LA BIBLIOTECA

- Y supongo que tendrá una buena razón para irrumpir de este modo tan grosero en mi mansión- dijo mientras lo observaba y le miraba con severidad.

Entonces Madamme Red, quien desde hacia ya algun tiempo habia sido mas que una mera espectadora desde las sombras, emepzo a caminar hacia donde estaba su sobrino y se paro justo al lado posando una mano sobre el respaldo del sillon...

-¿Que modales de hablar son esos? - dijo con un tono de fastido - Encima que irrumpe en la mansion, ¿osas hablar asi delante del conde y mas aun sobre un miembro de sus sirvientes?- dijo volviendo a retomar su compostura

- Sea como sea - agregó el mayordomo adelantando un paso desde donde estaba - Este situación no es de la incumbencia de esta familia. Sus problemas o los que tenga con la sirvienta, por favor resuelvalos fuera de aquí... Sin embargo, irrumpir en esta mansión y llevarse al dueño sin permiso, es algo que a mi me incumbe - miró fijamente, y con una sonrisa, a ese tal Lucio, mientras se arreglaba sus propios guantes.

Posteriormente, volteó la cabeza para mirar a su amo.

- ¿No es así, mi señor? - y con su mirada, le daba a entender que quería una orden.

Ciel solo dio una breve mirada de reojo a ambas damas, no dijo nada, solo esbozó una pequeña sonrisa.

El último comentario del sujeto solo colmo su poca paciencia y de inmediato llamo a su mayordomo.

- Sebastian, es una orden, quiero que te libres de este invasor. Me aburre.

- Yes, my lord.

La pelea sería sencilla. Y se acercó esperando la acción del intruso. La verdad, no le importaba lo que sucediera con la sirvienta pues era algo que no le incumbía, pero la curiosidad de saber porque se secuestraron a su joven amo, le impedía matarles de golpe.

Quería entretenerse tan sólo un poco.

Conque te gusta jugar,¿no?. Bien...primero irás tú y después aquellos dos... Dijo mientras intentó clavarle a Sebastian su espada pero sin éxito, él mayordomo era muy rápido. No entiendo porque la ayudáis...os habriamos dejado pasar por alto a su amo, a usted y al resto de personas aqui presentes. ¿No os dáis cuenta de que os está utilizando esa cobarde? Dijo con una sonrisita malevola.

Marie reacciona furiosa ante las palabras de Lucio. ¡BASTA!,¡CALLATE!,¡CALLATE!. ¡¿por qué no me dejáis vivir en paz?!, que yo sepa no tengo nada que ver con aquel suceso de hace dos años... ¿por qué no matáis a la culpable en lugar de matar a otras vidas inocentes...? Le dijo entre lágrimas.

Lucio apenas podía concentrarse en la pelea mientras conversaba con Marie. Era...una medida preventiba, no te lo tomes a pecho, pero todas la brujas...¡SOIS IGUAL DE RASTRERAS! La vida es así...la plaga empieza con un insecto y luego se extiende a todos los de su especie. Eso es lo que son las brujas: una plaga. ¿No lo creen ustedes? Dirigió su pregunta a todos los presentes, especialmente al mayordomo y al conde.

La escena le estaba aburriendo. Ese tal Lucio sólo hablaba y actuaba poco... al final, el mayordomo le arrebató la espada con un rápido movimiento, torciéndole el brazo hacia atrás para aprisionarle y amenazarle con el filo de su propia espada cerca del cuello. De la manera en la cual le tenía sujeto, el intruso no podría escapar.

Sebastián miró a su joven amo, antes de sonreir. Llevó a su prisionero cerca de su amo, haciéndole que se arrodillara, con un fuerte golpe de su rodilla, la cual quedó encima de su espalda para inmovilizarle aún más, sin soltarle del brazo ni alejar el filo de la amenazante espada.

- Mis disculpas caballero por este trato tan poco estético, pero usted le debe algunas disculpas al señor de la casa - agregó con sarcasmo, de manera seria.

Finny sólo miraba la escena asombrado, todo había pasado tan rápido. Pero se alegraba que el Joven Amo esté bien y Sebastian se haya encargado de la situación. Se dirijió a Marie que se había escondido detrás de él.

- ¡Marie-san, por favor deja de llorar! Ese hombre fue muy descortés contigo y ahora Sebastian-san se encargará de él, ¡no te aflijas más! - Dijo tomando sus manos.

Sebastian´s maid escribió:

Ojala el demonio se de un fabuloso festín con tu alma..., ¿usted que cree,joven...? Dirigía su pregunta a Sebastian y rie con muchísima malicia.

- Depende del demonio - respondió con sarcasmo, acompañado de una sutil y elegante sonrisa, sin tener la intención de dejarle libre todavía.

Ciel miró despectivamente al invasor y con el asa de su bastón le alzó la barbilla para mirarle a los ojos.

- Sebastian, haz confesar a este sujeto la razón por la cual osó secuestrarme.

A continuación miró con severidad a la criada, que cobardemente se escondía detrás de Finnian.

- Te comportas indignamente y traes problemas a mi mansion ¿Y aún asi te haces llamar una sirviente de esta casa?, despues de acabar con esto arreglaremos cuentas. Y contigo también Sebastian, tampoco cumpliste con tu deber pues al parecer contrataste a alguien que no esta al nivel de la casa Phantomhive

Sebastian miró a su amo, haciendo una suave reverencia, sin soltar al sujeto, presionándole, sin querer?, el brazo sujetó aumentando el daño.

- No tengo escusas por ello, pero como Merin la recomendó, sólo es una sirviente a prueba.

Iba a agregar algo más, pero el tipo había hablado otra vez. Sonrió de nuevo.

- No está posición de pedir nada... y ahora que lo menciona, podría matarle de igual forma e investigar despúes... pero yo sólo recibo ordénes. Si habla, me ahorraría un poco de tiempo - decía mientras le lanzaba boca abajo, empujando su cabeza con el pie - Pero si no habla, me da lo mismo. Así que usted decide: cooperar con nosotros y disfrutar un poco más de su vida, o callar y morir de inmediato. Le doy la opción de elegir.

- En realidad, no le he amenzado. He sido sincero - respondió con su particularidad cortesía, mientras miraba a su amo.

- Sebastian, este sujeto y sus palabrerias me aburren. - dijo mientras le apuntaba con su bastón.

- Quiero que lo alejes de mi vista....y que no vuelva a molestarme nunca más. - y cruzó sus piernas mietras se reclinaba en su sitial y sonreia burlonamente.

Pero no hubo ni un movimiento más por parte del instruso. Sebastián, con su rapidez y agilidad conocida, ya había atravesado el pecho del agresor con uno de sus cuchillos de cocina, que siempre anda trayendo consigo.

- Qué situación más estúpida - musitó mientras se le acercaba, al verle caer en el suelo - No soporto a la gente mal educada - sonrió, pisando el cuello de Lucio hasta provocarle la muerte.

Ya no había nada más que hacer. Volteó para mirar a su amo:

- Disculpeme la demora, pero la plaga ya ha sido eliminada.

Y caminó hacia él.