodelForo:P Rey
Cantidad de envíos : 1670 Fecha de inscripción : 18/03/2013
| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics Lun Ago 05, 2013 12:40 pm | |
| Ahora que sí me que costó tomar una decisión... pero ya he pensado y pensado, y fnalmente me he decidido por uno: El mío! okno, yo no pariticipé xDDD bueno, bueno, dejo mi voto aquí.... amé esta peueña historia, muy emotiva sin duda. - :
Mi vida Ciel
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| Tema: Re: =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics | |
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| | | | =Categoria Kuroshitsuji= Fan fics | |
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