Pastel
Cerró los ojos y suspiró, intentando transmitir con palabras lo que no podía con aquel gesto. Sebastian lo miró interrogativamente.
-¿No le gusta el pastel, Joven Amo?- Preguntó el ojirojo, intentando parecer inocente.
Ciel no quería seguir su juego, ya que le llevaría a una situación por demás humillante. Maldijo dos, no, tres veces. ¿Acaso no había demostrado ya en contadas ocasiones que solo deseaba la comida que le hacía 'él'?. Suspiró de nuevo.
-No, idiota.- Su voz era fría como el hielo. Su ceño entrefruncido. Se levantó de su escritorio, dejando el plato el plato en la mesa, con aquel trozo perfectamente cortado, intacto.-Solo me gusta los pasteles que haces tú...- Susurró en un hilo de voz mientras cruzaba el marco de la puerta de su despacho, deseando internamente que aquel demonio no hubiese escuchado nada. Pero claro que lo había hecho, ¿qué clase de demonio mayordomo sería si no?.
Porque sí, a Ciel Phantomhive no les gustaba para nada los dulces, pero como para todo, había una excepción, y Sebastian era la suya. -Y por ende, todo lo que tenía que ver con ese demoniaco ser.-
Sebastian solo sonrió con sorna ante el susurro de su amo. Quizá esta noche le podría enseñar otra forma de usar el dulce...