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| Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) | |
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ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Vie Nov 30, 2012 4:47 pm | |
| Clayton sabe que lo que le está pasando no es normal. Y es que tantos desastres en un mismo día son imposibles ¿Logrará saber la causa de sus desdichas o morirá en el intento?
Cap 1. Una tras otra.
Era una mañana como otra cualquiera en Weston College. Solo que ese día Clayton no se despertó con la campana de la escuela como solía hacerlo. En su lugar, le despertó un ensordecedor grito contra su oreja.
-¡Clayton, despierta, que son casi las siete!-
Se incorporó horrorizado ¿Cómo podía no haber oído la campana? ¿Y por qué esos cabrones no le habían llamado primero?
A toda prisa agarró sus gafas y se dispuso a levantarse de la cama, con tan mala suerte que sus piernas se enredaron en las sabanas y cayó de bruces, derribando en el proceso su mesita de noche. Jurando en varias lenguas muertas, se vistió a toda prisa y tratando de verse lo más presentable posible, bajó corriendo a tomar el té de la mañana.
Nada más llegar allí lo recibieron las miradas de incredulidad de sus compañeros, que no se despegaron hasta que acabó de comer. Aparte, podía sentir a Bluer escudriñándole desde la otra punta del comedor. Era casi seguro que el prefecto había notado su ropa mal colocada, su cabello despeinado y las marcas de la caída. Bonita manera de empezar la mañana.
Llegó la hora de la misa matutina y Clayton se apresuró a tomar el primer asiento. Ni de coña sufriría otro retraso ese día. Y efectivamente, no lo sufrió. En su lugar, se dio cuenta nada más sentarse de que había olvidado su libro de oraciones. Y para su desgracia el profesor Smith, el más estricto de toda la escuela, también se dio cuenta. Clayton tragó saliva, sabiendo que no llegaría puntual al desayuno.
Sus peores predicciones se cumplieron cuando el profesor le retuvo en la puerta de la capilla y le dio un larguísimo sermón y le penó con dos “Y”. El sermón, a voz en cuello, por supuesto.
Nuevamente tuvo que llegar corriendo al comedor con la gente ya cuchicheando. Clayton les miró con el ceño fruncido ¿acaso ellos no habían tenido nunca un mal día? Cierto que el suyo no había podido empezar peor, pero alguna vez tenía que pasar.
Cuando sonó la campana que avisaba el fin del desayuno y el comienzo del tiempo del sirviente, Clayton fue a buscar a Phantomhive para que le preparase unos bollos de crema. Necesitaba algo dulce. Se relamió al pensar en esos esponjosos, dulces y jugosos bollos, hmm.
-¡Clayton!-
El aludido se dio la vuelta. Prácticamente corriendo hacia él iba el amigo de Phantomhive ¿McMillan se llamaba?
-¿Qué ocurre?- preguntó
-Bien, veras… es que Phantomhive está enfermo y no podrá ir hoy al tiempo del sirviente-. Clayton resistió las ganas de golpear su cabeza una y otra vez contra las paredes, puso su mejor cara de poker y despidió al muchacho con un seco “de acuerdo”. A continuación se dirigió al estudio de Bluer haciendo tripas corazón y rezando a todas las deidades que conocía porque el resto del día mejorase, aunque fuera poquito.
Y al parecer decidieron escucharle, por una vez. Tanto el tiempo del sirviente como sus clases fueron completamente normales. Incluso Bluer se abstuvo de echarle la bronca por los incidentes de la mañana. Si, nuevamente la suerte le sonreía… hasta el mediodía, donde la muy cabrona no solo dejó de sonreírle, sino que directamente le abofeteó con saña.
Iba tan tranquilo hacía el comedor cuando, al bajar las escaleras, oyó un ruido extraño detrás suyo. Al girarse vio un enorme fardo negro rodando hacía el con poca o ninguna intención de detenerse. Tardó medio segundo en darse cuenta de que “aquello” era el subdirector y otro medio en comprender que se lo iba a llevar por delante sí o sí. Y no se equivocó, antes de que pudiera siquiera parpadear estaba en el bajo de las escaleras con la rodilla del subdirector en su cuello y un codo justo en mitad de su columna vertebral.
Cuando por fin pudo mirar hacia arriba, deseó poder desvanecerse. Los otros tres sirvientes estaban allí y, claramente, lo habían visto todo. Harcourth le preguntaba si se encontraba bien mientras intentaba quitarle de encima al subdirector (palabra clave: intentaba) y Midford hacia grandes esfuerzos por contener la risa, mientras Cheslock inmortalizaba el momento con una cámara que había sacado de Dios sabía dónde. Clayton gimió ¿Qué había hecho él para merecer aquello?
La hora del té con los prefectos fue una pesadilla, sobre todo con Cheslock repartiendo las fotos del incidente. De todas las artes que podían interesarle, tenía que especializarse en la fotografía. Lo hacía por joder, eso seguro. Y Violet haciendo comentarios sarcásticos tampoco es que ayudara demasiado, la verdad.
Una vez terminada la hora del té y se disponía a salir del Mirador del Cisne sintió una mano en su hombro. Se dio la vuelta y vio a Violet mirándole con una expresión más espeluznante de lo habitual.
-¿Q-Que ocurre?- preguntó Clayton tratando de que no se le notase el miedo.
-Te está persiguiendo- dijo mirándole fijamente, como si a su lado hubiese algo que solo Violet podía ver.- Yo que tu, tendría cuidado.-
Una vez dicho esto, se marchó con Cheslock sin decir ni adiós. Clayton volvió a la escuela pensando en lo que acababa de ocurrir ¿Tenía Violet poderes paranormales o solo había esnifado demasiada pintura?
No volvió a pensar en ello hasta que, en la noche, derramó una botella de tinta sobre el trabajo de literatura que había tardado una semana en hacer. Se fue a la cama con las palabras de Violet resonando en su cabeza.
N/A: Ya que borraron la pagina lo vuelvo a subir XD El segundo cap aun tardara un poco ya que los examenes siguen ahi pero espero tenerlo para Navidad.
Última edición por ayal92 el Jue Ago 14, 2014 8:40 am, editado 7 veces | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Lun Dic 03, 2012 11:17 pm | |
| - ayal92 escribió:
- Si, nuevamente la suerte le sonreía… hasta el mediodía, donde la muy cabrona no solo dejó de sonreírle, sino que directamente le abofeteó con saña.
Iba tan tranquilo hacía el comedor cuando, al bajar las escaleras, oyó un ruido extraño detrás suyo. Al girarse vio un enorme fardo negro rodando hacía el con poca o ninguna intención de detenerse. Tardó medio segundo en darse cuenta de que “aquello” era el subdirector y otro medio en comprender que se lo iba a llevar por delante sí o sí. Y no se equivocó, antes de que pudiera siquiera parpadear estaba en el bajo de las escaleras con la rodilla del subdirector en su cuello y un codo justo en mitad de su columna vertebral. ¡Dioooooos! ¡No paré de reír al imaginarme esa escena! ¡Siempre quise que el sub-director en uno de sus ÉPICOS tropiezos se llevará a alguien con él! *mis oraciones fueron escuchadas, ¡yay!* XDDDDD
Jejeje sin duda un fanfic muy interesante, espero la continuación para descubrir a qué se refería Violet con eso que dijo o.oU
PD: ¡Cierto! ¡Todos tuvimos un mal día alguna vez! (cofcofaunqueyotuvecomotresmalosdíascofcof)
¡¡SAYONARA!! | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Dic 22, 2012 3:43 pm | |
| Cap 2: Alejando la mala suerte (o intentándolo).
Durante los primeros tres días, Clayton había pensado que solo era casualidad. Después de todo, todo el mundo tenía una mala racha ¿no?
A los cinco días ya empezaba a pensar que aquello era bastante raro; y oía las palabras de advertencia de Violet hasta en sueños.
Al final de la semana llegó a una conclusión: estaba total e irremediablemente gafado; lo que le llevó a tomar medidas.
En primer lugar, hizo lo que todo buen Shappire Owl haría: buscar las causas. Pero, por mucho que se esforzase, no se le ocurría ninguna. No recordaba haber roto ningún espejo, ni pasar por debajo de una escalera, ni cruzarse con un gato negro, ni nada de lo que, según sabía, producía mala suerte.
Y ya que no daba con la causa, pues intentaría buscar una solución, por temporal que fuese. Tras mucho leer y pedir consejos consiguió todo lo que necesitaba. El problema era que, con todo lo que llevaba encima, parecía el puesto ambulante de una bruja gitana.
Llevaba encima tantos crucifijos que podría montar su propia santería, varias patas de conejo atadas a la cintura, una herradura en el bolsillo de la chaqueta (benditos establos) y una ristra de ajos en la cartera (cuando los pidió en la cocina pensaron que se había vuelto loco).
Además, recitaba el libro entero de oraciones varias veces al día, tocaba madera tantas veces que se le había desgastado el escritorio y arrojaba sal por encima del hombro izquierdo hasta cuando se duchaba.
Después de varios días con esos métodos llegó a una conclusión: no servían para nada. No había forma de que algo le saliese a derechas y estaba comenzando a desesperarse. Tendría que buscar otra solución… cuando se levantase de su más reciente caída. Ya era la cuarta vez ese día que acababa besando el suelo.
-¿Se encuentra bien, joven Clayton?-
El aludido miró hacia arriba. El profesor Michaelis le miraba con expresión preocupada mientras le tendía la mano.
En un arrebato de desesperación, Clayton se abrazó a sus rodillas y le miró con ojos suplicantes. Era su única esperanza.
-¡Profesor Michaelis, por favor, la mala suerte me persigue, por favor haga algo, se lo suplico!- gritaba entre sollozos.
-Está bien, hijo mío- decía el profesor con voz conciliadora-. Mañana por la tarde ven a la capilla y discutiremos a fondo esta cuestión. Este no es el mejor lugar- añadió mirando avergonzado a su alrededor.
Entonces Clayton se dio cuenta. El pasillo entero estaba lleno de gente, unos aguantándose la risa y otros mirandole como si fuera un demente.
Incapaz de soportarlo, salió corriendo para encerrarse en su habitación ¿Pero cuando se acabaría aquello?
Sebastian, por su parte, decidió que tendría que hablar con su joven amo. Aquella situación con Clayton podría servirles para algo… aunque fuera para echarse unas risas.
N.A: Siento el retraso. Prometo tardar menos para el proximo. Y definitivamente be Clayton is suffering
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| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Dic 22, 2012 7:09 pm | |
| ¡Gloria a Dios y a Superman! ¡Por fin actualizaste! XD
Aunque estuvo algo corto, sin duda ya se está notando que por más intentos que haga el pobre Clayton (disfrazándose de gitana ambulante) por librarse de su mala suerte, ésta es causada por algo más.
Ya veremos si Ciel y Sebas se dignarán a ayudarlo y no solo a burlarse del pobre Sapphire Owl xDDD
¡¡NOS VEMOS!! | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Dic 22, 2012 7:25 pm | |
| Sorry por la tardanza pero es que con este fic estoy empezando a tener bloqueo de ideas. Por ejemplo para el proximo tenia pensado que Sebas y Ciel "ayudasen" a Clayton con un "ritual de buena suerte" que seria mas bien una broma... pero es que no se me ocurre nada lo suficientemente flipado/humillante. A ver si la musa vuelve de sus vacaciones. Eso si, de que lo termino, lo termino aunque me lleve hasta la jubilación. Gracias por leer y comentar | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Dom Dic 23, 2012 9:27 pm | |
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| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Jue Ene 03, 2013 9:48 pm | |
| Cap 3: Pasito a pasito y caída a caída…
Clayton iba hacia la capilla, sintiendo las miradas clavadas en su nuca y los susurros a sus espaldas. Se había hecho más popular en apenas una semana que en los cinco años que llevaba en Weston Collegue. Y no por sus meritos precisamente.
Sus caídas, accidentes y desastres en general en esos días se habían hecho ya legendarios. Los alumnos le señalaban por los pasillos, comentaban su última “hazaña” y hasta alguna vez había escuchado a los de primer año haciendo apuestas sobre cuando y como se iba a escoñar a continuación.
Y no podía más. Como el profesor Michaelis no le encontrase remedio a su problema, se acabaría ahorcando en su cuarto. Aunque, tal y como estaban las cosas, lo mismo se le rompía la cuerda antes de espicharla.
Entró en la fría y silenciosa capilla y se dirigió al confesionario, no sin antes destrozarse el dedo gordo del pie contra uno de los bancos. No había que perder las costumbres.
Entró al confesionario casi rompiéndose la cabeza. En ese momento oyó la voz del profesor Michaelis al otro lado de la cabina.
-¿Se ha hecho daño?- preguntó el docente con voz aparentemente preocupada. Lo que Clayton no podía ver era la ancha sonrisa que adornaba su rostro en esos momentos. -No se preocupe, estoy bien- respondió Clayton frotándose la cabeza.
-Y ahora, dígame ¿Qué le tiene tan preocupado?-
Clayton aprovechó la oportunidad y se explayó a sus anchas. Se lo contó todo, como un enfermo contándole los síntomas de su enfermedad al doctor. En cuanto acabó, se sintió como si le hubieran quitado un enorme e invisible peso de sus hombros.
-Así que-dijo pensativamente el profesor-, por alguna razón, está teniendo una cantidad de mala suerte terrible que está afectando mucho a su rutina diaria.
-Eso es. No hay nada que me salga a derechas y yo no puedo vivir así. Por favor haga algo- el tono de Clayton se había vuelto más suplicante a medida que hablaba.
El profesor permaneció unos instantes en silencio reflexionando (fingiendo reflexionar, realmente) hasta que por fin respondió.
-Bien, aunque no puedo dar con la causa, es evidente que sus flujos de chakra están mal alineados, lo que provoca una alteración negativa de su porvenir causándole desgracias-
-Comprendo-dijo Clayton aunque realmente no había entendido ni una palabra. Pero el era un miembro de la casa azul, así que no le pillarían sin saber algo-. ¿Y hay algún remedio?-
-Sí. Verá, mi tía abuela, una muy respetable abadesa del convento de Sotoancho, tenía una poción para la buena suerte que era un autentico milagro. Tómese un trago cada hora y verá como su suerte mejora en un par de semanas-
Clayton levantó una ceja, escéptico. Había oído de remedios para la mala suerte que había que colgar, llevar puestos… ¿pero beberlos? Aún así decidió fiarse del profesor. Después de todo, era un hombre sensato, integro y fiable. Sin sentido del espacio personal, pero muy fiable.
-Muchísimas gracias- respondió al fin sintiendo un inmenso alivio- ¿Dónde tiene la receta?-
-Ah, justo esta mañana se la di al joven Phantomhive. El pobre niño estaba tan desesperado por ayudarle que me la pidió. Ahora debe estar haciéndola.-
Los ojos de Clayton se llenaron de lágrimas. Lagrimas de felicidad y agradecimiento. Desde luego, Pahntomhive era un amor. Le daría las gracias en cuanto le viera.
Se despidió del sacerdote con voz medio ausente y salió del confesionario, tan abstraído en sus pensamientos sobre la bondad humana, que no vio la pared de piedra hasta que se dio de morros con ella.
Sin él saberlo, dentro del cubículo donde estaba el profesor Michaelis, tenía lugar una conversación trascendental.
-Realmente, Joven Amo, hay que ver las cosas que me hace decir- se medio quejaba cierto mayordomo demoniaco.
-Cállate. Era necesario- dijo el conde Phantomhive intentando levantarse. Había escuchado toda la charla sentado en el suelo de la cabina y se estaba sintiendo ya incomodo. Y, con lo estrecho que era aquello, no le quedó otra que sentarse en las rodillas de Sebastián.- Si estamos ayudando a Clayton con esta estupidez, es porque así podré hacer meritos con él para la reunión a medianoche.
Sebastián sonrió con cinismo. El sabía los verdaderos motivos. El director aún no había dado fecha para la reunión y el pequeño conde se estaba aburriendo como una ostra. Ayudar a Clayton era una forma de combatir la rutina.
-Por cierto, Sebastián- volvió a hablar el conde- ¿Cuál es la receta de la “pócima de buena suerte”?- preguntó con una sonrisa burlona.-
-¿Quiere hacerla?-inquirió el mayordomo pensando que, por una vez en su vida, su amo se colocaría detrás de un fogón de cocina.-
-Ni hablar- negó el conde. Los sueños del demonio de ver a su amo en delantal, al garete- Solo quiero ver qué va a beber Clayton exactamente. Dependiendo de lo que sea, puede que me dé pena y todo.-
Sebastian sacó un papel del bolsillo de la sotana y se lo tendió a su amo, quien leyó con interés.
Ingredientes: Varias cabezas de ajo. Hojas de col de Bruselas. Un filete de pescado, preferiblemente lubina. Un puñado de uvas. Una mezcla de albahaca, tomillo y romero. Un chorro de aceite. Sal Un trago de vino. 1L de agua bendita.
Preparación: Machacar los ingredientes sólidos. Mezclarlos con los demás ingredientes. Echarlo todo al agua bendita y remover hasta que se mezcle. Servirlo.
Ciel leyó varias veces, debatiéndose entre reírse o vomitar. Si eso no quitaba la mala suerte de Clayton, al menos limpiaría su estomago de una manera que ni el mejor purgante.
-Maravilloso- dijo con una gran sonrisa devolviéndole el papel a Sebastián. De repente pensó en algo.- Realmente, ¿Qué le pasa a Clayton?
Sebastián le explico con una sonrisa las verdaderas causas del infortunio del muchacho. El conde lo miró con los ojos (o al menos con el ojo bueno) como platos.
-O sea, que su mala suerte es por… y por culpa de…-balbuceó tratando asimilar toda esa información. Finalmente se dio una palmada en la frente- ¿Cómo hemos acabado en esto?-
-Culpe a la autora- dijo Sebastián fulminando a la susodicha con la mirada.-
Al día siguiente, Clayton se dirigió a su estudio, recordando que ese día empezaría su “tratamiento” contra la mala suerte; lo que le levantaba mucho el ánimo.
Nada más entrar, se encontró a Phantomhive esperándole con una sonrisa y una botella en su escritorio. Antes de que ninguno de los dos supiera lo que estaba pasando, Clayton había estrechado al menor entre sus brazos mientras lloraba y le agradecía histéricamente.
Ciel consiguió que recuperase la calma antes de que alguien apareciese por ahí y pensase que habían perdido la cabeza (tenía una imagen que mantener). Clayton por su parte miraba con interés (y asco) la botella.
El color del líquido (por llamarlo de alguna manera) no invitaba exactamente a beberlo. Abrió la botella y olió cautelosamente. Casi inmediatamente, se tapó la nariz aguantando las ganas de vomitar. Decir que era asqueroso era quedarse corto.
-Se que no tiene buena pinta-dijo Ciel con una expresión de niño cándido y encantador digna de McMillan-, pero el profesor Michaelis me aseguró que funcionaria.-
Clayton suspiró. Phantomhive tenía razón, además cuanto más asquerosa era una medicina, más efectiva ¿no? Así que, sin pensárselo, se bebió un trago. Era tan asqueroso como parecía.
A lo largo del día, Clayton se lo tomó, sin fallar, una vez cada hora en punto. A cada trago se iba poniendo más verde, hasta que, a la hora de la comida, su estomago no resistió más. Empezó a vomitar como si sus entrañas quisieran librarse de toda la porquería que había bebido. Tuvieron que llevarle a la enfermería entre varios.
Lo que más lamentaba, pensó, era que aquello ya no le servía para nada. Echado en una cama de la enfermería, recuperándose del dolor de estómago, decidió que tenía que averiguar las causas de su mala suerte. Cuanto antes supiera lo que pasaba, antes tendría que dejar de tomar aquel mejunje.
De pronto se acordó de las novelas de detectives que solía leer ¿Cómo no había pensado en eso? ¡Tenía que hacerse las mismas preguntas que los detectives para resolver su caso!
¿Qué? Una mala suerte que lo iba a acabar matando.
¿Cuándo? Desde hacía más de una semana.
¿Dónde? Mayormente fuera de las clases y del tiempo del sirviente.
¿Por qué? Eso quisiera saber el.
¿Quién? Nadie… ¿¡!?
Clayton se incorporó en la cama tan rápido que casi se abrió la frente con el cabecero ¿¡Como no lo había pensado antes!? ¡Le estaban echando un mal de ojo! ¡Todo cuadraba!
La mala suerte solo paraba en las clases y en el tiempo del sirviente, justo cuando quien fuera estaría demasiado ocupado como para maldecirle. No se remediaba porque la maldición seguía activa y era tan bestia porque lo estaban maldiciendo con saña.
Se echó de nuevo en la cama, extasiado por su descubrimiento ¡Todo lo que tenía que hacer erea atrapar al responsable y obligarle a liberarlo de la maldición!
-Ya verás- pensó- . Te atraparé y tendrás que pedir perdón de rodillas ¡Te lo juro, quien quiera que seas!-
A.N: Wow, actualicé mucho antes de lo previsto! Aunque la proxima se retrasará un poco más ya que empiezo las clases. Pero al menos esta vez me salio uno largo. Disfruten
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| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Ene 05, 2013 12:10 am | |
| Yaaaaay, actualización :3
Jajajajajaja vaya, sigo teniendo penita por el pobre de Clayton xDDD
Ese Sebastián, ni hablar de Ciel jajaja "Culpe a la autora" lololol
Y diooooooos!! Que es lo que atormenta al pobre Sapphire Owl!? Curiosidad everywhere TwT
¡¡NOS VEMOS!! | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Dom Feb 03, 2013 12:47 pm | |
| Cap 4: Avanzando (con el pie izquierdo).
Saber que la causa de su mala suerte tenía nombre y apellido había devuelto a Clayton el valor y la confianza que creía perdidos. En cuanto su aparato digestivo volvió a funcionar con normalidad comenzó las pesquisas.
Sabía por experiencia (todas las novelas de detectives de la biblioteca) que el criminal solía ser alguien del entorno cercano. Se puso a pensar en quien, de entre sus conocidos, haría tal cosa.
Panthomhive estaba descartado. Después de todo, le había preparado ese asqueroso mejunje para la mala suerte de manera desinteresada ¿Cómo iba a ser él?
Bluer no le haría algo así a quien había sido su sirviente por años. Además ni siquiera creía en el ocultismo ni esas memeces.
¿Los de la casa verde? No. Esos tenían la sutileza, la astucia y el disimulo de un elefante en una cristalería. Todos descartados.
¿Los de la casa roja? Redmond se tomaba todo a la ligera, así que no le veía guardando rencores. A Cole le habían expulsado. Y Harcourth era un santo, incapaz de odiar ¡si hasta sintió pena por Cole cuando le expulsaron!
¿Los de la casa violeta?... Bien, que pareciesen recién salidos de una secta satánica no significaba que se dedicasen a gafar a quien no les gustaba ¿o sí? Al menos Violet, porque Cheslock era un reverendo cabrón ¿Su motivo? Pudo hacerlo por diversión, no sería raro en el. Pero no había pruebas.
Siguió reflexionando. Tenía que saber cómo le habían maldecido y así sacaría pistas sobre el criminal (por no llamarle algo peor). Pero, siempre había un “pero”, el no sabía nada sobre maldiciones.
Por un momento se imaginó preguntando al bibliotecario por un libro sobre brujería. Probablemente le despellejaría a correazos, eso antes llevarle ante el director por el cuello ante el director acusándole de satánico. Y el director le retiraría el derecho a asistir a las reuniones a medianoche, un privilegio que le había costado cuatro años y un pelotazo en la cara conseguir. No se iba a arriesgar.
Tan concentrado estaba en sus reflexiones que no se dio cuenta de que estaba haciendo algo que, con la suerte que tenía, era un deporte de riesgo: caminar sin fijarse por donde iba. Y justo iba hacia una escalera que no vio hasta que bajó por ella de la misma forma que el subdirector: rodando.
Al menos tuvo la “suerte” de aterrizar en algo blando, que, para más humillación, resultó ser Harcourt.
-¿¡Estás bien!?- gritó quitándose rápidamente de encima y ayudando al menor a levantarse.
-S-Si- respondió Harcourt. Pero en cuanto se puso de pie, Clayton tuvo que sujetarle para que no volviese a caer.
-Lo siento, ¿te has hecho daño?-
-Me he torcido el tobillo-respondió con una mueca de dolor.- ¿Podrías ayudarme a llegar a la enfermería?-
-Claro-
Caminaron en silencio por los pasillos durante un rato hasta que Harcourt volvió a hablar.
-Por cierto, Clayton ¿estás bien? Estos días te está pasando de todo.- preguntó mirando a su compañero con preocupación.
-Lo llevo lo mejor posible. Y he descubierto que algún desgraciado me ha echado un mal de ojo- respondió Clayton, frunciendo el ceño al recordar al anónimo causante de sus problemas.
Harcourt le miró con los ojos como platos.
-¿En serio? P-Pero ¿Quién haría algo tan horrible?-
-No lo sé. Estoy tratando de averiguar al menos como lo hizo, pero no sé dónde encontrar información-dijo Clayton con un suspiro.- Ah, ya hemos llegado-comentó mientras abría la puerta de la enfermería con una mano y sostenía a Harcourt con la otra.
Harcourt se sentó en una de las camas con ayuda de Clayton, y se le quedó mirando pensativo.
-¿Has probado a mirar en el área vieja de la biblioteca?-
Se refería a la sala que había sido biblioteca en los principios de la escuela y que ya no se usaba más que como almacén. Clayotn se le quedó mirando sin comprender.
-¿Por qué allí? Sé que aun hay libros dentro, pero ¿Cómo va a haber… sobre esto?-
-Bien…-dijo Harcourt ruborizándose- En las novelas de suspense la clave para resolver el misterio esta en ese tipo de lugares. Viejos, polvorientos, abandonados, ya sabes.
-Sí, pero eso es solo en las novelas… aunque esto parece una novela de suspense particularmente mala-comentó Clayton. Al final se decidió. Lo haría. Total ¿Qué podía perder?
-Creo que lo haré. Gracias por el consejo- dijo con una sonrisa, mientras se disponía a salir.
-De nada- respondió Harcourt igualmente sonriendo mientras el doctor se acercaba a examinar su tobillo.
Clayton corrió por los pasillos hasta que por fin encontró a Phantomhive en la sala de estudio con sus amigos.
-¡Phamtomhive! ¡Tengo que pedirte algo!-
-Voy. Hasta luego.-dijo Ciel despidiéndose de sus amigos y corriendo hacia Clayton.- ¿Qué es lo que ocurre?-
-Vamos al área vieja de la biblioteca- respondió Clayton con una sonrisa de triunfo-. Ahí tiene que haber un libro sobre maldiciones y males de ojo, esperemos.-
Ciel se quedó un momento en silencio, sopesando si debía decirle quien era el culpable y como lo había hecho o quedarse callado. La primera evitaría que tuviese que entrar en un sitio lleno de mugre y polvo, de los que ya estaba harto de frecuentar debido a sus misiones. Sin embargo, la segunda le obligaría a dar incomodas explicaciones. Al final se resigno.
-Está bien-.
En cuanto llegaron al área vieja de la biblioteca, se hizo evidente que nadie había entrado allí en los últimos cincuenta años, al menos. Casi asfixiándose por el polvo y la humedad, empezaron a mirar en las estanterías. Cuando estaban mirando en las más bajas, Clayton se detuvo repentinamente.
-Phantomhive, creo que lo mejor será mirar en las de arriba del todo primero- dijo Clayton con firmeza. Después de todo, el también se había leído alguna de esas novelas y sabia que, por alguna extraña razón que no sabían ni los autores, los libros sobre ocultismo SIEMPRE tenían que estar en los sitios más inaccesibles. Para dar intriga o para fastidiar a los protagonistas, más probablemente eso ultimo.
-De acuerdo- respondió Ciel trayendo la desvencijada escalera.
-Será mejor que subas tú- ordeno Clayton con desconfianza. Bastantes caídas tenía ya como para arriesgarse a subir.
Ciel subió a la escalera suspirando con resignación y empezó a revisar la estantería, hasta que se detuvo en un grueso volumen en el medio de la fila. Girando la cabeza, leyó el titulo que figuraba en el lomo.
-“Maldiciones del mundo y sus contra maldiciones”. Creo que este puede servir-.
-Perfecto- sonrió Clayton; aunque no podía dejar de pensar como cuernos había acabado semejante libro en la biblioteca de su escuela.
Ciel intentó sacar el libro, pero tiró con tanta fuerza que tropezó y cayó justo encima de Clayton, quien no pudo evitar que Ciel aterrizara justo encima de su estomago y la mitad de los libros del estante sobre su cabeza. Maldita mala suerte.
N.A: LO SIENTOOOO!!! PIDO DISCULPAS AL MUNDO ENTEROOOOO!!! PERDON POR EL RETRASOOOO!!!
Y despues de la imitación de Ritsu Sohma, las explicaciones. Aparte de que tenia (y sigo teniendo) muchas ideas sobre como continuar el fic, no sabia muy bien cuales poner y como enfocarlas. Ahora ya lo llevo un poco mejor pero sigo teniendo un cacao mental importante. Procuraré aclararme las ideas y llevar el fic de la mejor forma posible.
Peeerooo lo peor de todo son los trabajos y examenes tras los cuales me cuesta un mundo ponerme a escribir. Espero retrasarme menos a la proxima y perdon por las molestias.
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| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Lun Feb 04, 2013 12:22 am | |
| Descuida, a todos nos atormentan los examenes y trabajos ;w;
Respecto al capítulo… estoy de acuerdo, TODO es igualito a una novela de suspenso o.o
Y jajajaja EPICO el final, me morí de la risa, pobre Clayton xDDD
¡¡NOS VEMOS!! | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Jun 15, 2013 7:54 pm | |
| Cap 5: Cayendo (cuesta abajo y sin frenos).
Clayton no podía creer la suerte que había tenido encontrando aquel libro. Era demasiado bueno para ser verdad y no tardó demasiado en comprobarlo.
En cuanto abrió el volumen descubrió que le faltaban varias páginas. Páginas que resultaron ser las que contenían las contramaldiciones. Estaba buscando desesperadamente alguna que hubiera podido salvarse cuando encontró una nota escrita en tinta roja en mitad del libro. Decía lo siguiente:
¿Creías que sería tan fácil?
— ¿Q-Qué significa esto?— preguntó entre furioso, confundido y asustado.
—Probablemente la haya escrito quien sea que te esté gafando— comentó Phantomhive mirando la nota por encima del hombro de Clayton. Al ver la mirada de extrañeza de su compañero añadió: — .Tiene lógica ¿no? Quiere hacerte la vida imposible y probablemente encontró la maldición que está usando en ti en este libro…
—Y el muy desgraciado ha quitado las páginas que podrían ayudarme. Maldito bastardo…— murmuró entre dientes volviendo a revisar la nota.
Estaba escrita con una letra muy redondeada, como la de los libros de caligrafía. Claramente no era la verdadera letra del autor, y por lo tanto no le servía para nada. Suspiró resignadamente.
—Phantomhive, vámonos. Es casi la hora de la cena.
El dolor que sintió al incorporarse le recordó que Phantomhive y una enorme pila de libros habían caído sobre el apenas un rato antes. Casi no podía andar y Phantomhive tuvo que ayudarle a llegar al comedor. Mientras cenaba repasó lo que sabía en ese momento. Básicamente, que el culpable de sus problemas era un bastardo previsor con una caligrafía muy bonita. Pues vaya.
Mientras llegaba la hora de ir a dormir no pudo evitar fijarse en el libro. A pesar de que ya no le servía para encontrar una solución, al menos algo podría sacar de ahí ¿verdad? Con ese pensamiento lo abrió y empezó a leer.
A la mañana siguiente en el estudio de Bluer…
— Clayton, ¿te encuentras bien? ¡Clayton!
El aludido se incorporó inmediatamente al oír la voz de su prefecto, dejando caer la camisa y el botón que en teoría debía estar cosiendo en esos momentos.
— ¡Perdón, Bluer, perdón! ¿Qué estabas diciendo?
—Decía que fueses a buscar el correo— respondió el prefecto ya impaciente— ¿Qué te está pasando hoy? Nunca te había visto tan descuidado en el tiempo del sirviente.
—Lo siento—murmuró Clayton levantándose de la silla—. Es que anoche no dormí muy bien.
Era una verdad a medias. La mitad de la noche la había pasado leyendo el libro y la otra mitad preguntándose qué clase de mente enferma podía haber pensado esas monstruosidades. Y, peor aún, siendo consciente de que alguien estaba usándole de conejillo de indias para probarlas. Así que no había pegado ojo.
Bluer se limitó a asentir mientras Clayton salía de la habitación. En cuanto su sirviente cerró la puerta, el prefecto frunció el ceño con preocupación. Sabía que había algo más con la actitud de Clayton esos días y eso le preocupaba.
La puerta se abrió interrumpiendo sus pensamientos. Clayton estaba de vuelta.
—Gracias—dijo Bluer tomando las cartas y revisándolas. Una de sus padres, varias de sus hermanas, una de su abuela y…
Suspiró frustrado. Ya era la quinta vez en esa semana que recibía una de esas molestas cartas. Una dirección inventada (lo había comprobado), sin nombre ni firma alguno y llena de sinsentidos. En realidad ni sabía por qué la estaba abriendo en lugar de echarla a la chimenea.
— ¿¡Qué…!?
No podía ser. Tenía que estar de broma ¿Cómo había…?
— ¿Pasa algo? —preguntó Clayton mirándole con preocupación.
—No, nada— respondió el prefecto tratando de mantener una expresión neutral y actitud tranquila—. Por cierto, se está haciendo tarde. Deberías ir a clase ya.
Aquella respuesta no terminaba de convencer al sirviente. Aún así, se despidió de Bluer y se marchó a su aula.
Inmediatamente después Bluer se dejó caer en su asiento respirando aceleradamente, mirando de la carta a la foto que venía con ella. Se quedó observándola como si esperase verla desaparecer en cualquier momento. Y ojalá lo hiciera.
Se obligó a separar la vista de aquella nefasta instantánea y leer la carta. Decía lo siguiente:
Si no quieres que esta foto aparezca en el tablón de anuncios del colegio, ven al almacén en el primer descanso de la mañana.
Releyó la nota varias veces mientras se pasaba la mano por el pelo de manera frenética. En cuanto recuperó un poco la compostura rompió la foto en pedazos y la tiró al fuego; agarró sus libros y marchó a clase.
Llegó a su aula y se sentó en su pupitre casi echando humo por las orejas ¿Cómo se atrevía, quien fuera, a hurgar en sus objetos personales? ¿Quién se creía para chantajear a un prefecto? Iría a la cita, pero para hacerle pagar esa falta de respeto.
El profesor Michaelis empezó la clase y Bluer se obligó a hacer un lado sus pensamientos vengativos y empezar a tomar apuntes. Tan concentrado estaba en su tarea que no notó al maestro mirándole disimuladamente.
Tras lo que le parecieron interminables horas, la campana del primer descanso sonó al fin. Recogió apresuradamente sus cosas y se dirigió al almacén. Cruzó los jardines y los campos de deporte hasta llegar hasta la gran casa de piedra y madera donde se guardaban los trastos innecesarios.
Entró cerrando la chirriante puerta tras de sí y miró a su alrededor. Multitud de muebles viejos y objetos varios se almacenaban ahí sin orden ni concierto. Estaba muy oscuro y Bluer no se atrevía a avanzar demasiado.
— ¿Así que al final decidiste venir? Perfecto.
Bluer dio un respingo y miró en todas direcciones pero no vio a nadie. Quien fuera, sin duda se había escondido bien.
— ¿Quien eres? — preguntó el prefecto adoptando su aire más severo y profesional— .Sal de donde estés ahora mismo.
—Bluer, estoy escondiéndome y alterando mi voz, ¿en serio crees que te voy a decir mi nombre? —respondió la voz con una risita—.Y por supuesto tampoco voy a salir. Pero vamos a lo que importa: imagino que no quieres ver esa foto en el tablón de anuncios de la escuela ¿verdad?
—No. Y no lo voy a ver porque esa foto está ahora mismo hecha cenizas en mi chimenea—replicó Bluer con más seguridad en su voz de la que realmente sentía. Quien sabía si ese tipo tenía algo escondido en la manga.
—No hay problema con eso. Tengo muchas copias. Y para que veas que no te miento, he dejado una en esa mesa detrás de ti.
Bluer se dio la vuelta a toda prisa y miró la mesa. Sí, en ella había una foto idéntica. Apretó los puños y trató de hablar en el tono más tranquilo posible.
— ¿Qué pretendes con todo esto?
—Vamos, Bluer —dijo el otro con suficiencia—.Eres un Shappire Owl, debería ser obvio para ti a donde va todo esto. Todo lo que quiero es que me hagas un pequeño favor (o más) que de otra manera no me harías.
Bluer apretó los puños tratando de dominarse e inquirió:
— ¿Es esto un chantaje?
—Naturalmente ¿Alguna pregunta más?
Bluer frunció el ceño y se mordió los labios, apretando los puños con más fuerza y haciendo el máximo esfuerzo por controlarse.
— ¿En serio no tienes nada más que decir? —inquirió el otro—.¿Qué tal un “¿Qué quieres que haga?” o un “¡Por favor, haré lo que sea!”?
— ¡Silencio! —estalló el prefecto—.Te recuerdo que aún tengo tus otras cartas. Hablaré de esto con el director y te juro que se investigará.
Se ajustó las gafas cogió aire y siguió, intentando tranquilizarse.
—Pero si me das ahora mismo las fotos y me ofreces las debidas disculpas—siguió con el tono frío y formal que usaba cuando aplicaba las reglas—, todavía puedo reconsiderar mi posición y dejar este asunto zanjado aquí. Es tu última oportunidad.
—Bluer, me estoy divirtiendo como nunca en mi vida, pero déjalo—respondió su interlocutor, claramente esforzándose para no reír—. Sabes tan bien como yo que eso son amenazas vacías. He falsificado mi letra, así que eso no te ayudará; te he mandado las cartas desde el pueblo, por lo que puedo ser cualquier persona de Weston College. Ni siquiera sabes cómo he conseguido la foto y nadie me ha visto hacer las copias. Admítelo, no tienes nada para investigarme.
Bluer dejó caer los hombros en derrota. Tenía razón. El mismo había estado pensando, desde la primera carta, como descubrir al remitente y no había encontrado una manera. Además, ese sujeto tenía la foto, foto que podría hundir no sólo su reputación sino también la de su familia. No quedaba otra opción.
— ¿Qué es lo que quieres?—preguntó tratando de mantener la poca dignidad que le quedaba en esos momentos.
— ¿Ves? —comentó el otro con voz animada—.Todo puede arreglarse hablando. Como sea—prosiguió, su tono ahora más serio—, abre el primer cajón de esa cómoda a tu izquierda y coge el frasco que hay dentro.
Bluer obedeció y examinó el frasco con curiosidad. Estaba lleno de algo, aunque el almacén estaba tan oscuro que no podía distinguir que era.
— ¿Qué se supone que tengo que hacer con esto?
—Escucha atentamente.
Cuando aquel sujeto terminó de darle las instrucciones, Bluer pensó que había oído mal o que le estaba tomando el pelo.
—Pero, ¿para qué quieres que haga eso?
—Tú solo hazlo, como muy tarde antes de la cena. Piensa en tu reputación—fue toda la respuesta que recibió. Suspirando resignado, el prefecto salió del almacén.
A la mañana siguiente Clayton siguió su rutina habitual de golpes, caídas y tropiezos. Lo único distinto a los otros días es que Bluer parecía más ausente y distraído de lo habitual. No tuvo mucho tiempo de pensar en ello de todas formas. Era domingo, así que tenía que revisar las tareas de sirviente que Phantomhive había hecho esa semana (todas impecables) y asegurarse, como sirviente del prefecto que todo en el dormitorio estuviese en orden.
Una vez hecho eso, se dirigió a la misa de las doce. Se disponía a entrar en el templo cuando se cruzó con Violet.
—Todo está empeorando últimamente—comentó el prefecto púrpura mirando al techo distraídamente mientras ocupaba su lugar.
Clayton tragó saliva. Por favor, que Violet estuviera hablando de otra cosa. Del tiempo o de lo que fuera, pero que no tuviese que ver con su suerte. Podría parecer absurdo pero le estaba dando la impresión de que Violet sentía las fuerzas oscuras o algo.
Se pasó toda la misa rezando fervorosamente porque su suerte no empeorase, porque su enemigo (quien fuera) se apiadase de él y dejase de hacerle la vida imposible y porque aquello acabase pronto.
En cuanto acabó la misa se levantó y se dirigió a la salida viendo a Phantomhive y a sus amigos corretear delante de él. Ah, la juventud. Por más que tuviese que castigarles a menudo, a ratos se le hacían casi adorables.
Iba ensimismado en sus pensamientos cuando oyó un ruido a sus espaldas. Al girarse, vio la enorme cruz de mármol que adornaba el techo de la iglesia desprenderse y caer directa e inexorablemente hacía él.
N.A: Espero que el capitulo haya sido lo suficientemente bueno para compensar mi larguísima ausencia. Al menos ahora he acabado el curso así que tendré tiempo para escribir y quedarme en las musarañas pensando ideas. Y, como soy una cabrona sin remordimientos, he cortado este en la parte más interesante. | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Mar Jun 18, 2013 4:04 pm | |
| LOLOLOL Noooooooooo, ahora el chantajeado es mi querido Blue-kun, ¡MALDITA SEAS, VOZ MISTERIOSA! (?) ;w;
Ay... pobrecito Clayton, ahora morirá aplastado por una cruz??? xDDD
Jaja sube la continuación, por favor :3
PD: LOL Violet-kun es el exorcista o qué? xDD | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Mar Jun 18, 2013 4:23 pm | |
| Sinceramente, al principio Clayton iba a morir aplastado por la cruz y seguiría con su investigación desde el más alla... pero es que no se me ocurria como llevar la historia asi que sobrevivirá. Y la voz misteriosa va a seguir dando por saco, en cuanto se me ocurra algo mas. Gracias por comentar | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Jul 06, 2013 8:54 pm | |
| Cap. 6: En medio (de ninguna parte)
Clayton se quedó paralizado viendo como la cruz caía hacia él cada vez más rápido.
— ¡Cuidado!
Por el rabillo del ojo vio a Greenhill correr hacía él y apartarle del camino. Apenas se había repuesto cuando la cruz golpeó estrepitosamente contra el suelo.
Se quedó mirando por unos instantes aquella mole de mármol sin poder articular palabra. Se obligó a sí mismo a centrarse y se giró hacía Greenhill.
—Gracias…—musitó, apenas lo suficientemente recuperado de la impresión.
—No hay problema—respondió el otro ayudándole a incorporarse y revisándole por si tenía alguna herida—. Bueno, parece que estás bien.
Clayton iba a contestar cuando vio a Bluer prácticamente abalanzándose sobre él.
—C-Clayton ¿estás bien? —preguntó el prefecto casi en un susurro. Estaba blanco como un fantasma y le miraba fijamente mientras le sujetaba los hombros, como queriendo asegurarse de que realmente estaba allí.
—S-Sí, no te preocupes…—empezó a decir. Pero antes de que pudiera acabar la frase Bluer le había abrazado con fuerza, tembloroso y casi llorando.
—Menos mal, menos mal—murmuró Bluer soltándole al cabo de unos instantes—. Pero es mejor que te quedes al menos un par de horas en la enfermería. Necesitas reponerte y todos están demasiado alborotados.
Sólo entonces se dio cuenta Clayton de que una buena parte del alumnado seguía ahí, cuchicheando entre ellos y tratando de echar un vistazo a pesar de los esfuerzos de los profesores para dispersarlos. Los demás prefectos también estaban intentando mantener a sus respectivos estudiantes tranquilos con limitado éxito.
—B-Bluer, creo que deberías ir a ocuparte de los de nuestro dormitorio. Yo puedo ir a la enfermería solo.
El prefecto titubeó por unos momentos pero al final consintió en que Clayton fuera por su cuenta, cosa que el sirviente agradeció. En esos momentos solo quería una tila y silencio. Echó a andar, perdido en sus pensamientos.
Había tenido mala suerte todo este tiempo, sí, pero esto era… el colmo. Si Greenhill no hubiera sido rápido, ahora estaría siendo trasladado a la morgue. Quería creer que había sido una desafortunada casualidad. El edificio era demasiado viejo y probablemente no se hubiesen hecho reformas desde la construcción. Pero, a pesar de sus esfuerzos, las palabras de Violet se negaban a dejar su mente…
Frunció el ceño, enfureciéndose repentinamente ¿Qué sabía Violet? Los mensajes crípticos estaban muy bien, pero él quería datos concretos ¿Cómo se había enterado de lo que pasaba, el primer día nada menos? ¿Sabía quién era el culpable o lo sospechaba? Tenía que decírselo, especialmente desde que, al parecer, aquel lunático había decidido poner fin a aquello de manera drástica.
Cuando llegó a la enfermería descubrió, para su sorpresa, que la señora Jones, la enfermera, ya le estaba esperando en la puerta.
— He oído que casi te cayó la cruz de la capilla— dijo la anciana en tono acongojado—. ¿No estarás herido, verdad?
Clayton estaba a punto de contestar con todo el sarcasmo posible que evidentemente estaba bien, pero se mordió la lengua. La señora Jones era una buena mujer; y no era culpa suya que un psicópata anónimo se la tuviese jurada, ni que Violet se emperrara en no decirle las cosas claras solo para hacerse el interesante.
—Sí, estoy bien, muchas gracias—respondió con amabilidad mientras se dirigía a una cama—. Solo necesito una tila y descansar. Por cierto, ¿Cómo se ha enterado?
—Oh, querido, no te imaginas cuantos estudiantes pasaron preguntando si estabas aquí— comentó la anciana sonriendo ligeramente mientras servía la infusión—. Por cierto, alguien dejó una nota a tu nombre. Está en mi mesa.
Muerto de curiosidad, Clayton cogió la carta y al ver su nombre en el reverso casi dio un salto. Esa letra. Esa letra redonda y en tinta roja…en ese momento quiso hacerla pedazos ¿Le había tirado una cruz de mármol de varias toneladas encima y el muy hijo de… se atrevía a escribirle?
Respiró una y otra vez. Destrozar la carta sería muy liberador, pero no arreglaría nada. Con eso en mente la abrió.
¿Creías que fui yo? Todavía queda mucho para que esto acabe y te necesito vivo. Cuídate… te va a hacer falta.
Clayton no sabía si sentirse furioso, aliviado o maldecir a todo el árbol genealógico del tipo aquel. Tuvo que leer varias veces para asegurarse de que no se lo estaba imaginando ¿en serio no había sido un intento de asesinato? ¿Por una vez en la vida ese tipo no era el responsable de sus desgracias?
Pero no todo el monte era orégano. Saber que pretendía seguir amargándole la vida era simplemente espeluznante. Tenía que averiguar quién era pero ya.
— ¿Va todo bien, querido? —preguntó la señora Jones, quien traía la tila recién hecha.
—Sí, muchísimas gracias—respondió el joven tomando la taza y empezando a beber la cálida infusión. —. Por cierto, ¿sabe quien me dejó la nota?
—No, me temo que no le vi—dijo la anciana encogiéndose de hombros—. Pasaron muchos chicos. En ese momento se abrió la puerta dando paso a un muchacho que se sujetaba el brazo izquierdo con expresión dolorida.
—Oh, cielos—dijo la enfermera dirigiéndose hacia el—. Ven aquí, vamos a mirar ese brazo. Tú puedes dormir un rato, si quieres.
—De acuerdo, gracias. — suspiró Clayton terminándose la tila y echándose en la cama. Necesitaba estar despejado para el interrogatorio que sin duda tendría que hacerle a Violet esa tarde. En pocos instantes se quedó dormido.
Mientras eso pasaba, Bluer había regresado a su estudio. Había ido a la enfermería a ver a Clayton, pero estaba dormido y no le quiso despertar. A pesar de estar un poco más tranquilo, seguía con los nervios a flor de piel. Aún no se podía creer que hubiese estado tan cerca de perder a Clayton, e incluso ahora sentía la necesidad de estar a su lado, como si se fuera a desvanecer en cualquier momento. Decidió arreglar unos papeles en su escritorio para calmarse y luego volvería a la enfermería.
Mientras preparaba los papeles se encontró una nota en el escritorio, una nota con una letra terriblemente familiar.
Ven al almacén a las 3:00 de la tarde.
Apretó la nota con furia. Por supuesto que iría. Ese desgraciado tenía que explicarle un par de cosas.
Cuando Clayton se despertó su primer pensamiento fue ir a buscar a Violet para tener la conversación pendiente… hasta que se puso las gafas y se encontró al prefecto púrpura sentado junto a su cama.
— ¿¡Violet!? ¿Qué haces aquí? —
—No sé—respondió el otro con indiferencia—. Sentí que tenía que estar.
Clayton no supo que contestar ¿además de detectar fuerzas malignas también sabía leer mentes? A ver si la fama de satánicos que tenían en su casa iba a estar justificada…
—Bueno, de todas formas…— trató de verbalizar lo que había pensado preguntarle sin sentirse un idiota— ¿Cómo sabes lo que me está pasando?
— ¿De qué hablas? —preguntó el prefecto desinteresadamente mientras miraba al techo, totalmente absorto en lo que fuera que estuviera pensando.
—Cuando empezó todo esto me dijiste que algo o alguien “me estaba persiguiendo” ¿te importaría decirme de que estabas hablando?
—No sabría decirte. Solo sé que está ahí. Y cada vez es peor —contestó el otro mientras se levantaba para irse.
Clayton no sabía si seguirle preguntando, asegurarse de que la pintura que usaba Violet no tuviera sustancias toxicas o llamar a un exorcista. Optó por dejarse caer sobre la almohada. Violet era raro hasta para los estándares de su propia casa. Y eso era decir mucho.
Bluer entró al almacén con un enfado que iba en aumento con cada minuto. Le importaba un comino quién fuera o qué pretendiera, aquello había sido demasiado. Cerró la puerta y se sentó en una silla vieja cruzado de brazos.
—Sí hay algo que me gusta de ti —dijo la voz misteriosa en alguna parte—, es tu puntualidad.
—Cállate— respondió el prefecto tratando de dominar sus nervios—. Dime qué era lo que me diste la última vez.
—Después de lo que pasó ¿no te lo imaginas?
— ¿¡Estás loco!? ¡Alguien podría haber muerto! ¡Clayton estuvo a punto de morir!
—Esa no era mi intención—aseguró el otro—. Solo quería que alguien se quedase con el miedo en el cuerpo… como mucho que quedase seriamente mutilado.
— ¿Clayton? —preguntó Bluer en un tono angustiado y casi fiero. A él podían hacerle lo que quisieran pero a su sirviente… a su hermano…
—Puede ser él o puede ser uno de los otros 1199 estudiantes de esta escuela—respondió la voz, impaciente—. En fin—siguió, con un tono sospechosamente animado—, tengo otra tarea para ti.
— ¿Más? ¿No te basta con que casi haya matado a mi propio sirviente echándole… lo que fuera eso a la cruz?
—No, no me basta—contestó alegremente—. Todavía te necesito para mis planes. Además, ¿qué te cuesta hacerme un pequeño favor? No es como si te estuviera obligando o la reputación de tu familia dependiera de ello…
Bluer apretó los puños hasta hacerse sangrar las manos. Jamás pensó que se sentiría tan humillado, y encima ese bastardo se burlaba de él.
—Dime ya lo que quieres y acabemos con esto. — se obligó a decir rechinando los dientes.
— Para ser un prefecto eres tan obediente… quién lo iba a decir.
— ¡Cállate! —gritó el prefecto levantándose violentamente y tirando una lámpara en dirección a la voz. Se oyó como se hacía pedazos contra la pared, quedando la habitación en silencio por unos instantes, tras los cuales se volvió a oír la voz; tan cordial pero a la vez tan fría y amenazadora que Bluer no pudo evitar estremecerse.
—Bien, Bluer—dijo, remarcando especialmente el nombre—, no tengo ni un rasguño. Pero como comprenderás, no me gusta que me tiren objetos pesados y posiblemente mortales, así que tendré que castigarte un poco. La foto…
— ¡No! ¡No la publiques! ¡Por favor! —gritó Bluer desesperado. No podría vivir con esa humillación, prefería suplicar a ese sujeto que lo perdonara.
—No me has dejado terminar—dijo el otro con voz dulzona—. No pienso publicarla mientras hagas lo que te digo. Oh, pero no te ilusiones—añadió rápidamente al ver el rostro medio esperanzado del prefecto—, vas a pagar por esto. Tengo una copia de la foto dentro de un sobre ¿A quién debería enviársela? ¿A tus compañeros prefectos? ¿Al Marqués de Nortville, íntimo amigo y socio de tu padre? ¿Al Duque de Buckingham, con quien tu familia tiene una buena relación? ¿O a…?
— ¡A ninguno! E-Esa foto es tan vergonzosa… no levantaríamos cabeza. Y a gente tan importante… ¡Por favor, no hagas pagar a mi familia algo que es solo mi culpa! — exclamó el joven cayendo de rodillas y sin aliento.
Tras una deliberadamente larga pausa, el otro respondió.
—Bueno… por esta vez te perdonaré, pero te advierto que no voy a tolerar ni una más, Bluer. Así que guarda tu temperamento si sabes lo que te conviene.
—L-Lo haré. Sólo… sólo dime ya lo que quieres. —respondió mientras se levantaba y se apoyaba contra la pared.
—De acuerdo. Como ya sabes, la escuela organizó una colecta solidaria hace poco.
Bluer asintió débilmente. Tenía un mal presentimiento.
—Bien, pues quiero que me traigas el dinero. —concluyó el otro.
— ¿¡Perdón!?
—Lo que has oído. Ya sabes que está en la sala de profesores. Lo quiero para el próximo domingo a la misma hora. Y no me preguntes para qué. —añadió el chantajista con severidad.
—Si es por dinero se lo pido a mi familia o lo consigo de otra forma—ofreció Bluer desesperadamente—. Pero robar la recaudación… eso es…
— Bluer—advirtió el otro—, recuerda lo que te he dicho. Quiero ese dinero en particular y tú vas a dármelo. Sabes lo que pasará si no lo haces… Bluer abrió y cerró la boca varias veces, intentando decir algo, lo que fuera para convencerle de que aquello no tenía ningún sentido. Pero sabía que era una batalla perdida. Quería eso y le tenía a él totalmente a su merced, no iba a servir de nada. Salió del almacén, sintiéndose agotado como nunca en su vida.
Pasó el resto de la tarde pensando una manera de robar el dinero (y luchando contra su conciencia) hasta que lo tuvo todo calculado. Lo robaría el sábado por la noche y lo llevaría al almacén en una maleta que luego enviaría a su casa. Los profesores no entraban en la sala los domingos, así que tardarían más en darse cuenta.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Clayton, que le traía su redacción de literatura para que se la corrigiera. Sonrió débilmente. Al menos la semana sería normal, a pesar del negro futuro que se le venía encima.
N.A: Clayton tiene un stalker, Bluer un chantajista y Violet se cree la bruja Lola. Creo que me he fumado más de lo que pretendia. Da igual ¿he dicho ya que me encanta escribir los dialogos de la voz misteriosa? Me encantan los villanos sarcasticos que aman trolear a sus victimas. | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Jul 06, 2013 9:58 pm | |
| Jajajaja ya somos dos, igual amo a los villanos muajaja-sosos y sarcásticamente trolleros, son unos geniales bastardos (??) xDDD
"Clayton tiene un stalker" ¡NOOOOO! ¡Que no sea Miku Hatsune de "Grotesque romance! DDD: (?) "Bluer un chantajista" y no sé por qué me huele a que sea Ciel o Maurice, nunca se sabe xDDD "y Violet se cree la bruja Lola" LOOOL Morí con eso xDDD Aunque Violet se me hizo parecido a L de Death Note jajaja xDDD
Genial el capítulo, mi pobre Clayton ;w; también mi pobre Bluer TToTT ¡MALDITO CHANTAJISTA/ACOSADOR! Y cada vez amo más a Violet y su ego de brujita detective (?) xDDD
Sigue con eso *o* | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Miér Ago 21, 2013 7:19 pm | |
| Cap 7: Hundiéndose (hasta el fondo)
—V-Violet… No puedo aguantar más… — gemía Greenhill con el rostro sonrojado y bañado en sudor por el esfuerzo.
—Deja de quejarte—respondió Gregory sin inmutarse—. Has hecho esto miles de veces. Una más no te va a hacer daño.
—P-Pero esta… postura es…d-demasiado, arg, complicada…
—Greenhill, ten cuidado—intervino Redmond con su habitual sonrisa mientras disfrutaba el espectáculo—. Violet te va a matar si se derrama una gota antes de que él acabe.
—No dudes que lo haré—asintió Violet dándole a Greenhill una mirada de advertencia que este no pudo ver debido a su posición.
Era un sábado por la tarde en el Mirador del Cisne. El cielo estaba despejado, el sol brillaba con fuerza y una suave brisa evitaba el exceso de calor. Los prefectos estaban tomando el té de rutina… y algo más.
Hermann Greenhill se encontraba con los pies en alto, manteniendo el equilibrio solo con sus manos. Sobre sus pies había una enorme bandeja llena hasta los topes de vasos de vino que se bamboleaba peligrosamente, su contenido a un paso de caer. Violet había decidido probar esta nueva perspectiva artística… o eso decía, ya que todos sabían lo mucho que le divertía ver a Greenhill sufriendo por aguantar hasta el final.
—N-No lo aguanto. B-Bluer, ¿no podrías d-decirle algo? —preguntó dirigiéndole una mirada suplicante al nombrado. Este se tomaba las reglas más en serio que ninguno y, definitivamente, poner en peligro la cristalería de la escuela para un retrato no era exactamente fiel al reglamento.
Sin embargo, Bluer no parecía haberle oído. O incluso notar lo que estaba pasando a su alrededor. — ¡Bluer!—exclamó Redmond dándole una palmada en el hombro— ¿Te pasa algo? Llevas toda la semana como en sueños.
—No, no es eso—se apresuró a responder mientras se colocaba las gafas y trataba de mantener un aire de calma y dignidad—. Es solo que estoy algo cansado últimamente. Se me pasará.
— ¿Seguro?— inquirió Violet mirándole fijamente, como si tratara de leer sus pensamientos— ¿No tienes… algún problema?
—N-No, ninguno—se apresuró a contestar Bluer desviando la mirada—Eh, Clayton, ¿podrías servirme un poco más de té, por favor?
—Por supuesto. — respondió el sirviente acercándose con la tetera y sirviéndole con mano temblorosa. Tenía claro que las predicciones de Violet eran infalibles, así que su comentario sólo podía significar una cosa: Bluer tenía algún problema.
Antes de que sus pensamientos pudieran seguir por ese cauce, un ruido estremecedor los distrajo a todos. Greenhill había derramado la bandeja por accidente y su contenido se había esparcido por todo el mirador. Clayton y los demás sirvientes fueron inmediatamente a limpiar el estropicio.
—Lo siento —se disculpó Greenhill mientras ayudaba a recoger los vasos rotos. A continuación se volvió hacía Violet—. Tendremos que dejarlo para otro día.
— ¿El qué? —preguntó el otro con aire distraído—. El retrato lo acabé hace diez minutos. Quedaste muy bien, por cierto.
— ¿¡Y por qué no me avisaste!?
—Tampoco te dije que siguieras posando.
Mientras ellos discutían y los demás se afanaban en limpiar el desastre Bluer se levantó de improviso.
—Si me disculpáis, volveré ya a la escuela. La cabeza me duele un poco.
—No hay problema—respondió Redmond acomodándose en su sillón—. Que te mejores.
Bluer asintió con la cabeza y se marchó. En otras circunstancias se quedaría con ellos y pasaría una buena tarde. Por mucho que insistiera en las normas, le divertía ver a sus amigos metiéndose en esos líos. Pero su mente no podía apartarse del hecho de que esa noche cometería uno de los actos más inmorales de su vida: robar dinero de la escuela.
Había pensado mil soluciones: pedir ayuda a su familia, denunciar al chantajista al director, averiguar su identidad y exponerlo o, simplemente, darle el cambiazo y sacar el dinero de otra parte.
Pero, cada vez que pensaba esas cosas la foto y las consecuencias de su publicación le detenían. Era arriesgar demasiado y no quería poner a su familia en semejante situación. No mancharía generaciones de irreprochable conducta y buena fama.
Al salir de sus pensamientos se dio cuenta de que, de alguna manera, había ido al almacén en vez de a los dormitorios. Se quedó mirando al edificio unos minutos en absorto silencio hasta que decidió marcharse a su estudio. Justo cuando se daba la vuelta vio una luz dentro.
Por un instante no supo qué hacer ¿Quién estaba ahí dentro? ¿El chantajista? ¿Algún alumno demasiado curioso? ¿O simplemente alguno de los empleados? Podría dar por hecho que era lo último e irse; pero después de todo su deber como prefecto era asegurarse de que todo marchaba con normalidad. Así pues, se dirigió al viejo edificio.
Al entrar oyó un ruido de pasos y de muebles moviéndose. Armándose de valor preguntó:
— ¿Hay alguien ahí?
—Cielos, Bluer—respondió una voz que desgraciadamente conocía bien— ¿Has venido a traerme el dinero antes de lo previsto? ¿Tanto me echas de menos que no puedes esperar a mañana?
Recordando lo que pasó la última vez, Bluer trató de contener la desagradable respuesta que deseaba darle. En su lugar respondió, con voz bastante tensa:
—Aún no lo tengo.
— ¿Qué? El plazo termina mañana. No seas rebelde o lo vas a pasar muy mal.
—Lo conseguiré esta noche. —aseguró el prefecto con voz más asustada de lo que pretendía. Ese tipo, su seguridad en sí mismo, esa actitud de tenerlo todo bajo control realmente le daba miedo.
—Bien—contestó el otro con un susurro satisfecho—. Eso sí, no intentes engañarme. Si el lunes los profesores no están registrando los dormitorios como posesos, esa foto llegará hasta el último tabloide de Inglaterra.
— ¿Piensas…piensas publicarla en los periódicos? —preguntó Bluer retorciéndose furiosamente las manos y con una mirada de espanto imposible de disimular. De todo lo que podía hacer con esa imagen… en serio no iba a…
—Claro. De esa forma pasarán de saberlo todos tus conocidos a saberlo todo el país. Pero no te angusties—añadió, viendo que Bluer parecía a punto de desmayarse. O de suplicarle de rodillas, que era mucho mejor. —. Si eres un buen chico, esta tarea puede ser la última y la foto arderá. Así que ya sabes lo que tienes que hacer. Ahora, vuelve a la escuela.
Bluer debería sentirse humillado de que le hubiera mandado de vuelta a la escuela como a un chiquillo de primer año, pero en realidad se sentía casi feliz. Saber que, tal vez, no volvería a verle y esa situación se convertiría sólo en un desagradable recuerdo le devolvía las energías.
Pasó el resto del día dividido entre esa pequeña alegría y la ansiedad y remordimiento de saber que ya no podía retrasarlo más: tendría que ser esa noche. Era ya la hora de cenar y no podía probar bocado.
Clayton debía haber notado que algo andaba mal porque le miraba con cara de preocupación cada pocos minutos. Sonrió débilmente. Aunque no le fuese a ayudar al menos era un consuelo saber que se preocupaba por él. Había elegido al mejor sirviente, eso sin duda. Su mirada se oscureció recordando cómo casi le mató por seguir las instrucciones del chantajista. No podía arreglar sus propios problemas y además se los creaba a la gente que le importaba. Menudo prefecto estaba hecho.
Una vez sonó el toque de queda fue a su cuarto. Se puso el camisón, se metió en la cama y se dispuso a esperar. Era una suerte tener un cuarto para él sólo. Así no tendría que preocuparse de despertar a ningún compañero.
Estar tan nervioso tenía sus ventajas: no había pegado ojo en varias horas. Revisó el pequeño reloj en su mesa y vio que eran ya las dos de la madrugada. El momento perfecto.
Se levantó en silencio y salió de su habitación haciendo el mínimo ruido posible. Avanzó por los oscuros pasillos pegado a la pared y mirando ansiosamente a todas partes, confundiendo cada sombra con un profesor dispuesto a denunciarle. Nunca el camino se le hizo tan largo.
En esos momentos se hallaba ante la puerta de la sala de profesores. Con mano temblorosa sacó la llave y entró en la amplia habitación. Pasó por las mesas de los distintos maestros hasta llegar al mueble donde se encontraba guardada la recaudación. Abrió el cajón conteniendo las ganas de salir corriendo y volver a su cuarto, y cogió la bolsa del dinero como si le quemara las manos. A continuación se marchó y dejó la llave en el pequeño armario del pasillo donde se guardaba siempre.
El viaje de regreso fue una tortura. Antes al menos tenía la excusa de ir al baño o recoger algo que había olvidado. Ahora prácticamente llevaba un letrero en el que ponía “soy un ladrón” y si algún profesor le sorprendía las consecuencias serían peores que si la foto salía a la luz.
Nada más entrar en su cuarto se apresuró a cerrar la puerta y esconder la bolsa bajo la cama. Se sentía peor que nunca por lo que decidió intentar dormir lo que le quedase de noche. Mañana entregaría el dinero y esa pesadilla acabaría.
Al día siguiente a las tres de la tarde Bluer lo tenía todo listo. Cogió la maleta (que había cogido del desván, para que no se notase) con el dinero y salió al almacén esperando que nadie lo viera. Después iría a tomar el té con los otros prefectos como si nada.
Entró en el almacén y miró a su alrededor.
— ¿Hola?
Al parecer no había llegado aún, así que se acomodó en una silla y se dispuso a esperar. En ese momento se dio cuenta de algo ¡Podría verle la cara cuando entrase por la puerta! Se fue a un rincón discreto y con buena visibilidad y esperó. Al fin sabría la verdadera identidad de ese desgraciado.
—No te va a servir de nada. Estoy detrás de ti.
Bluer casi saltó mientras se apresuraba a darse la vuelta. La voz sonaba desde el lado opuesto a la puerta, al fondo donde se almacenaban la mayor cantidad de trastos.
No podía entenderlo. No había otra entrada y las ventanas eran demasiado pequeñas incluso para un primer año ¿De dónde habría salido? Respirando agitadamente agarró la maleta y la puso en mitad de la habitación.
—Aquí lo tienes. Está todo. Ahora si me disculpas, me tengo que ir.
Apretó el paso y se dirigió a la puerta, pero tropezó y cayó al suelo. Se disponía a levantarse cuando sintió un cuchillo en su garganta.
— ¿¡Q-Que haces!? — preguntó aterrado al sentir el metal cada vez más cerca de su cuello.
—Bluer—siseó la voz a su espalda. Sonaba como si estuviese a punto de hacer algo horrible y fuese a disfrutar con ello—, creía que aprendiste la lección, pero ya veo que no lo has entendido del todo. Tratar de engañarme…
— ¡No te he engañado! ¡Te he traído el dinero, justo como querías!
Pensó en tratar de huir pero el filo del cuchillo estaba justo en su carótida. Bastaba con que el chantajista lo decidiera o él hiciera un mal movimiento para que todo acabara.
—Sigues sin entenderlo—respondió el otro con tono burlón. Parecía estar satisfecho de verle perder su compostura. —. Me refería a que has tratado de averiguar mi identidad. Muy mal, Bluer, muy mal. Y supongo que si lo llegas a conseguir me denunciarías al director y yo estaría expulsado. Y, cómo eso no me beneficia para nada, tendré que aplicarte un pequeño correctivo para quitarte las ganas de jugar a Sherlock Holmes.
Remató la frase dando pequeños toques con el cuchillo en el cuello de Bluer. Este, en su pánico, trató de razonar desesperadamente.
—Pero no lo he hecho. No sé quién eres y no puedo hacer nada contra ti. Por favor, deja que me vaya…
—Pero lo has intentado, mi querido Bluer. Y no creo que lo hayas hecho solo para admirar mi bonita cara. Te dije ayer que si te ponías rebelde lo lamentarías. Y, ¿Quién me dice que no investigarás una vez se haya acabado este asunto y la foto esté hecha cenizas? No, no, debo asegurarme de cerrarte la boca.
Bluer sintió que su corazón dejaba de latir cuando asimiló aquellas palabras. — ¡No me mates! —suplicó cerrando los ojos con fuerza. La respuesta fue una estruendosa carcajada.
— ¿En serio crees que voy a matarte? —preguntó el otro entre risas—. ¿Crees que sería capaz de eso?
A pesar del miedo y la humillación Bluer estaba sorprendido ¿Ese tipo tenía algún principio moral?
—Después de todo—prosiguió—, no tengo ninguna forma de deshacerme de un cadáver. Y tu desaparición se notaría. No, yo creo que el castigo más adecuado sería cortarte la lengua y publicar la foto hasta en el Punch.
El prefecto estaba temblando como una hoja y jadeando como si acabara de correr una maratón. Se sentía enfermo. Cerró la boca con fuerza y miró el cuchillo con aprehensión.
El chantajista no podía parar de reír.
— ¿Te das cuenta de que no puedo hacer eso sin que se abra una investigación? Para ser un Shappire Owl eres bastante estúpido, no te ofendas. Pero vamos al asunto. No te vas a ir de aquí hasta que te haya quedado bien… grabada la lección. Ábrete tres botones de la camisa ahora mismo.
— ¿Qué…?— empezó a preguntar Bluer pero el chantajista (y el cuchillo) le interrumpió.
—Hazlo.
Asustado como nunca en su vida, Bluer obedeció. No sabía si era peor lo que le iba a hacer o lo que le haría si no obedecía. Con manos temblorosas abrió los tres botones.
Veloz como un rayo, el chantajista le tapó la boca con la mano y le marcó una cruz en el pecho con el cuchillo.
—Supongo que te habrá quedado claro ¿No es así?
Bluer asintió a duras penas sujetándose el pecho con un gesto de dolor. Sus manos empezaban a mancharse de sangre.
—Bien, entonces puedes irte. Y recuerda, no tendré piedad si esto vuelve a repetirse.
El prefecto se recompuso la ropa en cuanto pudo y salió de allí sin decir una palabra. Decidió volver lo antes posible a la escuela, curarse la herida y reunirse con sus amigos lo antes posible. Lo necesitaba.
Al menos podía decir que todo había acabado. O no.
El lunes por la mañana los profesores descubrieron la ausencia del dinero; y el escándalo que armaron se oyó en todo Weston Collegue. Inmediatamente decidieron cancelar las clases, mantener a los alumnos en sus dormitorios y celebrar una reunión de emergencia.
En apenas quince minutos habían tomado asiento en la sala de reuniones con el subdirector a la cabeza. De inmediato comenzó la reunión.
—Señores, estamos en una situación realmente delicada—comenzó Agares pausadamente. —. El dinero ha desaparecido y debemos encontrarlo antes de que esto trascienda. El escándalo sería terrible si alguien ajeno al centro se enterara. Y, por supuesto, el responsable recibirá la correspondiente sanción.
En ese momento tomó la palabra el profesor Walter.
—Considero que lo primero es saber cuando fue robado el dinero. Por lo que sabemos el viernes por la noche estaba aquí, todos los comprobamos. Y nadie ha entrado en todo el fin de semana, así que el robo se produjo entre la noche del viernes y la del domingo, como muy tarde.
—Estoy de acuerdo—respondió Agares—. Pero eso es un margen demasiado amplio. Hay que estrechar el cerco.
—Bueno…—intervino el profesor Smith—. Yo estuve aquí el sábado por la mañana para recoger unos papeles que olvidé. El dinero seguía en el cajón.
—Y teniendo en cuenta que si alguien se hubiese acercado por el día habría sido visto—añadió el profesor Michaelis—, eso quiere decir que el robo solo pudo ser o la noche del sábado o la del domingo.
—Yo creo que deberíamos centrarnos en los sospechosos—dijo el profesor McPeterson—. Por la noche podría haber entrado cualquiera siempre y cuando no fuera visto. Voto por registrar, primero que nada, los dormitorios de los alumnos.
— ¿No deberíamos empezar por los dormitorios de los sirvientes? —inquirió el profesor Smith—. Si los chicos quisieran dinero se lo podrían pedir a sus padres. Y nosotros tenemos nuestros sueldos así que no nos arriesgaríamos al despido o incluso la cárcel.
—Los he revisado personalmente, profesor Smith—respondió Agares—. No había nada. El ladrón podría haberlo hecho por una apuesta, por atrevimiento o por las típicas tonterías de muchachos. Creo que cada encargado de dormitorio debe registrar el suyo, de primero a séptimo. Si aún así no apareciese por ninguna parte, revisaré en persona los dormitorios de los profesores ¿Están de acuerdo?
El sí fue unánime y la reunión se dio por terminada. Cada encargado fue a su dormitorio y comenzó un afanoso registro.
Clayton estaba hasta arriba de trabajo. Bluer estaba en la enfermería con un fuerte dolor de cabeza y él tenía que ocuparse de sus tareas de prefecto por ese día. Y estar atento por si el profesor Michaelis necesitaba ayuda registrando los dormitorios, claro.
Cuando salía del lavabo se dio cuenta de que tenía un papel extraño en el bolsillo. Lo extendió y se quedó con la boca abierta. Esa tinta roja, esa letra perfectamente redonda… Y lo peor era la única y breve línea escrita:
Hora de sufrir.
Miró la nota horrorizado ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué estaba tramando? La última semana parecía haberle dejado en paz ¿Ahora deseaba volver a la carga?
—Joven Clayton, disculpe un momento. —dijo el profesor Michaelis apareciendo de repente.
Guardó la nota en el bolsillo y se obligó a escuchar lo que el profesor tuviera que decirle.
— ¿Algún problema con los registros, profesor?
—Acompáñeme, por favor.
Muerto de curiosidad, siguió al docente por el pasillo hasta una puerta. La del dormitorio de sexto año. La de su dormitorio.
—No se altere, pero ¿es este su armario?
—Sí ¿por qué?
El profesor abrió la puerta y Clayton estuvo a punto de gritar de horror. Dentro de su armario, a plena vista, estaba la bolsa con el dinero robado.
N.A: No pensé que me fuera a quedar tan largo O.O Pero al fin lo terminé. Disfrutenlo!
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| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| | | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Jue Ago 22, 2013 3:34 am | |
| ? Al que ha inculpado es al pobre Clayton. Pero si, es un cabron. | |
| | | Pandora Michaelis Sirviente
Cantidad de envíos : 406 Edad : 28 Localización : Tienda de Undertaker xD Fecha de inscripción : 15/07/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Jue Ago 22, 2013 9:48 pm | |
| Ah, cierto, gomen. Me confundí de nombre jajaja x'DDD | |
| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Lun Sep 09, 2013 11:11 am | |
| Vaya risas me he echado xDDDD ayal, has hecho que recupere la tableta de chocolate con tanta risa xDDD ¡Muchas gracias! Eres increíble | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Sáb Nov 23, 2013 11:06 pm | |
| Cap 8: Sin salida.
Clayton no podía apartar los ojos del armario, especialmente de la bolsa llena de dinero que se encontraba dentro. ¿Cómo había llegado allí? ¿Quién la había metido? ¿Qué estaba pasando? Se quedó allí parado, murmurando incoherencias, sin notar el paso del tiempo y con las ideas amontonándose en su cabeza.
—Joven Clayton—dijo el profesor Michaelis poniéndole una mano en el hombro—, se que se encuentra…alterado ahora mismo, pero tenemos que aclarar esto.
Esas palabras bastaron para que Clayton asimilara la gravedad de la situación. Tal y como estaban las cosas podía considerarse ya expulsado, incluso arrestado. El dinero estaba en su armario y no tenía ninguna prueba de su inocencia.
En ese momento se le vino a la cabeza la nota ¿Eso era lo que quería? ¿Verle expulsado de la manera más deshonrosa posible? ¿Pero qué había hecho para que le odiaran tanto? Totalmente desesperado, se volvió hacia el profesor Michaelis.
—Profesor Michaelis…yo…le juro que no tengo ni idea…yo nunca…
—Tranquilo—respondió el profesor con voz apaciguadora—. Estoy seguro de que usted no ha sido. Acompáñeme a la sala de profesores y lo hablaremos con el profesor Agares. No se preocupe, me aseguraré de que se haga justicia.
Clayton quería tranquilizarse, de verdad quería, pero la situación se estaba poniendo cada vez peor. El profesor Agares era el tipo de persona que no dudaba a la hora de emitir un veredicto, especialmente cuando parecía tan obvio quien era el culpable.
Y eso era lo que estaba haciendo. A pesar de que el profesor Michaelis estaba usando sus mejores argumentos de por qué Clayton podía no ser culpable o por qué cualquiera en la casa azul podría haber metido el dinero en el armario, el subdirector seguía inflexible.
—Profesor Michaelis, sus argumentos estarían muy bien en una novela de misterio. Pero los hechos son que el dinero fue robado y ha aparecido en el armario de este joven—dijo Agares con una mirada que hizo estremecer a Clayton. —. Eso es un hecho irrefutable. Hablaré con el director y se tomarán las medidas oportunas.
—Si fuera el culpable, habría tenido tiempo de sobre para esconder el dinero en cualquier parte—repuso el profesor Michaelis—. Esto ha sido un crimen premeditado, profesor Agares ¿Cree usted que el criminal sería tan estúpido de esconder el dinero en su propio armario? Yo creo que deberíamos investigar más a fondo antes de tomar una decisión.
—Ya. Pero mientras el director esté fuera yo soy quien toma las decisiones aquí. Lo siento mucho, profesor Michaelis. Ahora…
—No me deja otra alternativa—interrumpió el profesor Michaelis mientras se ajustaba las gafas. —. Haga el favor de acompañarme, profesor Agares. —dijo señalando la sala de visitas que se encontraba justo al lado.
El subdirector le miró con extrañeza.
— ¿Qué…?
—Por favor—interrumpió el otro, su voz fría como un glaciar. —. Joven Clayton, espérenos aquí, no tardaremos.
Sin decir ni una palabra, el subdirector siguió al profesor Michaelis.
Clayton se quedó en su asiento totalmente paralizado, apenas registrando la puerta que se cerraba. Tras unos tortuosos segundos mirando al suelo empezó a recorrer la habitación con la vista, hasta que reparó en el enorme armario donde el dinero había estado antes del robo.
El joven se levantó y se acercó a echar una ojeada. No sabía si encontraría algo, pero era mejor que estar perdido en sus muy negros pensamientos mientras los profesores tenían su conversación.
A simple vista todo estaba normal. No había huellas, ni manchas extrañas, nada. Pensó en abrir los cajones pero no se atrevió, su situación era ya bastante complicada. En su lugar se agachó a revisar el suelo y ahí obtuvo un resultado: Casi escondido debajo del mueble se encontraba un pequeño objeto que resultó ser un botón.
Extasiado, Clayton volvió a su silla a examinarlo con más detenimiento. No era de ningún uniforme, ni de alumnos, ni de profesores, ni del servicio. Pero el ladrón no podía ser alguien de fuera.
Suspirando de impotencia se guardó el botón en el bolsillo. Lo único que sabía seguro era que el culpable, el enemigo capaz de causarle cualquier desgracia y deseoso de hacerlo, dormía en su misma casa. Y, mientras que solo los prefectos sabían el cajón exacto donde se guardaba el dinero, todos sabían que estaba en la sala de profesores. Todos sabían donde conseguir la llave. Podría haber sido cualquiera, hasta sus propios compañeros de sexto curso. La perspectiva le tenía aterrorizado.
Justo cuando empezaba a imaginarse que sería lo siguiente en la lista de torturas (no se le podía llamar de otra manera), los profesores salieron de la habitación. Clayton los miró ansiosamente, esforzándose por aparentar una calma que no sentía en esos momentos.
—Joven Clayton—comenzó Agares con voz tortuosamente lenta—, dadas las… extrañas circunstancias no tomaremos medidas contra usted. De momento. Pero, a la próxima, no esperaré explicaciones ni razonamientos: se le expulsará sin contemplaciones ¿Está claro?
Clayton estaba tan feliz que no acertaba a articular una frase coherente. Murmurando palabras de agradecimiento se marchó apresuradamente de la habitación.
En cuanto hubo salido y cerrado la puerta tras de sí, Agares se encaró con Sebastian.
— ¿Está contento?
—Mucho—respondió el demonio con una sonrisa tan falsa como amplia—. Me alegro de que haya sido razonable, profesor Agares. No me habría gustado tener que escribirle al director y contarle sobre sus… cuestionables métodos para conseguir bebidas alcohólicas.
—Le encantaría, estoy seguro—repuso Agares con una mirada de desprecio—. No creí que pudiera caer tan bajo por un alumno.
—Y yo no puedo creer que usted permitiese a los alumnos ir al pueblo sin permiso a cambio de que le trajeran alcohol. Eso sí que es caer bajo.
—Beber no es un delito—respondió Agares con suficiencia—, pero el chantaje sí que lo es.
—Puede. Pero, si le envío la carta al director ya no será chantaje. Será cumplir con mi deber como docente honrado —dijo Sebastian con una sonrisa dirigiéndose a la puerta—. Que tenga un buen día, profesor Agares. —agregó cerrando la puerta tras de sí, dejando a un muy furioso subdirector en la sala de profesores.
— ¿Te vas ya, querido? —preguntó la señora Jones viendo como el prefecto de la Casa Azul se levantaba de la cama.
—Sí, ya estoy mucho mejor—respondió Bluer con amabilidad—. Gracias por todo, señora Jones. No sé que habría hecho sin usted.
—No hay de qué. Esta situación es terrible. Espero que aparezca pronto el dinero o tendré que empezar a atender crisis nerviosas entre los profesores.
Bluer asintió. Ojala que apareciera el dinero, y no solo por las crisis nerviosas. Si la reputación de Weston Collegue fuese dañada de alguna forma, jamás se lo perdonaría.
Se despidió de la anciana y se dirigió a su estudio. Decidió ordenarle a Clayton que le preparase un té y le pusiese al día con los detalles de la investigación. No sabía si eso le calmaría o le pondría peor, pero no podía estar sin saber. En ese momento Phantomhive se le acercó.
—Bluer, alguien ha dejado este sobre en tu buzón.
—Gracias, puedes retirarte. —respondió en un tono normal pero se sentía extrañado ¿Por qué Clayton no se había ocupado de esto?
Dejó de preguntárselo en cuanto vio la letra. Esa letra redonda en tinta roja…
Desesperado, corrió al estudio, cerró dando un portazo y abrió el sobre con las manos temblándole cada vez más ¿Qué quería ahora? ¿Iba a cumplir su parte del trato o a atormentarle aún más?
Lo primero que encontró en el sobre fue la famosa foto que tantos disgustos le había traído y todas las copias de la misma. Inmediatamente las tiró al fuego y sacó la nota. La ansiedad le estaba matando.
Querido Bluer:
Cómo puedes ver, he cumplido con mi parte. La foto no será más un problema para ti. Eso sí, mantén la boca cerrada. Aún tengo medios para destrozarte la vida si cuentas algo.
Bluer tragó saliva e inconscientemente se llevó una mano a la cicatriz en el pecho. Siguió leyendo.
Por otra parte, te alegrará saber que ya han encontrado el dinero y lo tienen bajo custodia.
El prefecto dio un suspiro de alivio. Se había evitado un escándalo y nadie tendría que enterarse de que él, un prefecto, había sido el responsable de todo. Aunque viviera con eso en la conciencia toda su vida, al menos la reputación de su familia y de la escuela estaban a salvo.
Probablemente te interese saber donde lo encontraron. Fue en…
¿Dónde? El resto de la hoja estaba vacía. Instintivamente le dio la vuelta y ahí encontró la horrible verdad.
…en el armario de tu querido sirviente. A estas horas ya deben haberle expulsado.
— ¿¡Qué!?
No podía ser…Imposible. Se obligó a leer el último párrafo del texto en vez de salir corriendo a la sala de profesores a confesar.
Y como se te ocurra confesar, Clayton va a pasarlo muy mal ¿Recuerdas el incidente de la cruz? Pues va a ser peor. Así que ya sabes.
Bluer se quedó paralizado, mirando de la nota a la puerta y viceversa. Simplemente no sabía qué hacer. No podía dejar que expulsasen a Clayton, pero tampoco podía dejar que le asesinaran. La cicatriz del pecho empezó a dolerle, como queriéndole recordar lo que su enemigo era capaz de hacer.
Fue como si le hubieran dado un puñetazo en el estomago. En una decima de segundo se dio cuenta del daño que había causado a una de las personas más importantes en su vida. Y ahora la solución era tan fácil y a la vez tan imposible.
No pudo soportar más la presión y empezó a llorar, liberando toda la tensión, desesperación y remordimiento que había acumulado en la última semana. Clayton había sido casi asesinado por su culpa. Y ahora iba a ser expulsado, marcado como un criminal por el resto de su vida, también por su culpa.
Se dejó caer en una silla, su cuerpo estremeciéndose con los sollozos y los ojos llenos de lágrimas. ¿Por qué? ¿Por qué no podía hacer una cosa bien? Si tan solo pudiera confesar… si tan solo pudiera asegurar que a Clayton no le pasaría nada si lo hacía…
En ese momento alguien llamó a la puerta. Buer se enderezó inmediatamente en la silla y se secó los ojos, tratando de serenarse.
—Un momento, por favor. —dijo con la voz más normal que le fue posible.
Inmediatamente se pasó una toallita fría por la cara, esperando que no se notase que la tenía roja de llorar y respiró profundamente varias veces para recuperar la compostura. Cuando por fin estuvo listo se volvió a la puerta.
—Adelante.
En ese momento entró Clayton. Bluer le miró con ansiedad mal disimulada, aunque al ver su expresión se tranquilizó un poco. Su sirviente no parecía como si estuviera a punto de ser expulsado y deshonrado para siempre. El prefecto se obligó a ser racional y pensar que igual, solo igual, todo había salido bien después de todo.
— ¿Qué tal está yendo la investigación? —preguntó tratando de sonar neutral.
—Bien. Al final el dinero apareció, pero los profesores… consideran que no tienen suficiente información para tomar medidas con respecto al responsable.
—Perfecto… ¿Podrías prepararme un té?
—Claro.
En cuanto Clayton se dio la vuelta, Bluer se dejó caer en la silla con las piernas temblándole, la respiración agitada y un peso lentamente cayendo de sus hombros. No había pasado nada, Clayton estaba bien y su estupidez e incompetencia no le pondrían en peligro, ahora sí, nunca más. Todo había acabado.
Lo que no sabía es que a Clayton no se le había pasado por alto su extraña actitud. Había notado su nerviosismo, sus ojos enrojecidos y la preocupación en su voz. El sirviente estaba no sabía que pensar ¿Se había enterado de que le habían llevado a la sala de profesores? ¿Cómo?
Pero no tenía sentido. Si el prefecto lo supiera (y esa persona se lo hubiera dicho) estaría furioso, no preocupado por él. Agitó la cabeza, frustrado. Esa sensación de que se le escapaba algo le fastidiaba. Decidió centrarse en el té, no le daba tantos quebraderos de cabeza.
Mientras tanto, en un estrecho armario de las escobas, un estudiante y cierto profesor demonio tenían una importante conversación.
— ¿Tiene que ser aquí? —preguntó el conde intentando apartar una fregona de su cara.
—Es más discreto que la capilla—repuso el demonio sacando el pie de un cubo.
—Si nos pillan, te la cargas. Pero a lo importante: ¿qué pasó con Agares en esa habitación? No creo que fuera tan fácil como decir “lo sé todo”.
—En realidad no —respondió el mayordomo con indiferencia—. Cuando le dije que lo sabía todo, intento clavarme una pluma en el ojo. Aunque lo arreglé civilizadamente.
—Define “civilizadamente.” —pidió el conde con sorna.
—Le tumbé en la mesa, le agarré del cuello y amenacé con rompérselo. Pero con educación. —recalcó.
—Eso fue una barbaridad—dijo Ciel tajantemente—. Imagina si le hubieras dejado marcas.
—Quédese tranquilo.
— ¿Y qué pasa con nuestro “amigo”? ¿Dejará a Clayton en paz por un tiempo o seguirá fastidiando con su repugnante presencia?
—Le odia ¿verdad? —preguntó Sebastian con una sonrisa divertida.
—Naturalmente ¿recuerdas mi enfermedad en el capitulo uno? Fue su culpa.
—Bueno, no creo que haga mucho de momento. Esperará a que el joven Clayton descubra quien robó el dinero. Y en algún momento lo hará. Es inteligente y está buscando la verdad.
—No podemos hacer nada entonces. En fin, vámonos de aquí antes de que nos salgan telarañas.
A pesar de su paranoia, Clayton no encontró intentos de arruinar su vida/ reputación en los siguientes dos días. Aún así no bajó la guardia y el estrés empezaba a notársele. Esa mañana iba hacía el estudio de Bluer para el tiempo del sirviente mirando con expresión sospechosa a todos los que encontraba en el camino, incluida la señora de la limpieza.
Llamó a la puerta del estudio dos veces y ninguna obtuvo respuesta. Empezó a preocuparse ¿le había pasado algo a Bluer?
—Bluer, voy a entrar.
Abrió la puerta cuidadosamente y recorrió la habitación con la mirada. Allí no había nadie. Hasta que miró en la mesa y vio una nota doblada.
Rápidamente la agarró con fuerza como si fuera a irse por su propio pie. Siempre, siempre que encontraba una nota eran noticias de “él”. ¿Qué le habría hecho a Bluer? La abrió y se encontró con la letra del prefecto.
Clayton:
Hoy tengo una reunión inesperada con los otros prefectos y el subdirector. Te he dejado algo de ropa para arreglar. Perdón por no avisar antes.
Bluer.
En un segundo pasó de sentirse asustado a sentirse gilipollas. Era tan simple y obvio. Si es que no necesitaba a ese tipo, ¡bastante se torturaba solo! Dejó la nota a un lado y `preparó el hilo y la aguja. Decidió terminar con el montón de ropa antes de que empezasen las clases.
Agarró un camisón del montón y lo revisó buscando posibles roturas. Y entonces lo vio. Sin poder creérselo, sacó algo de su bolsillo.
No había duda. Al camisón le faltaba uno de los botones. Concretamente, el botón que tenía en la mano. El que había encontrado en la escena del robo.
Sintió como si el mundo se hundiera bajo sus pies. No podía ser. Simplemente no podía ser.
A.N: Se que he tardado un milenio pero los estudios me estan matando.
En otra nota, la escena con Ciel y Sebastian me parecio un poco forzada pero queria ponerla. Con todo el drama hacia falta algo de comedia. Es que me he pasado con el sufrimiento,pobrecitos. Y se que me estoy pasando con los chantajes pero no se me ocurrio otra forma de que Agares dejara a Clayton en paz. Espero que lo hayan disfrutado. | |
| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: Estoy gafado. (humor/mistery) (cap 9 subido) Miér Ago 13, 2014 6:46 pm | |
| Cap 9: Perdidos. Clayton se dejó caer en la silla con el camisón en la mano y el botón en la otra, mirando de uno a otro repetidas veces. No podía asimilar aquella devastadora verdad. Bluer había robado el dinero. Bluer lo había metido en su armario y sólo un milagro había evitado que le enviasen a algún correccional. No podía entenderlo, simplemente no podía. Bluer había sido su mentor, su amigo, su hermano desde que había llegado a la escuela. Le había enseñado todo lo que tenía que saber, orientado, aconsejado, ayudado cuando le había necesitado. Clayton había tenido la más absoluta fe en él ¿Cómo había podido hacerle esto? Aquella traición le dolía tanto que ni siquiera podía pensar. Se quedó allí con los ojos fijos en las pruebas, sin moverse e incapaz de hilvanar un pensamiento coherente hasta que oyó la puerta abrirse. Bluer salió de la reunión con una horrible sensación de nauseas. El profesor Agares había informado a todos los prefectos de que el dinero había aparecido y que, a pesar de haber un sospechoso, todavía no iba a dar nombres por falta de pruebas. Aquello bastó para hacerle sentir peor que basura y Greenhill hablando de cómo ese sospechoso debería haber sido ya expulsado no estaba ayudando demasiado. En cuanto pudo se separó de ellos para volver a su estudio. Necesitaba ver a Clayton para convencerse de que estaba bien y todo iba a ir normal. Al abrir la puerta, se encontró a Clayton sentado con una de las prendas que le había encargado coser… pero no estaba cosiendo. Por alguna razón estaba contemplando el camisón y el botón correspondiente como si estuviera en trance. — ¿Clayton, te ocurre algo? Cuando su sirviente alzó la cabeza para mirarle, Bluer empezó a sentirse realmente confuso… y preocupado. Los ojos de Clayton mostraban una confusión, una tristeza, un odio que él jamás recordaba haber visto. Justo cuando se disponía a preguntarle otra vez, Clayton habló. — Ayer, cuando me llevaron a la sala de profesores, encontré esto debajo de un armario—susurró mostrándole a Bluer el botón. Cada palabra parecía costarle un mundo. — . Debajo del armario donde estaba el dinero. Bluer se quedó paralizado por la sorpresa y la vergüenza. Había rezado porque nadie lo supiera, para que esa deshonra quedase entre él y el chantajista; pero ahora Clayton lo había descubierto y el prefecto podía imaginar lo defraudado que se sentía. Se recompuso como pudo y se dispuso a dar una explicación. — Clayton, se que debes estar decepcionado, pero te prometo que yo… — ¿¡Qué!? Clayton retrocedió como si le hubieran abofeteado. A pesar de que las pruebas hablaban por si solas había deseado que Bluer no fuese culpable. Que hubiera otra explicación para el botón. Y allí estaba, admitiendo su culpabilidad con toda la calma del mundo. En ese momento la furia le invadió, agarró al prefecto por los hombros y lo estrelló contra la pared. — ¿¡Me prometes qué!? — gritó con toda sus fuerzas, lagrimas de rabia corriendo por sus mejillas. — ¿Cómo pudiste robar el dinero? ¿Cómo pudiste ponerlo en mi armario? ¡Jamás pensé que serías capaz de esto! En cuanto Bluer se repuso del repentino dolor en su espalda, la comprensión le golpeó con la fuerza de una roca. Clayton no sabía nada sobre el chantajista. Eso significaba que su sirviente estaba convencido de que ÉL había estado a punto de arruinar su vida entera por vete a saber qué motivos. Su primer instinto fue corregirle y explicárselo todo. Pero cuando estaba a punto de abrir la boca se detuvo. ¿Realmente se merecía el perdón de Clayton? Casi le había matado con esa cruz y había puesto su ruina en bandeja de oro al chantajista. Chantajista que, ahora Bluer lo veía claro, había ido a por Clayton desde el primer momento. Incluso si ya no tenía las fotos, aquel tipo contaba con otros medios de obligarle a hacer lo que fuera, él mismo lo había admitido en su última carta. Si seguía relacionándose con Clayton, su sirviente estaría en peligro. Sólo había una solución. Adoptando la mirada más fría y carente de emociones de su repertorio, el prefecto al fin habló. — Puesto que ya lo sabes, no hay nada más que hacer. Si quieres denunciarme ante el subdirector, te aviso que no hay pruebas. Ahora, si me disculpas, tengo asuntos importantes. Clayton, ahora sí, no podía dar crédito a sus oídos. Bluer había decidido quitarse la máscara y dejado claro la clase de… ser que había debajo. Se sentía enfermo. Quería matar a Bluer allí mismo y simplemente desvanecerse. Sin poder contenerse más empujó al prefecto con tal fuerza que le hizo caer al suelo y salió de la habitación. Vagó por los pasillos apenas fijándose por donde iba o con quien tropezaba. Solo quería llegar a la enfermería lo antes posible y no salir de allí en muchísimo tiempo. Bluer, por su parte, se levantó sintiendo un fuerte dolor en el hombro derecho, que había recibido el impacto de la caída. Sin embargo, apenas le importó. Se sentó en su escritorio apenas viendo el papel enfrente suyo. Era lo más cruel que había hecho en su vida pero tenía que hacerlo. — Es lo mejor. — se dijo a si mismo ignorando el ardor en sus ojos y la humedad recorriendo sus mejillas. Aquella noche, cuando todo el internado dormía, una misteriosa figura avanzaba por los jardines escondiéndose en la oscuridad. Sonrió al llegar a su objetivo: el almacén. Entró rápidamente y cerró la puerta con cuidado. — ¿Qué te parece cómo está yendo todo? No hacía falta preguntar si su cómplice estaba allí. Siempre estaba. — Muy bien—respondió el aludido con aquella voz siniestra y profunda. —. En realidad, es casi mejor de lo que esperaba. — ¿Cómo es eso? — preguntó el chantajista con un gesto de impaciencia. — Clayton se ha salvado de la expulsión, el dinero ha aparecido y ni siquiera Bluer tendrá que preocuparse de las consecuencias. En ese momento sintió la mano huesuda de su compañero, casi como una garra, levantándole la barbilla y haciéndole mirar directamente aquellos siniestros ojos. — Ah, realmente eres muy joven aún— dijo con un tono benevolente, casi paternal—. Pero hay cosas peores que esas. — ¿Peor que ser acusado de un crimen que no cometió? —inquirió el más joven con genuina curiosidad. — ¿Peor que ser arrestado y llevado a un correccional? ¿Incluso peor que ser despreciado por tus seres queridos y la sociedad cuando no hiciste nada para merecerlo? A medida que hablaba su cuerpo comenzó a temblar de excitación. Sólo imaginar a Clayton pasando por todo eso y más… — Sí peor que eso— respondió el otro posando su mano en el hombro del muchacho—. Piensa en esa persona por la que sientes gran amor, admiración y confianza. Cuya lealtad y aprecio a ti das por hecho. Entonces esa persona conspira contra ti, trata de destruir tu vida mientras pone buena cara y finge estar de tu lado. Y un día lo descubres, descubres que te odia, te desea lo peor y ha trabajado duro para conseguirlo. Eso es lo que Clayton está sufriendo ahora mismo. Y resulta que ni siquiera es verdad. El rostro del chantajista se iluminó con una retorcida felicidad. Oh, si Clayton sintiese la mitad de sufrimiento que imaginaba se daba por satisfecho. N.A: Perdonperdonperdonpornoactualizarenmasdemedioaño!!!!! Aún con problemas de inspiración, así que el proximo tardara (así como el final psicodelico) Y ya prometo dejar el drama feo. En el siguiente habra drama bonito. | |
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