Historia Inconclusa (NatsumexLen)

Después de dejar mis cosas en mi cuarto y haberme cambiado de ropa, bajé apresuradamente las escaleras con la carta en las manos. Abrí la puerta y salí, cerrándola de un portazo tras de mí. Estaba inmensamente feliz, aunque los hechos que rezaba la carta fueran trágicos...
 Yo era una simple joven 16 años, con un largo cabello negro, y ojos ambarinos. Llevaba una playera amarilla de manga corta, una falda negra y unos zapatos de taco mediano, de color blanco...

-Ahora no habrá nada ni nadie que me impida venir a visitarlos. -Dije ya frente a la puerta de aquella gran Mansión, en lo que esbozaba una amplia sonrisa-

Realmente, ignoraba lo que decía aquel trozo de papel. Por lo tanto, creo que decía así:

"Estimada señorita:



Le deseamos nuestras más generosas condolencias y nuestro más sentido pésame..."

Sinceramente, no sé para que me lo enviaban. ¿Tal vez porque pensaban que sentiría tristeza al enterarme de sus muertes? Ah, estos tipos no saben nada... ¿Qué soltaría lágrimas? Hmph, ya había soltado bastantes desde los 10 años. Si los remitentes de esta carta hubieran sabido las cosas que he tenido que soportar desde mi infancia, no me estarían diciendo esto ahora...

-Si estos tontos hubieran sabido... la clase de personas que eran... -Susurré con rabia estrujando con fuerza el pedazo de papel y bajando la cabeza, mientras unas lágrimas rozaban mis mejillas-

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Flashback:




-¡Esta es la última vez que me desobedeces, Natsume! -Me gritó furiosamente, al que llamaba padre- ¡Te he dicho mil veces que no pases por enfrente de esa casa! ¡¿Cuántas veces debo repetírtelo!?

-¡Pero papá! ¡No entiendo! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué les molesta tanto lo que haga o cómo sea esa familia?! -Le grité, dando un paso decidido hacia adelante-

-¡Eso es algo que no te incumbe, Natsume! -Intervino mi madre, adelantándose-

-¿Es para eso, verdad?

-¿De qué demo-?

-¡Ay por favor! ¡No se hagan los ignorantes! -Me atreví-

-¡¿Cómo te atreves?! -Saltó mi padre-

-¡Es para ganar más de su mugroso dinero!

-¡Ya basta, Natsume! -Gritó nuevamente mi madre-

-¡¿Por eso tanto odio, cierto?!... ¡Para ganar más de su sucio y nada merecido dinero!

-¡Dije que ya basta, estúpida mocosa inservible!

-¡Hazlo! ¡Insúltame! ¡¿Y saben qué?! ¡Ustedes son unos simples codiciosos de pacotilla! ¡Eso es lo que son! ¡Unos egoístas y miserables-! -Callé de repente, al sentir la mano de mi padre estrellarse con fuerza contra mi mejilla izquierda, tirándome al suelo-

-¡Esta es la última vez que toleramos que nos faltes el respeto de esta manera, Natsume! -Dijo finalmente acercándose a mí, en lo que yo me limitaba a permanecer en el suelo, con la mano en mi mejilla lastimada- Eres una insolente. Hubiera sido mejor si no te teníamos, o te hubiéramos enviado a un orfanato...




Fin del Flashback
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-Malditos y miserables codiciosos... -Estrujando con más fuerza el papel- Los odio... Ojalá se estén pudriendo en el infierno. -Susurré con rabia nuevamente. No podía no sentir rencor hacia ellos-

Había estado tan absorta en mis recuerdos teniendo la cabeza gacha, que no me había percatado de que un joven mayordomo me hubo dirigido unas palabras... Levanté la cabeza para encontrarme con la mirada de aquel individuo, dándome cuenta de que era un joven con cabellos rubios y ojos azules:

-Buenos días, Lord Len... -Le sonreí, haciendo una reverencia. Curiosamente no supe el por qué de cómo sabía su nombre. Simplemente lo sabía- Usted disculpará mi interrupción. Pero... quisiera que alguna de las personas a las que usted sirve leyera este comunicado que me han entregado recientemente. -Entregándole la hoja de papel- Alguno de ellos deberá conocerme... -Aún sonriéndole con amabilidad, colocando mis manos detrás de mi espalda-

Al mirarlo, extrañamente sentí algo por aquel chico, pero ignoraba lo que era, así que en cierta forma, no lo sabía. Lo disimulaba lo mejor que podía, mientras aún observaba al mayordomo.

Me había sorprendido por escucharlo decir mi nombre, por lo que estaba por preguntarle cómo era que lo sabía, pero enmudecí de inmediato al escuchar su explicación. Así que cuando terminó, sólo me limité a contestarle sin salir de mi asombro:


-Ehm... muy bien, Lord Len. Aunque también me atrevería a decir... Gusto en conocerlo. -Dije nuevamente, haciendo otra reverencia-

De alguna extraña manera me sentía nerviosa, y un tanto incómoda estando con él allí. No sabía qué hacer o qué decir para aligerar un poco esto que estaba sintiendo...

-Pero espere... no entiendo. ¿Cómo es eso de que... su joven amo le ha hablado de mí? -Me limité a preguntar, sin tener la más mínima idea de qué decir-

Tenía grandes impulsos de irme de allí e irme a mi casa. No estaba acostumbrada a las coversaciones ni nada que tuviera que ver con socializar con otras personas, ya que estaba acostumbrada al... encierro, la soledad y hasta casi siempre... a la anti-sociedad. Pero en ese momento, sólo me limité a girar mi cabeza hacia un costado con la mirada puesta en el suelo y molestándome ligeramente, mientras aguardaba la respuesta del mayordomo...

-Lo comprendo perfectamente... -Dije mirándolo con la misma sonrisa, aún poseyendo mis manos tras mi espalda- Aunque usted deberá disculparme pero... sus palabras no me explican nada... -Mirándolo- Pero también... de seguro será algo... "secreto". Así que no debería insistir en que me lo explicara mejor. Mejor... no diga nada. No quisiera que... por decir algo indebido, su amo lo castigue o algo así... -Le sonreí-

En ese momento, noté que no podía apartar su vista de mí, lo cual me incomodaba en cierta forma... Pero lo más extraño, era que yo tampoco podía hacerlo. Por más que lo disimulara, no podía evitar mirarlo de vez en cuando, cosa que no me había sucedido nunca con nadie.

-Disculpe pero... he notado que no puede apartarme la mirada... -No pude evitar sonrojarme ligeramente desviando la mirada a un costado- ¿Tengo... algo en el rostro? -Dije aún sin mirarlo y con ese rubor en mis mejillas. Sabía que era una pregunta de lo más estúpida, pero no se me había ocurrido otra cosa para decir-

Al escuchar aquella insinuación, me hizo sonrojarme más de la cuenta, provocando que el color de mis ojos se destacara en mi rostro. Pero sólo atiné a decirle:

-¡P-Pero qué está diciendo!... No diga esas cosas por favor, hace que me sonroje... -Le dije, aún sin querer mirarlo- Pero de todas formas... le agradezco mucho sus palabras. Nunca me había dicho cosas así,... y me parece muy dulce y tierno escucharlo de usted. -Me sonrojé mucho más cuando pronuncié aquellas palabras. Yo nunca decía esas cosas, pero ya no había vuelta atrás- ¡D-Discúlpeme! -Exclamé- ¡N-No quise decir eso! Yo... no estoy acostumbrada a decir esas cosas... La verdad, nunca las había dicho.

-Será un gran honor pertenecer a la familia Knightley, lord Len... -Dije, luego de que se me hubo pasado un poco el leve sonrojo, haciendo una reverencia con una sonrisa-

Pero... ¿residir en otro lugar y convivir con otras personas? Ese no era mi estilo, pero tampoco podía rechazar aquella invitación. Yo era una persona... diferente, podría decir. Yo estaba acostumbrada a cosas que ellos tal vez no, y mucho más...
Pero en ese momento, sólo podía sonreírle a ese chico.

-Pero... no creo poder adaptarme a... ustedes los Knightley. Yo... soy un poco diferente, lord Len. -Apartando un poco mi mirada a un costado-

¿Qué ellos se adaptaran a mí? No lo creía posible... No era una persona a la que otros pudieran adaptarse.

-Ahm... No lo creo posible eso. -Dije con un poco de tristeza, pero a la vez sin mucha importancia- Yo... no soy una persona a la cual otros podrían adaptarse o estar a gusto. Es que... me han sucedido cosas que... no me gustaría revivir en ningún momento. ¿Entiende? -Le explicaba, con algo de odio y temor en la voz- Cosas que... ustedes no entenderían. No quiero lastimar a nadie y mucho menos a... alguno de ustedes. -Había estado a punto de decir " ni mucho menos a usted", pero me corregí a tiempo- Por eso... sería mejor que no trataran de adaptarse a mí ni nada de eso. No quisiera que... en algún remoto caso llegara a herirlos de alguna manera...

No quería que le ocurriera nada malo a alguno de ellos por culpa mía. Mis problemas... debían ser sólo míos. No quería involucrar a nadie más en ellos. Esos... eran problemas que nadie podría detener. Ni siquiera el joven mayordomo...

Aún sabiendo que no podía rechazar aquella invitación, de todas formas me puse a meditarlo un poco...

-Bueno... muy bien. Estaré encantada de aceptar su invitación, lord Len. -Dije luego de unos minutos de pensarlo, tomando su mano con una sonrisa-

Trataba insoportablemente de resistirme a querer retirar de forma brusca mi mano de la suya. No estaba acostumbrada al contacto físico de otras personas, así que digamos que en cierta forma no toleraba que me tocaran y/o rozaran. Mis padres... se habían encargado personalmente de que le tuviera miedo a ese tipo de contacto. Pero esta vez había sido decisión mía...

-Por cierto, ahm... también me he percatado de que usted sonríe mucho últimamente. ¿Sucede algo?... -Pregunté, mirándolo fijamente para distraerme y no zafar mi mano con brusquedad-

-¡D-Deje de decir esas cosas! -Exclamé nuevamente, apartando mi mirada a un costado, ruborizándome levemente- E-Es... muy dulce y tierno todo eso pero... ya detengase por favor.

Escucharlo decirme esas palabras, hacían que mi corazón se acelerara. ¿Por qué? Raramente, no quería creer ni aceptar que me estaba enamorando de aquel mayordomo. ¡Era una locura! Yo no era así ni quería causar esa impresión tampoco. ¡Y mucho menos a alguien como él!... De verdad necesitaba irme de ese lugar. No podía quedarme allí sabiendo que me seguiría pasando algo como eso...

-¿S-Sabe qué? Tal vez deba irme y regresar otro día... -Le decía aún sin mirarlo y con ese pronunciado rubor en mi rostro, mientras sentía cómo mi corazón latía desenfrenadamente-

Por un lado, quería irme por pensar en lo que me pasaría con el mayordomo si me quedaba. Pero por el otro lado... ¡quería quedarme! Y había dos razones para eso: primero, porque estaba completamente sola en el mundo, y aquella familia era la única que creía capaz de tenderme la mano... Y segundo, porque habría sido una descortesía mía si hubiera declinado su invitación.
Pero... ¿acaso también lo hacía por el mayordomo? Sinceramente no lo sabía ni le prestaba mucha atención. Pero esperaba que no fuera por eso. No podía...

-No necesita darme explicaciones. Lo entiendo... -Dije dulcemente, dejando de lado el sonrojo y compadeciéndome de él en cuanto a su pedido, sonriéndole amablemente-

No sabía por qué me comportaba de esa forma con él en ese momento. Por alguna extraña razón, me había parecido... tierno... y conmovedor. Seguí sonriéndole de la misma forma en lo que le informaba:

-Muy bien... no me iré. Si a usted le... hace feliz, lord Len. Me quedaré.

Pero luego de haber dicho eso, no supe por qué hice lo que hice, cosa que me pareció un tanto infantil: después de haberle recitado esas palabras, le dí un beso en la frente... Era muy infantil y lo sabía perfectamente pero... no sé. Su pedido se me había hecho... amable y... lindo.
Luego de eso, sólo preferí mirarlo y sonreírle ampliamente, mientras zafaba lenta y suavemente mis manos de las suyas, colocándolas nuevamente tras mi espalda...

-No tiene que disculparse. -Le sonreí- Me pareció muy tierno eso de usted. Me agrada...

No sabía por qué en ese momento se me había ido toda la timidez y las otras cosas que había sentido momentos atrás. Por alguna extraña razón, con él me sentía... segura, protegida. Como si al estar con aquel chico impidiera que me hicieran daño de nuevo...

-Por cierto, sé que estará pensando que no esperaba esta clase de actitudes de mi parte, ya que acabo de conocerlo.... -Aún sonriéndole- Pero... no sabría explicarle por qué lo hice. Tal vez porque... me está empezando a agradar estar con usted. -Le decía mientras me ruborizaba ligeramente- Espero no le moleste, lord Len.

Al escuchar su pregunta, sinceramente no pude evitar sorprenderme un poco pero... ¿vivir con otras personas, después de haberme acostumbrado a la soledad y... al encierro de mi cuarto? No creía que me fuera tan fácil adaptarme, pero sin embargo:

-¿Lo dice de verdad, lord Len?... Me gustaría mucho eso. -Dije sonriéndole amablemente- Aunque realmente, no creo que sea necesario que vaya a recuperar... nada de esa casa. Además, todo lo que tengo de ropa sería lo que llevo puesto en este momento, y otras muy pocas que... la verdad no me importan. Todo lo demás pertenece a mis padres, y a... -Callé de repente, desviando la mirada a un costado-

La verdad, era en serio. No me creía capaz de adaptarme a otro estilo de vida que no fuera la que había vivido desde mi niñez. Sola, encerrada, aislada del mundo exterior cuando mis padres me custodiaban... No sabía qué pensar.

-Vaya... es impresionante, lord Len. -Dije suspirando de asombro, mirando a mi alrededor con una sonrisa. Verdaderamente era enorme-

Seguí adentrándome un poco más en aquella mansión caminando por el vestíbulo, hasta que en un momento me detuve y me volví hacia él, sonriendo y colocando mis manos tras mi espalda, entrelazándolas.

-Disculpe pero... ¿cuántas personas residen aquí? ¿Sólo usted y su amo? Porque es imposible que en esta gran estructura vivan solamente dos personas.