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| En esta Mansión Uno no se Aburre | |
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Autor | Mensaje |
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ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Miér Mar 26, 2014 6:20 pm | |
| Si salir de fiesta fuera así, lo haría mas a menudo LOL Me hubiera gustado ver a Mikasa en modo Terminator (que raro, con lo tranquilita que parece...) y dios ese final... ojala sebastian lo hiciera en el propio manga que ultimamente le sobran los motivos. | |
| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Dom Mar 30, 2014 3:25 pm | |
| No quieras ver a Mikasa en modo Terminator xD Ella es uno siendo normal así que... Bueno, estoy de exámenes finales (y no llegan las fechas para hacerlos y quitármelos de encima T_T) así que voy despacito, sorry. - Capítulo 45:
Este tiempo no hay dios que lo entienda. Tan pronto llueve, como hace bueno… Y, hoy toma ya, nos nieva.
-Creemos que Sebastian ha cabreado a Ash y por eso nieva.
-Su anterior teoría era que me había ido a casa de Ángela y me había dejado la nevera abierta-replicó el mayordomo-. Decídase.
-Na, de aquí a un cuarto de hora cambiaré de opinión otra vez así que…
Esto… Ciel estaba ya levantado y desayunando tranquilamente. Sebastian, ¿cómo has hecho que madrugue? ¿Le has puesto burundanga en la leche?
-Pfffff, ¿qué? ¡No me jodas!
-¡Ala, señor, cómo me lo ha puesto todo! No, simplemente hoy tiene que trabajar con la compañía de teatro una nueva obra.
Ah, vale. Ciel terminó de desayunar y fue a su despacho donde estaba toda la tropa esperando.
-Y encima nos pasa como la otra vez y no tenemos al equipo de teatro.
-Lo lamento, señor, resulta que el cochero era el mismo que el contrataron el señor Break y sus amigos.
-Sí, que se ha perdido en Fuenlabrada.
-La última noticia que me dieron era que iban por un pueblo… Burguillo de Osma si mal no recuerdo –dijo Sebastian, pensativo.
-En cualquier caso, hay que trabajar con esta panda de gili… ¿Qué pasa, gente?
-¡¡Hola, Ciel!! –gritaron todos. Ya no hace falta que practiquen la entonación con el piano.
-Uy, que no… -Sebastian ya estaba disfrazado de profesor y dispuesto a darlo todo-. Bien, para empezar hay que elegir obra para representar. He traído algunos manuscritos… Id pasándolos.
-Sebastian, paso de hacer más Shakespeare –dijo Ciel tirando al suelo “Macbeth”, "Romeo y Julieta” y “El sueño de una noche de verano”.
-Yo opto por algo más fácil –propuso Brad-. ¿También va dirigida a niños?
-Sí, es lo que tiene que el joven amo tenga una empresa de chuches.
-Lo siento mucho por no cumplir tu sueño de tener una “empresa de pipas y chocolate”.
-Sí, eso habría molado más.
……………
Corramos un estúpido velo nuevamente…
-¿Qué tal algún cuento tradicional? Los tres cerditos, Caperucita Roja… -propuso Mey-Lin.
-De eso nada. No pienso hacer por debajo de Calderón de la Barca –interrumpió Sebastian.
Aspiras alto, ¿eh, desgraciado?
-Ya que hacemos teatro, por lo menos lo hacemos como Dios manda.
-¿Y si nos inventamos el argumento? –preguntó Finny.
-Sí, y acaba eso como yo te cuente.
-Como la última vez, con un alga random por ahí, la maricona esa bajando con una góndola que Dios sabe de dónde la sacó…
-¡Métete un rato con tu madre, niñato! –gritó Grell.
Al final, como no se ponían de acuerdo, lanzaron un par de dados y lo que surgió.
-Ale, Caperucita Roja –anunció Sebastian-. Al menos aquí no hay que cantar…
-Hay que ir a echarse unas risas y punto –dijo el Enterrador. Sí, lo dice el sultán.
-Bueno, pues vamos a ir sacando roles… Aunque somos ciento y la madre para la puta obra. Joven amo, le tocó.
-¡¿Por qué tengo que ser la caperuza?!
-Porque es la protagonista.
-Anda ya, tú quieres verme con medias otra vez, pervertido.
-La Caperuza y punto en boca. Siguiente…
¿No sería mejor preguntar quiénes participan en la obra? Justo en ese momento se piraron tres cuartos de los presentes, quedando Ciel, que no le quedaba otra, Elizabeth y el servicio.
-Han huido como putas todas… Bueno, ya que la señorita Elizabeth se ha quedado, ella hará de caperucita.
-¡Bien!
-Y usted hará del lobo.
-¡Qué emoción! Actuaremos juntos.
-Sebastian, ¿sabe Elizabeth el final del cuento? –le susurró Ciel al oído mientras Elizabeth bailaba de la alegría sobre el piano.
-Me da que se le ha olvidado. Bueno, Finny otra vez narrador, Brad el cazador y Mey-Lin de abuelita.
-Oye, que si quieres llamo a Puri o a Amparo y que vengan del pueblo.
-Necesitamos una abuelita, joven amo, no una momia milenaria, muchas gracias. Vale, pues vamos a ensayar que en una semana es la actuación.
Joé, anda que no tenéis tiempo…
*Ring* *Ring*
-¿Digamelón? –respondió Sebastian-. Sí, vale… Se lo diré… Yo a ti también…
Sebastian colgó el teléfono y se volvió hacia los actores con su sonrisa de “quiero ser simpático pero me cago en la puta por dentro”.
-Que es esta tarde la actuación.
-¡Eso pasa por hablar! –gritó Ciel.
-¡Da igual, hay que espabilar pa esta tarde que no llegamos!
Entre pitos y flautas, terminaron ensayando en una sala de la mansión. Sebastian hacía de director de teatro.
-Joven amo, póngase los dientes de lobo…
-Zeze zino zozezeza.
-¿Qué coño me ha llamado?
Ciel se quitó los dientes de pega.
-Es que sino no se me entiende.
-Pues se jode. Y sea más aguerrido, que hasta el oso de mimosín da más miedo que usted.
-Es que Ciel tiene que ser mono… -Elizabeth no aguantaba más y abrazó a Ciel.
No os da tiempo ni queriendo.
-Sí, habrá que improvisar en el escenario. ¡Todos a maquillaje!
Mientras la sala de teatro se llenaba, entre bastidores hacían lo que podían.
-¿Y si cambiamos los papeles de, joven amo y la señorita Elizabeth?
-¡Tú quieres verme travestido, reconócelo!
-No, es que así es más gracioso.
-¡Joputa!
-Como vuelva a rechistar… Le corto la polla, la cocino al vapor, la tiro al suelo y bailo una jota encima.
Chicoos. Que empieza la función y no habéis ni sacado palomitas. Total, ya estaban preparándose cuando…
-¿Y la señorita Elizabeth?
-En el baño –respondió Ciel-. Lleva ya un buen rato.
Sebastian fue a buscar a Elizabeth y, para cuando volvió, tenía una trágica y a la vez feliz noticia.
-La señorita Elizabeth no se encuentra disponible. Tiene un cólico como un caballo y no podrá participar en la obra.
Justo antes de comenzar la función. ¿Alguien lleva puesto algo amarillo?
-¡Los gayumbos de Sebastian! Fiijooo.
-Joven amo, le toca hacer de Caperucita.
-Si ya me sé mi papel, que haga de Caperucita otro…
Y del cielo cayó el sustituto. Sí, sí, literalmente, vaya trompazo se ha metido Grell.
-¡No!
-¡Sebas! Déjame hacer de Caperucita y tú serás mi lobo feroz.
-A los lobos te voy a tirar yo a ti, maricona.
-Chicos, diez minutos y arrancamos –dijo Brad asomándose al camerino.
Tenían poco tiempo para prepararse.
-Joven amo, haga de caperucita y que éste haga de lobo.
-Antes saco el emblema de los Stark, que por lo menos da miedo. ¿Quieres poner a este de Lobo? Entonces sí que parecería esto un cabaret.
-Al cabaret, al cabaret… -empezó a bailar Grell. ¿De dónde has sacado la falda?-. Del mismo sitio que la góndola.
-La madre que te… -Sebastian lo bajó al suelo-. ¡Estate quieto ya!
-Sé mi lobezno, Sebas.
-¡Joven amo!
Ciel suspiró, abatido.
-Está bien… Grell si hago de Caperucita, ¿serás un lobo ejemplar?
-Por Sebas lo que sea. Ya hablaremos luego de las condiciones.
-¿Condiciones? Para el carro que te comes una curva.
-Cinco minutos –volvió a decir Brad.
-Bueno, venga, chicas, que podemos –dijo Grell. El shinigami empezó a mirar a todos lados buscando algo-. ¿Y mi disfraz?
-Toma, es fácil de poner –Sebastian le ayudó a vestirse-. Es en plan pijama –pero quítale antes el abrigo o algo-. Y lo mejor de todo –Sebastian le metió un guantazo en los dientes, encajándole la dentadura postiza-. Ale, al escenario.
Ya estaba todo listo y la gente sentada en sus butacas. Antes de salir al escenario, Sebastian daba las últimas indicaciones.
-Y si un caso sale algo mal, improvisad.
-¡De acuerdo!
-¿Alguien necesita un traquimazin o algo? Joven amo.
-Eso me deja frito en el escenario. No he dado dos pasos y ya estoy en el suelo dormitando.
-Vale, pues nada. Mucha mierda, chicos.
-Mucha mierda pa ti y pa la madre que te parió haciendo el pino –saltó Ciel.
La mirada de Sebastian hizo entrar en razón a Ciel.
-Ah, coño, que eso es suerte.
No sé yo qué va a salir de aquí… El narrador Finny fue el primero en salir a escena y empezar a contar la historia.
-“Había una vez una niña que llevaba siempre una caperuza roja y por eso todos la llamaban Caperucita Roja. Un día, su madre la mandó a visitar a su abuelita, que estaba malita, y que le llevara una cesta con comida”.
Ciel salió en escena saltando a lo Heidi y más rojo que la capa que llevaba.
«Qué bajo he caído, señor…» pensaba mientras triscaba por el escenario.
Sebastian detrás de la cortina empezó a desfollarse vivo y apenas podía aguantarse.
“Mientras caminaba por el bosque, Caperucita se encontró con el malvado Lobo Feroz”.
De entre unos árboles de cartón-piedra salió Grell, que tropezó y se cayó al suelo, provocando la risa entre el público.
-Como nos joda la actuación… -mascullaba Sebastian.
-Hola, señor lobo. ¿Qué tal le va? –Ciel estaba muerto de vergüenza.
-¿Zasazazazezazazueita? –dijo Grell.
Ciel se quedó con cara de póker como diciendo: “¿qué coño acabas de decir?”
-Sí, esto es una cestita, pero no te la puedo dar.
-Zezizaszazazazezazueita.
-No, no te puedo dar la cestita –insistió Ciel, improvisando sobre la marcha.
Grell no pudo más y se quitó los dientes de pega.
-Que si vas a la puta casa de la vieja, joder –soltó de sopetón.
Ciel y Grell miraron al público, preocupados. Esperemos que los niños no nos salgan vandarras…
-Ese maricón se entera luego…
El turno de Ciel había terminado y ahora le tocaba a Mey-Lin y a Grell. Mientras actuaban, Sebastian hablaba con su señor.
-Está más nervioso que si fuera a conocer a un famoso. Tenga, tómese la pastillita.
-¿Cómo quieres que lo haga? Parecería que estoy mamado y ya la ha cagado Grell bastante con las palabrotas como para encima fomentar la droguería.
-Es un tranquilizante, nada más. Como si le pinchan morfina.
-¡La morfina es un droga!
-¡Hostia puta, es su turno! No me arriesgo –Sebastian pilló a Ciel desprevenido y le metió la pastilla en la boca-. En veinte minutos hace efecto, aguante.
-Pa lo que queda de actuación…
No te preocupes que puedo alargar esto hasta que te haga efecto la pastilla. Mira.
“El lobo entró en casa de la abuelita para comérsela y sustituirla para cuando llegara Caperucita”.
-¿Eh? ¿Tengo que comerme esa cosa fea? Me niego.
-Grell, no te salgas del guión –susurró Mey-Lin.
-He dicho que no.
-¡Será mamón! –Sebastian estaba a punto de salir al escenario a darle cuatro hostias al shinigami, cuando Brad se le adelantó y corrió el telón. Durante unos minutos estaba el telón sobre el escenario y no se veía nada, solo se escucharon pisadas acercándose y voces.
-Oh, Sebas, ¿has venido a darme instrucciones?
-No… jodas… lo… que… queda… de… actuación…, shinigami de mierda –dijo Sebastian entre golpe y golpe.
Sebastian empezó a zurrar a Grell que trataba de huir y a veces se asomaba detrás del telón, pero Sebastian volvía a meterlo para dentro. Cuando la zurra terminó y Sebastian se hubo marchado, volvieron a levantar el telón, ahora con Grell en la cama fingiendo ser la abuelita.
-Aay… Me da que no salgo de la cama en lo que queda de día.
Justo entonces llegaba Caperucita, drogadísima y medio mareada.
-¡Abuela! ¿Qué pasa? Te traigo mandanga de la buena que me ha dado mi madre. Mira si es buena que me he tomado un poco y mira cómo estoy ya. Jeje… jeje…
Sebastian, creo que te has equivocado de pastilla.
-No, el joven amo está relajado. Parece mentira que no le conozca.
Ay, señor…
-Abuela, qué orejas más grandes tienes. Ah, no, que es el gramófono.
El público empezó a reírse de la actuación de Ciel.
-Oye y qué nariz más grande –Ciel empezó a sobar a Grell, que se quejaba.
-Para, no estoy yo pa estos trotes.
-Oye y qué ojazos más gigantescos… Pareces un puto búho.
-Ya, para…
-Y qué piños más grandes…
-¡Que te pares ya, coño!
Grell y Ciel empezaron a pelearse y a enredarse en la cama haciendo la escena más cómica para el público. Que se vengan un día a la mansión, que lo flipan.
-Ayy, qué desastre.
-Si se lo están pasando en grande –dijo Brad.
-¡Calla! ¡Que ahora vas tú!
Al ver que la pelea se prolongaba, Sebastian corrió las cortinas justo cuando Grell se caía de la cama. Finny aprovechó el momento para avanzar la historia hasta el momento en que llega el cazador.
“El Lobo se comió a Caperucita y se quedó dormido a la sombra de un pino”.
-¿Qué mierda frase es esa de a la sombra de un pino? –Sebastian estrujaba el guión-. ¿Qué se piensa que estamos en un concierto de María del Monte?
-Sebas, relax que te vuelve a dar la hernia.
-¡Joven amo! Anda que… He tenido que sacarle de los pelos de ahí.
-Oye, ese mariconazo de lobo me va a oír –Ciel estaba hablando con el extintor. Pedazo tranquilizante que le has dado, macho.
En escena, Brad entraba en la casa de la abuelita y veía el estropicio.
-¿Qué hago? ¿Lo limpio? –¿eso está en el guión?
-¿Tú tás gilipollas?–le susurró Sebastian entre bastidores-. Eres cazador no sirviente de la mansión.
-Ah, vale. ¡Voy a matar al lobo!
Brad cargó la escopeta e hizo como que caminaba de puntillas mientras se cambiaba el escenario. Espera, ¿ha cargado la escopeta? ¡Dios santo! ¡Estáis zumbadisimos!
-Tranqui, que controla.
Precisamente me da miedo la persona que lleva la escopeta. En fin, Grell estaba en el suelo durmiendo la mona, roncando y todo mientras Brad hacía como que le abría en canal y de él salían Mey-Lin y Ciel. Bueno, Ciel salió disparado del patadón que le metió Cebastian.
-Y con esto y un bizcocho –sentenció Brad apuntando con la escopeta hacia Grell.
-¡Deja de tocarme el chocho, que quiero dormir! –saltó Grell, asustando a Brad, que disparó de verdad.
El público también se asustó y empezó a gritar.
-No se preocupen, son efectos especiales –dijo Finny.
-No, no lo son –Sebastian tenía un agujero en medio de la frente. Pedazo puntería-. Y menos mal que me ha dado a mí que llega a dar a otro… Bueno, terminemos ya.
Se cerró el telón y salieron los actores a saludar. El público aplaudía encantado con la actuación.
-¿De verdad? –preguntó Sebastian emocionado.
Bueno, ser narrador tiene sus ventajas… En cualquier caso, la función terminó y todos pudieron volver a casa.
-Ale, me voy al sobre un rato…
Ciel cayó rendido en mitad de las escaleras.
-Ay, qué suplicio, virgen del Carmen –Sebastian tomó a Ciel en brazos y se fue de allí-. Pa la próxima representamos “El Burlador de Sevilla y Convidado de Piedra”.
-Uy, eso suena muy chungo –comentó Brad.
Bueno, hasta el próximo teatro tenéis un descansito. Amos, digo yo.
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| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Dom Mar 30, 2014 4:05 pm | |
| Pagaría por ver esa obra XD Sebastian, sabemos que te gusta ver a Ciel en falda pero disimula un poco. Aceptar a Grell fue un suicidio y Ciel hablando con el extintor ¿seguro que eso era un tranquimanzin? Para el proximo traes a los chicos de Weston. Sobre todo a Cole, yo creo que se le podría sacar mucho jugo. Ciao! | |
| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Lun Mar 31, 2014 9:34 am | |
| Jeje, lo tendré en cuenta Ya hasta dentro de unos diitas no podré subir más ;( | |
| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Sáb Mayo 03, 2014 4:32 pm | |
| Hace la vida que no escribo nada. Entre exámenes y trabajos apenas he sacado tiempo >_< he retocado algunas cosillas que tenía escritas a medias y ahora en el finde que tengo algo más de tiempo las iré subiendo ^^. Enjoy! - Capítulo 46:
*bostezo* Qué mal me sienta madrugar, madre… En cambio en la mansión Phantomhive no se puede decir lo mismo.
-¡Venga p`arriba ya! –Sebastian entró gritando en el cuarto de los sirvientes y descorrió las cortinas.
-Sebastian… Joé, qué mala hostia, macho –se quejó Bard, medio dormido-. Se nota que te desfogas con nosotros antes de ir a ver al señor…
-Venga a callar que os meto un palo que os avío –Sebastian se fue del cuarto de los sirvientes para bajar a la cocina.
-Qué suerte tiene Mey-Lin –comentó Finny mientras se vestía-. A ella no va Sebastian a despertarla.
-Ya te digo, tío.
Una vez estuvieron todos listos, empezó la nueva jornada…
-¡Amos, panda lilis! ¡Al loro! Dejad ya de hacer el gamba y a trabajar. A mi manera o a la papelera…
Dios mío, qué cruz para los sirvientes. Sebastian fue a la habitación de su joven amo e hizo lo mismo con él que con los sirvientes.
-Ale, ale, alee.
-Me voy a cagar en tos tus muertos, Sebastian –bramó Ciel tapándose la cara con la almohada.
-Solo le digo que todo lo que sube, baja.
Hmm, ahora que lo pienso, ¿cómo se conocieron Ciel y Sebastian?
-¿Eh? ¿Cómo nos conocimos…? Buff, fue hace la torta un pan, ya.
-Tampoco hace tanto, señor. Un año.
-Pos eso, hace la vida. Pos verás fue más o menos así…
-¡No! Déjemelo contar a mí, que usted se salta cosas. Un mayordomo que se precie es imparcial y justo.
-Y muy tocacojones también…
Tras darle un capón a su amo, Sebastian carraspeó y empezó a narrar la historia.
-Nos conocimos en diciembre de hace ya dos años. El joven amo había sido secuestrado por una secta que lo sacrificó en mi honor y acabaron convocándome…
HACE DOS AÑOS
-*cof* *cof* *cof* ¿Quién coño me ha llamado?
-¡Aah! ¡Ha aparecido de verdad! –exclamaron los sectarios.
-¡Que quién coño es! –repitió Sebastian-. *cof* *cof* Por cierto dejad los porros que madre la humareda que habéis montado aquí. Van a saltar las alarmas de incendio a este paso. *cof* *cof* *cof*
-Obedecerás mis órdenes por toda la eternidad.
-No. (¿Quién coño se cree este pa decirme a mí lo que tengo que hacer?)
-Ofréceme larga vida y riquezas.
-Tampoco. (Qué gente más pinzada de la cabeza… Ahora en serio, ¿quién me ha invocado?).
-Chist. ¡Aquí!
-¿Ein?
Sebastian se volvió hacia la jaula donde estaban atrapados los esclavos para los sacrificios.
-No jodas. ¿Me has invocado tú?
-¡Por favor, sácame de aquí! –suplicó Ciel.
-¿Te parece bonito llamarme a estas horas, mocoso? Y Encima tengo que hacer el contrato contigo. Manda huevos…
-A mí tampoco me gusta la idea. Por cierto, ¿de dónde has salido? ¿Del Carnaval de Tenerife?
-¿Me estás llamando travelo? Puto niño. No sé qué va a salir de aquí, pero no me queda otra que seguir el protocolo.
Sebastian carraspeó y sacó mágicamente un largo pergamino.
-Ya has pagado la tarifa de tránsito. Tú decides si quieres hacer el contrato o no. La verdad es que te conviene (para desgracia mía) porque ya no pones el pie en el cielo ni de coña. Si decides hacer el contrato…
-¡Cállate, hostias! Acepto el contrato. Sácame de aquí y cárgate a esos hijos de la gran puta.
-Eh, hacerle callar –ordenó un sectario.
-No sí, a mí también me están empezando a hinchar los huevos… Entonces aceptas.
-Que sí, cansino.
-Mu bien –Sebastian hizo desaparecer el pergamino-. Ahora tenemos que marcar nuestros cuerpos con el sello… ¿Dónde te lo pongo, alma de cántaro?
-¡Donde te salga de la punta de la polla, peor sácame de aquííí!
-Joé, qué pesadilla, de verdad. Pos mira, te lo pongo en el ojo que así fijo no fallo al ponerlo.
-¿En el ojo? ¿No tienes otra parte del cuerpo donde ponerlo?
-Pero, vamos a ver, si me dices que lo ponga donde me dé la gana y ahora me vienes con quejas, empezamos mal.
-Venga, va, sí, que estos tíos nos están empezando a mirar mu mal.
Le puse al joven amo el sello en el ojo ya que, cuanto más visible sea el sello, más fuerte será el vínculo que nos una.
-¡¡Aaaaaaah!! Dios, cómo escuece, jodío.
-*cof* *cof* *cof* ¿Pero no apagáis el puto humo? Os voy a reventar a hostias.
Después de eso, maté a todos los sectarios que había allí y liberé al joven amo. Escapamos justo a tiempo pues la chabola donde tenía lugar el ritual empezó a arder.
-Mira que les dije que apagaran el puto fuego. Ni caso. Bueno, chaval, ¿cómo te llamas?
-Ciel Phantomhive. Soy el conde de la mansión Phantomhive.
….…………
-Sí, claro, tú te vas a pensar que yo soy gilipollas, ¿no?
-¡Que es cierto!
-Bueno, bueno, si me lo dices así es que será verdad. Pos nada, adoptaré una identidad adecuada para servir a un conde.
-Sí, anda, quítate el traje de putón, que me da grima solo de verte.
-¿Pero de qué vas, mocoso? Que te reviento aquí mismo… -Sebastian empezó a estrangular a Ciel hasta que el demonio se acordó del contrato-. Mierda.
Así pues, adopté la forma de un mayordomo para servirle hasta culminar su venganza.
-Demonio, te ordeno tres deseos: que no me mientas ni aunque la vida te vaya en ello, que obedezcas mis órdenes sin chistar y que me seas fiel.
-(Encima me viene ahora con peticiones…) Bueno, pues vamos a su mansión.
-No sé dónde está –dijo Ciel.
-¿Cómor?
-Que no sé dónde está. Ni siquiera dónde estamos ahora. Además, apenas sí salía de la mansión.
-Nos ha jodido mayo. (Me cago en la puta, tengo que cargar con este criajo criado entre algodones. La verdad es que me ha fallado como la lotería).
-Pero tengo una tía en Londres…
-¡Haber empezado por ahí!
Nos pusimos en marcha con las primeras luces del alba. Fue entonces cuando el joven amo me preguntó por mi nombre.
-Demonio, ¿cómo te llamas? Porque no me parece justo que tú sí sepas mi nombre y yo no sepa el tuyo.
-¿Mi nombre? El que mi amo quiera ponerme.
El joven amo no se lo pensó dos veces y enseguida me bautizó.
-Pu…
-Como diga lo que creo que va a decir, le corto la polla y se la hago comer –masculló Sebastian, mosqueado.
-Hmm… Sebastian. Te llamarás Sebastian.
-Muy bien. Llámeme así si quiere. ¿Era el nombre de su anterior mayordomo?
-Qué coño, el del perro.
…….…………
-¡Serás hijo de puta! –Sebastian volvió a estrangular a Ciel. Después, fueron a Londres a buscar a Tía Anne.
Madame Red le dio al joven amo algo de ropa, sanó sus heridas y le dio cobijo, mas el joven amo quería ir a la mansión.
-Quiero verla con mis propios ojos.
-Ciel, toma –Madame Red le entregó a Ciel un anillo de oro (del que cagó el moro)-. Todo lo demás se quemó.
Cuando llegamos, la mansión estaba calcinada.
-Esto está hecho unos zorros –comentó Sebastian cuando llegaron.
El joven amo se fue a la parte trasera de la mansión. Le seguí y vi que estaba delante de la tumba de sus padres. Mientras lloraba su pérdida en silencio, reparé la mansión y, al caer la noche, fui a buscarlo al cementerio.
-Joven amo, cucha que ya es de noche. El aire frío te va a resecar los pulmones como sigas aquí afuera.
-Pos nada, iremos a un pub a pasar la noche.
-No será necesario.
Le enseñé la mansión reconstruida, ante lo cual el joven amo se quedó asombrado.
-Pero qué…
-He necesitado un poco de ayuda de “Limpiezas Levi”, pero me ha quedado de puta madre. Ale, vamos adentro.
Una vez dentro, limpié al joven amo sus heridas…
-¡¡Que me abraso!! ¿Tú eres tonto? ¿Cómo se te ocurre echar el agua ardiendo de golpe? ¿Qué quieres? ¿Cocerme como una puta langosta? Regula la temperatura antes de echar el agua, coño.
-Vale, tendré más cuidado… (¿Esto es demasiado caliente? Si para mí está helado…). ¡Bueno, deje que le frote la espalda! Lalala.
-¡Que me despellejas, so puta! Anda, que ya salgo.
-¿Qué dice? Se le pueden infectar las heridas y entonces moriría.
*Splash*
-¡Que te vayas a tomar por culo!
-Sí, señor.
Sebastián salió de cuarto de baño empapado.
-Maldito crío… (Me cago en la madre que lo parió).
*Pom*
Sebastian entró de nuevo en el cuarto de baño, alertado por el golpe.
-¿Qué ha pasado? –preguntó, alterado.
-Nada, que me aburría y me tiré de la bañera a los Assassins Creed, no te jode. Que me he resbalado al coger una toalla, coño.
-Uff… (Qué cruz, señor). Anda que no andas ná. Deja que te seque yo que tienes menos fuerza que Superman con criptonita.
-Que te he dicho que me dejes en paz.
Sebastian estaba ya hasta la polla y se encaró a su joven amo.
-Mire, deje de tocarme el coño que no tengo. Se le van a infectar las heridas si sigue así. Así que déjeme hacer mi trabajo, por favor.
Mientras Sebastian secaba a Ciel, el estómago de este empezó a rugir.
-Los humanos siempre tienen hambre.
-A que te llevas una leche.
-Anda, bajemos a cenar… Uy, jeje, qué pequeña la tiene, joven amo.
-¡Todavía soy un niño, joder! –saltó el joven amo tapándose las partes nobles-. ¿Y la tuya qué?
-Uh, yo tengo un rabaco…
-¡Que me olvides! Ponme algo de papear, anda.
Bajamos al comedor y le serví la cena.
-Mire, mire, joven amo –Sebastian puso el mantel sobre la mesa y como por arte de magia apareció un suculento festín-. ¿Cómo se ha quedado? Con el culo torcido, ¿eh?
-Sebastian…
-Dime.
-No vuelvas a hacer eso en la puta vida.
-¿Eh? ¿Por qué?
-¿Te parece normal reconstruir una mansión en una tarde y sacar todo esto en cero coma?
-Pues sí, soy un demonio.
-Los humanos si te ven hacer eso van a sospechar. No vuelvas a hacerlo, ¿entendido?
-Sí, mon capitán. (Vaya engorro. Tengo que comportarme con un humano porque lo dice el amigo).
Sebastian le sirvió la comida a su amo, quien escupió el bocado.
-¿No te va la comida?
-Tá mu malo. Mu picante, mu salao. ¡Qué asco!
-La culpa no es mía que me sale una comida de chuparse los dedos. Será por estar todo ese tiempo con la peña aquella. Te hago un gazpachito si quieres…
-Na, déjalo. Me voy al sobre.
Ciel se fue a dormir, dejando a Sebastian solo. Al rato de irse a acostar, Sebastian apareció con un carrito con leche caliente.
-Anda, niño, te vas a ir a la cama sin probar bocao. Tómate aunque sea la leche caliente.
-¿No le echas miel?
-Ya pensé yo que pasaría esto y me traje el tarro entero –Sebastian puso el bote de miel sobre el carrito-. Échale toda la que quieras, como si quieres echar la leche en la miel. Ciel echó un poco de miel en la leche y se la bebió.
-Está buena…
Me alegré mucho de que el joven amo por fin alabara mi trabajo (tanto que tiré un cohete por la ventana aquella noche).
-Sebastian –el mayordomo estaba saliendo por la puerta cuando su amo lo llamó-. La leche estaba de puta madre y más te vale que el desayuno esté así de bueno porque si no te voy a hacer la vida imposible. No vayas ahora a pensar que puedo subsistir con leche como si fuera un gato.
……
-Entendido, señor. Buenas noches.
Dicho esto, Sebastian dejó descansar a su amo.
-Me cago en tos sus muertos.
-Y así fue como nos conocimos.
Vaya, qué curioso. Y así a lo tonto nos ha dado el día.
-Mañana te cuento si quieres como llegamos a ser el Butler and lord team.
-¿Desde cuándo nos llamamos así, Sebastian?
-Desde ahora que se me ha ocurrido el nombre.
-Y el Butler delante pa que no se espante, ¿eh?
-¿Qué problema hay?
Sí, la verdad es que no han cambiado desde que se conocieron.
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| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Lun Mayo 05, 2014 8:47 am | |
| Awww, que lindos se odiaban desde el minuto uno! Tan adorables | |
| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Lun Mayo 05, 2014 3:16 pm | |
| - Capítulo 47:
Bueno, parece que el tiempo mejora un poco. Seguramente que hoy tengan pensado ir al campo a merendar más tortillas.
-No que vuelve la tortillera y se la zampa.
Ah, sí, Sebastian fue a despertar a su joven amo como cada mañana. A ver qué circo montan hoy…
-Iba yo de peregrina y me cogiste de la mano… Buenos días, joven amo –Sebastian descorrió las cortinas dejando que un potente solaco entrara en la habitación.
-¡Joder! –Ciel se tapó hasta con la almohada-. ¿Hoy le ha dado por hacer Sol? Manda huevos.
-¿No me ha oído, señor? Buenos días.
-¿Qué pasa con los perros de mi tía?
…………………
Esto no lo entiendo ni yo.
-No me jodas… -Sebastian agarró a Ciel y le chilló al oído-. ¡Joven amoooo!
Ciel ni se inmutó ante el alarido que pegó su mayordomo. No me digas que está…
-Sordo como una puta tapia. ¿Ves? Eso le pasa por irse de pingo por ahí y ponerse justo al lado de los “bongos” en las discotecas.
Eh… ¿Bongos?
-Una forma vulgar de llamar a los altavoces. Vamos, joven amo, hoy tiene mucho trabajo.
-¿Quién me espera abajo? –saltó el niño.
La vena de Sebastian empezó a hincharse. Hoy tienes trabajo extra, machote.
-Ya… Vamos a desayunar primero.
-¿No hay cocinero? Ah, joder, te pones tú a cocinar.
Sí, se nota que está sordo por los gritos que pega el maricón de él. Sebastian le sirvió el desayuno a su amo y lo vistió. Ey, ¿no va a trabajar hoy?
-No creo que esté en condiciones. Me lo llevo a urgencias.
¿No estará cerrada?
-¿Qué decís vosotros de irnos a Ponferrada?
-Nada, joven amo. Venga, vamos al otorrino a que le eche un vistazo a los panales de cera que tiene por orejas.
-No, lo siento, Sebastian. Las ovejas no pueden pastar por el jardín.
-Orejas, señor. ¡Orejas! ¡No da una!
-Ay, no, la tuna que no venga, que es mu pesá.
Sebastian agachó la cabeza, desolado. Animooo.
-Sí, lo voy a necesitar.
Sebastian arrancó el coche de caballos y se fueron a galope tendido hasta Londres. Con el buen tiempo que hace y vosotros os vais a pasar el día en el hospital. Cachis…
-Sebastian, ¿qué he oído de hachís?
-Ah, ¿que ha oído algo? –se burló el mayordomo-. Eso sí que me asombra.
-¿Cómo? ¿Qué lo hagamos en la alfombra? Ya le salió la vena pervertida. Suerte que tengo práctica saltando de coches en marcha.
¡Ey! ¡El que tiene práctica es Sebastian! Oye, tú, ayuda a tu amo que se nos escoña vivo.
-A ver, a ver… Mierda, un barranco y yo con tacones. Fijo que me doy la hostia.
¡¡Sebastian!!
-Sí, sí, ya voy…
Ciel salta al vacío… Sebastian se tira también… Lo agarra… Lanza los cables del equipo de maniobras de la Patrulla… y vuelven al carro sin problemas. Ay, qué angustia. Eso estresa más que un partido de Liga.
-Es que nosotros somos más de Champions –comentó Sebastian tomando de nuevo las riendas.
*Badum tss*
En cualquier caso, ponle el cinturón al niño, unas correas, un bozal, átalo como Hannibal Lecter… Lo que sea pero que no trate de imitar a los del GTA, que veo que le gusta mucho el juego.
-Ay, sí, mira lo que pasó hace unos días:
HACE UNOS DÍAS
-¡Yupi! Tenemos la misión de Estafar al seguro.
-¿Explíqueme por qué una mujer completamente desnuda se está tirando a la carretera?
-En realidad es una puta y está en bolas porque antes he hecho la misión de exhibicionismo.
-¿Y no le han detenido?
-¿Crees en serio que la poli arrestaría a una tía en cueros? De todas formas no, no pasó nada. Bueno, al lío… ¡Mira, los bomberos!
-Señora hostia que se ha metido y como mucho ha salido volando.
-Sí, mira, el tío de la moto. Tracaa.
-Que juego más violento. ¿Es apto para su edad?
-Sí, sí, sí, sí.
-Joven amo, el Pegi es para 16.
-Va, pasa de eso…
VUELTA AL PRESENTE
Ya veo… Sebastian, ponle en cintura o acabará muy mal.
-Tsk, me voy a zampar su alma al final, qué más da.
¿Y su comportamiento no empeora la calidad del alma?
-¿Qué cuchicheáis vosotros dos?
Sebastian guardó silencio unos instantes.
-¡Mierda puta, no me había dado cuenta! A partir de ahora cuidaré del alma del joven amo.
Sí, que a este paso te va a saber a gasolina.
-La gasolina mola.
No creo que para comer.
-¡Me apunto al Texas Hold Em!
……………
Estooo. Tras una hora de camino, llegaron a Londres. Sebastian aparcó en frente del hospital, se metió a su amo bajo el brazo y entró en urgencias.
-Buenas, venimos por un cuadro de deficiencia auditiva.
La enfermera pestañeó, confusa.
-¿Un qué?
Sebastian puso a su joven amo en el mostrador.
-Que está sordo como él solo. Atiéndanle.
-Enseguida, señor. ¿Tiene la tarjeta del seguro?
Sebastian sacó los papeles de Ciel.
-Vale, espere a que le llamen.
Sebastian volvió a agarrar a Ciel y ambos se sentaron a esperar. Ey, dale conversación o algo.
-¿Para que me salga con alguna parida? Na, olvídalo.
Tras una intensa espera de dos horas (¿cómo pudo aguantar Ciel sin decir nada?) por fin les tocó entrar a ver al médico. Sebastian, ¿te acuerdas de la última vez que vinisteis al hospital?
-¡Mierda puta! Bueno, recemos para que no nos manden pallá y pacá con los volantes y su puta madre.
Sebastian entró con Ciel en la consulta del otorrino.
-Buenos días, Ciel, ¿no es así? –preguntó el otorrino consultando su informe.
-¿Que está la prima Paqui? Mentira, yo no la veo por ningún lado.
El médico no necesitó más pruebas para diagnosticar lo que le pasaba a Ciel.
-Bien, a ver las orejas.
-Sebastian, ¿por qué me has traído al otorrino?
-¡Vaya si ha tardado en coscarse, señor!
-El otorrino trata problemas auditivos, Sebastian, no “casca huesos”.
-Ya le casco yo luego en casa. Arréglelo aunque tenga que hacerle un implante coclear o implantarle un tímpano nuevo.
-No se preocupe, señor. Su hijo volverá a oír en un pispás.
-¿Hijo?
Os dais un cierto aire, la verdad.
-¿No es su hijo?
-¡Es mi amo! –bramó Sebastian, fuera de sí.
En cualquier caso, el otorrino decidió callarse y atender a Ciel bajo la atenta mirada de Sebastian.
-Vale, le he limpiado las orejas. Supongo que tendría que oír un poco mejor. Hagamos una prueba para verificarlo.
-Yo me encargo –Sebastian hizo girar la silla de ruedas en la que estaba sentado Ciel-. Joven amo, ¿la capital de Asturias es Gijón?
Ciel se volvió hacia el otorrino.
-¿Qué dice este de un cojón?
-No, todavía no está arreglado –concluyó Sebastian girando de nuevo de la silla de manera que Ciel mirara ahora hacia el médico.
-Ya veo… Bueno, a ver si con un audífono…
-¡Opérele, cago en diez!
-Hagamos una última prueba y si no resulta lo operamos.
-Me estáis dando un miedo… Sebastian, paga tú “la multa del verano”
¡¿Y eso a qué viene?!
-Nada, que no hay remedio –dijo el médico-. Bisturí vamos a operar.
Ciel ni se inmutó.
-Normalmente se iría echando hostias o acabaría cinco pisos abajo –comentó Sebastian.
-Mire, mejor, así no sabe lo que le espera.
-¿Puedo ayudarle a operar?
-Sí, ¿por qué no? Con estos recortes… Necesito personal. Ve poniéndole la anestesia.
-Y ahora hablamos de Anastasia. ¿Qué tienen que ver los rusos con esto?
-Joven amo, mire por la ventana –Sebastian tenía tras su espalda la jeringuilla con el arsénico.
-¿Que nos roba una gitana? –Ciel se dio la vuelta rápido como el rayo. Sebastian aprovechó para pincharle y, al rato, Ciel roncaba a pierna suelta. Haberle dado algo de vodka, que caía igual-. No, eso ya no sirve. Se ha vuelto inmune.
-Muy bien, vamos a operarle.
Sebastian y el otorrino se encerraron en el quirófano durante tres horas hasta que consiguieron recuperar la audición de Ciel.
-Bueno, jovencito, vuelves a ser el mismo de siempre.
-¿De qué habla, Sebastian?
Sebastian miraba dudoso hacia su joven amo.
-¿La capital de Asturias es Gijón? –preguntó, desconfiado.
-¿Qué demonios dices? La capital de Asturias es Oviedo de toda la vida.
Sebastian sonrió de oreja a oreja.
-Ya vuelve a ser el mismo. Muchas gracias por todo, señor otorrino.
De vuelta a casa, el servicio estaba preocupado por la repentina desaparición del mayordomo y su amo.
-¡¿Ande andabais?!
-Sebastian me llevó al otorrino no sé para qué y llevamos allí toda la mañana.
-Señor, haga caso a partir de ahora al médico y nada de ponerse al lado de los altavoces en las discotecas, nada de tocar la bocina del coche cerca de su oído, nada de gritar…
-Sí, sí, sí, lo que tú digas. Voy a papear algo y me voy a la piltra.
-Más le vale, porque como encima salga de fiesta…
-Me muero de ganas, pero me habéis dejado con la mierda anestesia…
Ciel subió escaleras arriba y se encerró en su cuarto. Sebastian aprovechó para contarles a los sirvientes lo ocurrido.
-Sí que estaba sordo como una tapia, la verdad –comentó Brad.
-Qué bien que ya esté mejor.
-Sí, vosotros a mamarla como siempre –ordenó Sebastian.
El servicio se marchó de allí tan contento como siempre. Qué happys son.
-Sí, son unos hippies…
Espera… ¡No estarás sordo tú también, ¿verdad?!
-No, no es una enfermedad. Son así y ya está.
Ay, la virgen. Claro, de tanto gritar… Aunque conociendo a Sebastian se le pasará.
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| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Lun Mayo 05, 2014 5:58 pm | |
| LOL la sordera es un clasico que nunca pasa de moda. XDD - Citación :
- Ah, ¿que ha oído algo? –se burló el mayordomo-. Eso sí que me asombra.
-¿Cómo? ¿Qué lo hagamos en la alfombra? Ya le salió la vena pervertida. Suerte que tengo práctica saltando de coches en marcha.
Vaamos Cielin si lo estas deseando Muy bueno como siempre ¿para el proximo podría venir Cole? | |
| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Mar Mayo 06, 2014 10:21 am | |
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| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Mar Mayo 06, 2014 10:24 am | |
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| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Jue Jun 05, 2014 4:37 pm | |
| Ya terminé la memoria y vuelvo a las andadas ^^ Ayaal, tu pedido, recién salido del horno. Enjoy! - Capítulo 48:
*Inspira profundamente* Ay, qué bien, ya llegó el veranito y con él el calor, por fin. Bueno, aquí en Inglaterra ya con llegar a los quince grados sacan la botella de champán. A ver qué les depara hoy a los habitantes de la Mansión Phantomhive…
-Baaila, bajo un manto de luses tu gracia reluse… -Sebastian entró cantando en el cuarto de su amo y descorrió las cortinas-. Buenos días, joven amo.
-Ay… Qué dolor de cabeza…
-De resaca como siempre, ¿no?
-Cállate y ponme el carajillo.
-¿Hoy pasa del té y quiere un carajillo? –Sebastian le sirvió el café a su amo-. Un carajo le voy a poner la próxima vez.
Anda, que empezamos bien el día.
-Sí, bueno y peor que va a ir –Sebastian le tendió a su amo el periódico.
-Qué habrá pasao esta vez… -dijo Ciel bebiéndose el carajillo de un trago.
-Viene en el periódico de hoy, señor.
-A ver, a ver… Bah, esto de que ha abdicado el rey lo sabe medio mundo.
-Esa noticia no, tonto`l capullo. En sucesos, mire, mire.
Sebastian abrió el periódico por la sección de sucesos.
-Trae p`acá… ¡No me jodas!
Ciel arrugó el periódico, henchido de furia. ¿Qué ha pasado?
-Me voy a cagar en tos sus muertos –el joven amo saltó de la cama y se fue corriendo a sabe Dios dónde. Sebastian, corazón, ¿qué ha pasado?
-¿Recuerda al señor Cole?
Cole, Cole, Cole… ¿El del College?
-El mismo. Pues parece ser que ha entrado por la noche en la fábrica del joven amo y le ha prendido fuego.
Ay, madre, ¿qué es? ¿Pirómano?
-Un mamonazo es lo que es –dijo Ciel entrando de nuevo en la habitación con el pijama todavía puesto-. He tenido que ir al baño a desahogarme.
-Bueno, joven amo, voy para allá y reparo la fábrica…
-Sí, y cuando termines me traes a ese hijo de puta. Se va a cagar… Meterse con el último Phantomhive…
Bueno, bueno, sí que la ha cogido con el muchacho…
-Sí, pero lo peor es que me toca a mí el trabajo sucio…
-¡Pa eso estás, coños ya! Tira, Sebastian, que ya estás tardando. Y diles a los del servicio que le quiten el polvo al potro.
Mira qué bien, un potro, ¿vas a competir en las Olimpiadas?
-No el potro de salto… El potro de tortura.
*Glups*
-Pérate, ya lo hago yo que estos son capaces de quitarles el óxido…
*Glups* *Glups*
-Señor, si le contagia el tétanos no le durará más de dos horas de tortura.
*Glups* *Glups* Glups*
-Tú mejor que nadie sabes que así es como se moría la gente en la Edad Media.
Bueno, yo me voy marchando…
-Ale, Sebastian, tira pa la fábrica, me la arreglas y luego traes a la maricona esa.
-Sí, señor. ¿Lo quiere con o sin maquillar?
Ciel guardó silencio unos instantes.
-Puff, qué difícil me lo pones… Ponle un saco patatas en la cabeza pa que no tenga que verle la jeta y listo.
-Como guste, señor.
Pueees, Sebastian fue a limpiar la fábrica…
-Uuh, la de superglue que voy a necesitar pa arreglar esto.
Y Ciel mientras sacaba brillo a los aparatos de tortura con el servicio.
-Joven amo, el cepo funciona a la perfección –dijo Finny con el cepo cerrado en la cabeza.
-Mu bien. Recordad dejar el óxido, chicos.
-Joven amo, ¿esto cómo funciona? –preguntó Bard, mirando una especie de rueda con pinchos.
-Mira, te pones ahí y yo hago girar la rueda y los pinchitos esos se te van clavando y…
-Quite, quite, quite…
Bard se fue corriendo de allí.
-Tráete la Dama de Hierro de paso.
Niño, si lo metes ahí, fijo que no vuelve a salir.
-Na, es solo para intimidar. Tú no sabes la de sustos que pega eso cuando lo ves.
La verdad es que sí, impresiona bastante.
-Joven amo, ¿va a usar las tenazas también? –preguntó Mey-Lin llevando en los brazos un montón de hierros.
-Pues… Me dejas un hierro para marcar y unas tenazas para pezones.
Dios bendito…
-Hierro de marcar… ¿Este? –Mey-Lin le mostró una vara de hierro con una “P” en un extremo.
-Sí, como los de marcar al ganado. Oh, sí, la “P” de puta. Déjame esa.
Eh, creo que la “P” era para los ladrones…
-Es la “P” de puta y punto. Bueno yo creo que está casi todo listo… Sebastian no tardará en venir.
-Joven amo –Bard entró en la habitación, jadeando-. Ya ha llegado Sebastian.
-Dabuti. ¿Eh? ¿Y la dama de Hierro? Tira a buscarla, cojones.
-Pesa mucho… La de he dejado a la puerta.
-Bueno, solo tienes que bajar las escaleras y la dejas ahí en el rincón.
-No, no, a la puerta de donde estaba guardada.
-Jooder. Si es que sois más inútiles que una puta con la regla. Dile a Sebastian que deje a Cole un momento y baje la Dama de Hierro p`aquí.
-Sí, señor.
Bard se fue de allí a todo correr.
-Joven amo, ¿se va a poner el traje de cuero? –preguntó el inocente de Finny.
¿Traje de cuero?
-No, eso solo lo uso con Sebastian.
¡No jodas! Yo que pensaba que el traje era de él.
-Dejémoslo estar.
-Joven amo, traigo la Virgen de Hierro.
-¡Virgen de Hierro tus muertos!
-Es lo que pone en la etiqueta… -Sebastian miró de nuevo la etiqueta que tenía pegada la Dama de Hierro-. Sí, bien grande y hermoso.
-¿Quién ha sido el retrasado que ha puesto “Virgen de Hierro”?
El servicio de pronto se esfumó.
-Tsk, bueno eso ya lo resolvemos otro día.
-¿Traigo al señor Cole ya? –preguntó Sebastian dejando la Dama de Hierro en el suelo.
-Sí, venga. Y tráete un vodka de paso.
-Borracho de mierda.
-A que te quedas sin fo…
Bueeno, adelantemos carrete que nos estamos enrollando. Sebastian bajó a Cole al sótano, donde Ciel esperaba.
-Mierda, podías haberlo dejado caer por las escaleras y que bajara rodando.
-Puedo volver…
-Na, es igual. Déjalo. Pa la próxima vez… Chst, pon música de ambiente de paso.
Sebastian trasteó en el casete después de dejar a Cole sentado en una silla de madera.
-Playing…
*Dale a tu cuerpo alegría macarena…*
-¡Esa cinta, no, hostias! Bah, anda, déjalo.
Sebastian ató a Cole a la silla y le quitó el saco de patatas de la cabeza.
-¡Desátame que te voy a zurrar con el saco! –exclamó Cole.
-No hay cojones –lo retó Sebastian.
-¡Callaos, par de putas! Hola, Cole.
-¿Ein? Anda, Phantomhive. Cuánto tiempo.
-Menos formalismos, hijo la gran puta.
-Tsk, habló de puta la tacones.
-¿Qué problema tienes tú también con que lleve tacones? Me tenéis muy hartito con mi estatura –Ciel carraspeó-. En fin, ¿cómo tienes los huevazos de reventarme la fábrica de chuches? El último que hizo eso está bajo tierra.
-Construyendo el metro, ¿verdad? Ese truco ya me lo sé.
-No, no, está bajo de tierra de verdad –intervino Sebastian-. Era ya muy mayor el hombre y la edad no perdona…
-¡Calla, coño! –Ciel le dio a Sebastian con el saco de patatas-. Antes de empezar la fiesta, te preguntaré por qué lo hiciste.
Cole rió.
-Me dejaste en evidencia ante todo el college. Considéralo una amenaza.
-¡Y tú me puteaste y me usaste como a una chacha!
-Lo corroboro. Todo mi esfuerzo en hacer pasteles para que luego se enfriaran.
-Tú a tu bola, ¿eh, Sebastian? –le recriminó Ciel, mirándolo de soslayo-. En fin, que me toca mucho los huevos lo que has hecho y que te vas a arrepentir pero vamos…
-Phantomhive, Phantomhive. El Código de Hammurabi fue la causa de que se extinguiera la civilización Babilonia.
Vaya patada le acabas de meter a la Historia, chaval…
-Es verdad, todos sabemos que fue mi culpa –dijo Sebastian.
………………
-Tengo que hacer un día un estudio sobre cómo acabamos hablando de gilipolleces. Sebastian, pon a esta puta en el potro y prepárate para tirar de la manivela.
-Sí, señor.
Sebastian puso a Cole en el potro. El joven conde se opuso pataleando, pero Sebastian era más fuerte.
-Llego a ser un mortal y me dejas la cara hecha un cromo –comentó Sebastian una vez lo hubo atado.
-¿Qué pretendéis con esto?
-Que espabiles ya, tonto`l pijo y aprendas a no meterte con mi familia.
-Joe y solo porque exploté la fábrica. Llega a ser la mansión…
Llega a ser la mansión y no lo cuentas.
-¡Sebastian, dale caña!
-Voy.
Sebastian empujó la manivela pero no funcionaba.
-Pero, ¿qué coño…?
El demonio probó hacia arriba, hacia abajo y que la manivela no funcionaba.
-Sebastian, inútil, ¿qué cojones se supone que estás haciendo? –Ciel corrió a su lado para ayudarle.
-¿Ha engrasado las ruedas dentadas?
-¿Que si he hecho qué en qué?
-Con razón no chufla… -Sebastian se agachó para ver el problema de cerca.
-Mira a ver si es que tiene el seguro puesto.
Eh, ¿un potro con seguro?
-Ah, coño, pues sí, joven amo –se oyó un click y acto seguido Sebastian mostraba un gancho a su amo.
-No ves… Venga, empieza a hacer brazos que buena falta te hace.
-Va p`allá.
Sebastian empezó a empujar la manivela con dos dedos.
-Es que como le dé fuerte me cargo el potro y parto al chaval en dos.
Cole empezó a quejarse cuando Sebastian dio la primera vuelta y de repente…
*Crack*
-¡Aaah! –gritó Cole. Su espalda había crujido-. Aaah…
-Eso ha sonado muy orgásmico –comentó Sebastian.
-No, si espérate a ver si a este le va a empezar a gustar que le torturemos.
-Ay, qué bien. Me habéis arreglado la espalda. ¿Te importa dar otra vueltita o dos a ver si se me arreglan las cervicales?
-¡Para nada, mi arma! –dijo Sebastian, emocionado.
-Chee, quieto parao –Ciel estiró un brazo hacia Sebastian indicándole que parara-. Vamos a cambiar de instrumento, que este le mola.
Ahora pasaron al hierro candente.
-Joder, qué puto frío… Sí, acércame más eso que entre que me habéis dejado en pelotas y que estamos en un sótano.
-Te vas a cagar –dijo Ciel sosteniendo el hierro.
-Él lo sabe mejor que nadie que se lo hicieron de niño –comentó Sebastian, apoyado en el toro de cerámica.
-Tú me vas a comer los huevos luego.
Ciel plasmó el hierro candente en la piel de Cole. Un olor a barbacoa inundó la sala.
-¡Aaaaayyyyyy! ¡No mola, no mola!
-Ale, pa ti pa siempre. Pedazo cicatriz-tatuaje que te he hecho macho. Si es que, que puta máquina soy.
-Señor, está inclinado.
-¡Que le he dejado una marca de por vida en su cutis divino! –Ciel se encaró a su mayordomo.
-¿Eh? ¿Una marca… De por vida… En mi piel?
Aquello traumó sobremanera a Cole, que emitió un grito desgarrador, sacudiendo hasta los cimientos de la mansión. Ay, mis oídos…
-Flipante, ¿te preocupa más el hecho de tener una herida en la piel que el dolor de la quemadura? –preguntó Sebastian-. No entiendo a los Humanos.
-No te molestes, Sebastian. Pierdes el tiempo intentándolo.
-Bueno… -*clin* *clin* Sebastian cogió las tenazas de pezones-. ¿me deja hacer esto a mí, joven amo?
-No sé… Me da que eso le va a poner y mucho.
-Jo, con lo divertido que es… Hace mucho que no arranco pezones.
-Estamos en una tortura, Sebastian, no en tu pub de alterne fetichista. Que por cierto, ¿y tu vestido de cuero?
-Como siga en ese plan, voy a usar las tenazas para otras cosas que no son los pezones –amenazó el mayordomo.
-Phantomhive, por favor, perdóname la vida.
-¿Ein? ¿Estás rogando piedad?
-Por favor, deja mi cuerpo serrano en paz y haré lo que quieras.
-¿Lo que quiera?
-No se deje engañar, señor –le susurró Sebastian-. Este es capaz de darnos gato por liebre en cuanto nos despistemos.
-¡No! Te lo juro por Arturo. Libérame…
Cole empezó a llorar como una nenaza y a corrérsele todo el rímel.
-Ugh, solo por las pintas que tiene ya podemos parar.
-Vaya, justo ahora que íbamos a usar el palo… De buena te has librado, chaval.
Sebastian liberó a Cole de sus cadenas. Espera, ¿palo?
-Sí, ese de ahí –Sebastian señaló con el dedo un enorme tronco de madera acabado en punta-. Ya sabes, atas a la persona por las manos, le pones unas pesas en las piernas y la vas bajando lentamente…
Aaahhh, sí, sí, calla, calla.
-Tampoco es para tanto –comentó Ciel.
-Cómo se nota que tiene experiencia en ese chisme, ¿eh, señor?
-Vete a la mierda. Y en cuanto a ti. Espero que te haya quedado claro.
-Sí, sí. No volveré a meterme con la familia Phantomhive.
-Ale, Sebastian, muéstrale la salida.
Sebastian llevó a la puerta a Cole, quien pidió un taxi para volver a casa.
-Y ahora a limpiar todo esto –suspiró Sebastian bajando al sótano de nuevo.
-Uf, qué pereza… ¿Oye y si lo dejamos y torturamos mañana a más gente?
-¿Por qué esperar a la noche, joven amo? –preguntó, sensualmente.
-¡Pederasta de mierda! Si quieres darme por culo aprovecha mientras duermo.
Sebastian se encogió de hombros.
-Ya lo hago.
Aquello pilló de sorpresa a Ciel, quien se retiró a un rincón en pose fetal. Ale, ya has traumatizado al niño. Qué poco tacto.
-Me dijo que nunca le mintiera.
Haber hecho la vista gorda por una vez…
-Venga, joven amo. Aún sigue el vodka esperando por usted.
-¡Coño, el vodka!
Ciel olvidó su trauma enseguida y fue a trincarse la botella.
-Si ya me lo conozco yo. Mañana se levantará a las cuatro de la tarde, pero bueno.
Sí, mejor nos retiramos ya todos a descansar que vaya día.
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| | | ayal92 Sirviente
Cantidad de envíos : 401 Edad : 31 Localización : Acosando a Sebastian Fecha de inscripción : 25/04/2012
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Jue Jun 05, 2014 4:58 pm | |
| Valio la pena esperar *.*. *.* *.* LOL todavia me estoy partiendo de risa con Ciel y el servicio preparando los instrumentos de tortura (hay que dejar el oxido...), Cole rogando por su cutis y Ciel en posicion fetal dandole al vodka. Angelito, deja de fingir, sabes que te gusta. Me ha encantado, ya decia yo que Cole había nacido para estas cosas. Mil gracias (carita feliz)
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| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Vie Jun 06, 2014 10:17 am | |
| Jeje, nada. Cualquier petición o sugerencia es bien recibida. Pues justo hace cerca de un mes que fui a una exposición de aparatos de tortura y gracias a eso me salió mejor el fic. Algunas aclaraciones: en la exposición pusieron Iron Virgin en vez de Iron Maiden (imagínate el shock y más aún el de mis amigos traductores O_O). Tmabién vi los aparatos que he puesto (aunque no recuerde el nombre, sorry ^^U), y cuando vimos la Dama de Hierro la verdad es que impresionó tanto que de verdad que me sentí mareada y todo xD Por lo demás, ahora que soy libre hasta mediados de julio, escribiré más - Capítulo 49:
Se va acercando el verano. Ya era hora, que aquí hace un frío que se caga la perra… Como cada mañana, Sebastian va a despertar a su joven amo.
-¡Muy buenas! –exclamó emocionado descorriendo las cortinas-. Venga, señor, que hoy lo tiene que petar.
-Yo sí que te voy a petar a ti –se quejó Ciel, como cada mañana, escondiéndose en las sábanas.
-No empiece a hacer el gamba desde primera hora de la mañana.
Ciel empezó a escurrirse debajo de las sábanas mientras Sebastian trataba de atraparlo.
-Que uno no está pa estos trotes, señor –la espalda de Sebastian crujió-. Ay, se me notan los siglos ya…
-¡Viejo! Que eres un viejo –Ciel salió de debajo de las sábanas.
-¡Será…! Ay, eso me recuerda…
Sebastian salió de la habitación en silencio. Mientras volvía, Ciel aprovechaba para dormitar un poco más.
-Es que se está tan a gusto en la cama…
-Listo. Joven amo, vaya bajándose los pantalones y los calzoncillos.
….………….
¡¿Perdona?!
-Vamos, no me monte la escena de esta madrugada y obedezca.
¿Hola? ¿De qué va todo esto?
-Prométeme que esta vez no me harás tanto daño –dijo Ciel tumbándose bocabajo con el culo en pompa. Me estáis asustando…
-No se resista tanto y no le dolerá.
Sebastian se acercó a la cama y se situó encima de Ciel. ¡Vale! ¡Basta ya!
-¿Eh? Es necesario que lo haga –se defendió Sebastian.
-¿Está fresquito, Sebastian?
-Sí, joven amo, recién salido de la nevera.
Eh… ¿Fresquito?
-Claro, coño, el supositorio –Sebastian levantó el supositorio-. ¿Qué pensabas? El niño lleva unos días que no caga y necesita que le meta esto por el culo, literalmente.
-Sí, se podría decir que Sebastian me da por culo.
Entonces lo de esta madrugada se refería a…
-Sí, tuve que ponerle el primer de madrugada y ahora le toca otro.
-Di que le pone hacerme esto.
-¡A callar! Venga que se lo meto.
Esto es demasié pa mi body…
-¡Aay!
-No se queje que ni le he hecho nada –Sebastian ni se había movido.
-¿Lo tienes que meter por la parte gorda? ¿No es al revés?
-En las instrucciones dice que no, que mejor al revés para facilitar su expulsión.
-¡No jodas!
-Venga, ahora en serio…
-¡Aaaah!
-¿Ya se vuelve a quejar? –Sebastian estaba de brazos cruzados sin hacer nada mientras Ciel gritaba-. Está creando una imagen muy mala de mi persona, joven amo.
-Esto…
Aprovechando el descuido, Sebastian le introdujo el supositorio sin que su amo se enterara. Como mucho tuvo un escalofrío.
-Noto algo frío en mi…
-Ale, y ahora a desayunar.
Vaya circo, la virgen. Total, Ciel bajó a desayunar, andando como un pingüino.
-Exagerado –dijo Sebastian mirando a su señor andar como un robot.
-Tú no tienes una cosa en el culo que notas al moverte demasiado.
-Pero si era una cosita así de nada –Sebastian hizo con los dedos el largo del supositorio, unos tres centímetros.
-Aah… Lo siento dentro de mí, moviéndose.
-Qué cerdaco.
Ya te digo, qué asco. Y va a desayunar… Justo en el momento en que Ciel se tenía que sentar para desayunar, empezó a adoptar posturas extravagantes.
-Señor, déjese de hostias y siéntese.
-Pero, pero… si me siento se me meterá más.
-Ay, señor… Deje de usar la silla como si fuera una barra americana y siente el pandero.
Sebastian puso una mano sobre el hombro de su señor y tiró para abajo. Ciel hizo una mueca de dolor al sentarse.
-De esta te acuerdas… -dijo con un nudo en la voz.
-Mira qué bien. Ya no necesita el cepillo de dientes que corrige la espalda –comentó Sebastian observando que la espalda de su amo estaba perfectamente apoyada sobre el respaldo de la silla-. Ale, zámpese el desayuno.
Ciel comía muy despacio…
-No me diga ahora que si se mueve nota el supositorio en su culo.
-Sí…
-Venga, joven amo, un poquito más. Piense que tiene que eliminar las materias fecales de su cuerpo o si no morirá.
-¿Qué?
Sebastian se llevó una mano a la frente.
-Que tiene que cagar o si no explota con la mierda.
-Ah, haber empezado por ahí.
-Esto se lo cuento yo a alguien…
Una vez terminó de desayunar, Ciel fue a realizar sus tareas del día.
-Ya le llevo yo, que al ritmo de muñeca de famosa que lleva llega al despacho pasado mañana de la semana que viene.
Sebastian se puso a su joven amo debajo del brazo y lo llevó al despacho.
-Al curro, joven amo. Le veré al mediodía
Sebastian cerró la puerta tras de sí.
-*suspiro* Ay, señor.
¿Estás seguro de dejarlo solo? Mira que como le dé por quitarse eso…
-Pérate… Tres, dos, uno…
Sebastian abrió de nuevo la puerta, sonriendo como siempre. Pilló in fraganti a su joven amo bajándose los pantalones.
-Joven amo, déjese el culo en paz. Como vuelva a verle bajándose los pantalones, le meto un hierro candente por el culo.
Ciel se subió los pantalones enseguida y se sentó en la silla de su despacho tan rápido que se hizo daño.
-¡Aah!
-Pues hijo, si fuera mujer se llevaba mal con los Tampax.
-¡Gilipollas! –Ciel agarró algo del escritorio y se lo lanzó a Sebastian, que cerró la puerta para usarla de escudo.
-Esto es agresión hacia el servicio. Mire que le denuncio a servicios sociales.
-¡Anda y vete a fregar por ahí!
-Ale, venga, trabaje…
Ahora sí, Sebastian dejó tranquilo a su joven amo. Mientras a darle el coñazo al servicio.
-¡Finnyyyy! ¡Bájate del tejado o te vendo a los gitanos!
-Hay hojas secas en las cañerías.
-Y en el césped también ¡Anda, baja! –se volvió hacia Bard-. Tenemos cocina de inducción. Como explote te meto el cañón del lanzallamas por el culo y le doy a la máxima potencia.
-*escalofrío* Este es capaz de hacerlo.
-¡Mey-Lin! Ya te has vuelto a equivocar con el barniz.
-Pero si lo pone aquí.
-¡Mis cojones! Ya estás limpiando eso o lo haces con la lengua.
-¡Sí, señor!
-Ay… ¿Y si los llevo a un campamento militar?
Bard todavía sobrevivía, pero los otros… Lleva a tu amo, él lo necesita más.
-Pues no te creas que me lo estoy planteando.
-¡Sebastian! –Ciel se asomó por la ventana-. ¡Sube!
-¡¿Qué coño quiere ahora?!
-¡Que subas, cago en dió!
-Como sea pa una bobada… me voy a cagar en la puta de oros, la sota de bastos y el rey de copas.
-¡Venga y el caballo de espadas! Sube, puta.
-Habló de puta la tacones…
-Como te vuelvas a meter conmigo por llevar tacones…
Sebastian no oyó a su señor pues entró en la mansión y subió a ver a su amo. Por el camino, maldecía.
-Si es que… A ver qué quiere ahora… Hasta la polla me tiene ya… Me cago en toa su raza…
Sebastian carraspeó antes de entrar en el despacho.
-¿Sí? –preguntó asomando la cabeza.
-En serio, no aguanto más ¡Quítame esta cosa del culo!
-Jooder, le llego a conocer cuando esto lo usaba todos los días y le dan por culo al contrato. A ver, trae p`acá.
Bueno, mientras se pelean, a ver qué tal le va al servicio, que hace mucho que no sé de ellos. ¿Alquimia como siempre?
-No, ya descubrimos cómo convertir las cosas en oro, así que Edward se volvió a casa –dijo Bard.
-Sí, vamos a descansar un tiempo haciendo tareas menos importantes para despejar la mente –añadió Finny.
-Sí, y a ver si sacan un nuevo proyecto en el que poder trabajar –dijo Mey-Lin, ilusionada.
De repente se oyeron voces procedentes del piso de arriba.
-Señor, si no se baja los pantalones, vamos mal.
-Bueno, primero tendré que tumbarme en la mesa, ¿no?
-Ale, venga…
…….…………
-¿Qué están haciendo ahí arriba? –preguntó Bard.
-No sé pero a Mey-Lin ya le está sangrando la nariz a lo Kill Bill.
Dios mío, si parece una fuente. Muchacha que te desangras.
-El amo y Sebastian están…
-Na, no creo, ¿no ves cómo se llevan? –dijo Bard.
-¡Aah! Sebastian, un poquito más de delicadeza con mi culo.
………………
-O tal vez me equivoque.
-Señor, estese quieto o se le meterá hasta el fondo, y son siete metros de colon.
…………………
-Hagamos como que no hemos oído nada…
El servicio volvió a sus tareas rutinarias. Arriba, Sebastian logró sacar el supositorio del ano de Ciel.
-Ale, ya está, mu bien.
-Ahora se lo llevas lijao al servicio –dijo Ciel subiéndose los pantalones.
-Tsk, qué guarrete es, señor. Le voy a apuntar a una Academia Militar.
-Si tienes cojones.
No se lo digas dos veces que Sebastian cumple su palabra.
-Señor, lo que yo digo va a misa y vuelve, recuérdelo.
-Sí, sobre todo tú, que pisas una iglesia y entras en combustión espontánea.
-Bueno, hacemos una barbacoa, mire usted.
-Sí, el Coloso en Llamas hacemos.
En fin… Por la tarde Ciel tuvo cierta “libertad” y ya por la noche consiguió ir de vientre.
-Ay, qué a gusto… -suspiró saliendo del baño.
-Ale, ya tiene la flora intestinal divina. Ni los yogures de la Shakira.
-Ale, me voy al sobre.
-Venga, buenas noches.
-Y como me levante esta noche con dolor de culo sabré que me has violado.
…………………
-Váyase a dormir o le vendo a los gitanos.
-¡Eso dijiste con Finny esta tarde!
-Pero a usted sí que le vendo que me tiene harto. El otro por lo menos es útil.
Vaya manera de terminar el día.
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| | | Hwesta Duque
Cantidad de envíos : 1263 Edad : 31 Localización : Por ahí andaré Fecha de inscripción : 14/08/2013
| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Mar Jun 17, 2014 10:43 am | |
| - Capítulo 49:
Mierda, está nublado. Bah, son nubes de tormenta, esperemos que se marchen en un rato. Bueno, como cada mañana Sebastian va a despertar a su amo… ¿Se-Sebastian? Uy, qué enano. ¡Si mides por lo menos metro ochenta! ¿Cómo te has podido encoger?
-Como que soy Ciel –dijo Ciel dándose la vuelta.
…………………
Estás uniformado…
-Sí, es que ayer por la noche hicimos una apuesta y perdí, como siempre. Ese hijo de puta siempre hace trampas. Lógico y normal que gane.
Ciel empujaba el carrito del desayuno. Ay, qué mono y simpático.
-¡Los cojones! –exclamó antes de entrar en el dormitorio del amo.
Ciel se acercó a la ventana despacio. A diferencia de Sebastian, él no veía un pijo en la oscuridad y podía tropezarse con algo…
*Crac* *Splash* *Pum*
-Ay, ay… La mesilla de noche y el florero fijo han palmado. A ver dónde coños están ahora las cortinas…
Ciel tanteó la pared hasta dar con una suave tela y tiró hacia un lado.
*Ras*
-¡No jodas! ¿Me las he cargado?
-Ay, joven amo, si es que no vale pa ná –dijo Sebastian levantándose de la cama.
-¿Y por qué pollas tengo que hacer esto si tú no duermes?
-Es parte de la apuesta.
A mí ya me estáis aclarando la apuesta esa.
-Nada, que estábamos esta noche jugando al parchís y si yo ganaba intercambiábamos los roles por un día. Y así fue.
-Porque misteriosamente me empezaron a salir unos. ¿Qué probabilidades hay de que eso pase?
-Alguna habrá.
-Sí y se llama trucar el dado. Mariconazo…
Resumiendo que hoy Sebastian es el amo y tú eres el mayordomo, ¿no?
-Sí…
Pues como Sebastian se deje secuestrar…
-No, el señor no es de mucha ayuda la verdad, pero por echarnos unas risas. Sobre todo yo.
-Si es que eres más hijo de puta que yo qué sé.
-En fin, ¿me sirve el desayuno?
-¡Si tampoco comes!
-Protocolo, señor.
-Cógelo y métetelo por dónde te quepa.
-Venga que servir el té es casi tan fácil como escanciar sidra.
Ya verás, media tetera acaba en la alfombra. Efectivamente, Ciel sirvió el té con un pulso de cirujano tremendo, empapando hasta las sábanas de té.
-Bueno, bien, al menos ha conseguido llenar la taza.
-Qué bien te lo estás pasando, cabronazo.
-Y el día acaba de empezar. Venga, vístame.
………………
-Oh, la escalerilla está en el jardín. Dígale a Finnian que la traiga.
Escalerilla y un equipo de escalada va a necesitar.
-En ese caso le presto mi equipo de maniobras tridimensional.
-¿De verdad tengo que hacerlo?
-Perdió la apuesta, señor.
-Me cago en tó lo que se menea… Vale, mu bien.
Ciel consiguió quitarle el pijama a Sebastian. Hasta ahí bien, luego vestirlo fue más difícil.
-¡Levanta más la pata, Sebastian!
-Vaya manera de dirigirse a su amo.
-El amo soy yo, no se te olvide que te meto un palo que te avío.
-Pantalones puestos, ahora la camisa…
-Que sí, hostias…
-Por cierto, ¿sabe hacer nudos de corbata?
-¿El qué?
-Cuando llegue se lo cuento.
Primero a ver si pasa la pantalla de atar los cordones.
-Primero un nudo, luego la oreja de conejo y… ¡Por ahí no, por debajo!
-¿Por dónde? Si no hay nada más.
-Tare p`acá –Sebastian se arrodilló y le enseñó cómo atar cordones-. Así, joder.
-Bueno, bueno… Uno no se muere por no saber atarse los cordones.
No, pero se lleva una hostia fina si se tropieza… Ciel terminó de vestir a Sebastian a su manera.
-Joder, señor, me carda el pelo y parezco Cindy Lauper.
-¡Pues vístete tú!
-No, sí, no me queda otra.
Sebastian pegó un saltito dio una voltereta en el aire y rápidamente se cambió de atuendo, como los Sims. Solo te falta el diamante ver en la cabeza.
-Bueno, ¿vamos a trabajar? –preguntó Sebastian sonriendo de oreja a oreja.
-Ay, mira sí, así me quitas trabajo.
Amo y mayordomo fueron al despacho del mayordomo ahora señor para ponerse al día con la empresa.
-¿Cuál es la situación actual? –preguntó Sebastian sentándose en la silla de su amo.
-Pues… Si esto lo llevas tú.
-¿Ni siquiera recuerda lo que le cuento todas las mañanas? Anda que…
-Como recordara todo lo que me dices me explotaba la cabeza.
-Bueno, bueno, yo me encargo de esto mientras usted prepara el almuerzo.
-¿Eh? ¡Si quedan tres horas!
-En cuanto vea al servicio me lo cuenta. Que por cierto, no sé si se habrán levantado o si siguen planchando la oreja.
Ciel se fue de allí, dejando a Sebastian en el despacho con el papeleo.
-Uf, qué vidorra tiene el cabronazo ese –dijo Sebastian poniendo los pies sobre la mesa y sacándose un puro. ¿Fumas?–. Entre la alergia del muyayo y los gatos no me deja.
En fin… Unos pisos más abajo…
-¡Joven amo! ¿Qué hace aquí?
-¡El amo no puede bajar aquí!
La que se ha liao y Sebastian se lo pierde.
-Yo bajo si me sale de la… *ejem* Sebastian y yo hemos intercambiado papeles y hoy seré yo el mayordomo.
Silencio… Mala pinta.
-¡Yuju! ¡No está Sebastian para echarnos la bronca!
-¡Un día de relax!
-De eso nada –saltó Ciel-. Venga, a trabajar, chicos. Que alguien vaya al mercado a comprar la comida…
-Yo, yo –Finny se fue corriendo.
-Otro no sé, que haga algo.
-Venga, voy a reparar el armario del salón –dijo Bard.
-Y Mey… Haz lo que mejor se te dé.
-Sí, señor.
-¿Y ahora qué se supone que hago? Todos están ocupados… Me voy a echar una siestecita.
Di que sí, deja el barco en piloto automático que no se hunde. A ver qué tal le va a Sebastian…
-Ay, mamones, dejadme en paz…
Probando juegos nuevos, ¿eh?
-Sí, pero hay demasiados zombies para mi gusto y muy pocas armas –Sebastian anotó algo en un papel cercano-. El trabajo del joven amo mola mucho. Pruebas juegos, los modificas…
Vamos, que estás encantado con lo del cambio de roles. Aunque me da que cuando tengáis que volver a la normalidad… Pasado un rato, tocaba preparar la comida.
-¡Eres el más feo y el más tonto! –gritó Ciel-. Vamos a ver, Finny, hijo, si en la lista ponía ternera, ¿por qué coño te traes cordero? ¡Lo has jodido todo!
-Lo siento, joven amo… -lloraba Finny-. Es lo que pasa cuando empiezas a pensar en fotones…
-Ay, no sé cómo lo hace Sebastian, pero no me extraña que acabe hasta la polla de vosotros. No llevo ni dos horas con vosotros y ya me habéis hinchado las pelotas.
-Sebastian tiene mucha paciencia con nosotros –comentó Mey-Lin.
-Y una mala hostia como él solo –añadió Bard.
-Mira que te lo dije veces, tráete ternera, ternera. Pos ná, habrá que cambiar le menú.
-Déjemelo a mí, joven amo –dijo Bard animado.
-Anda sí, encárgate tú un momento en lo que voy a hablar con Sebastian.
Ciel subió a su despacho pero Sebastian ya no estaba.
-A ver en el cuarto baño… Nada. ¿Dónde coño se ha metido? Anda que no hay mansión pa buscar…
Ciel se asomó a la ventana y vio a Sebastian en el jardín.
-Mira a la puta… ¡Sebastian!
-¡Dios, qué susto! –Sebastian dio un bote-. ¿Qué pasa?
-¿Qué haces ahí abajo?
-Tocarme los huevos ¿Usted qué cree? Es la hora de comer y Bard se habrá animado a cocinar. Me voy al búnker.
-¿Búnker? ¿Desde cuándo tenemos eso?
-Desde hace dos minutos. Que lo he construido. Le recomiendo que baje…
*Puuuuuum*
¡Aaah, la virgen! Una terrible explosión mandó a tomar por culo la mitad de la casa.
-Sebastian… ¿Tenemos gas butano?
-Gas natural según la compañía.
-¡¡Me cago en la puta que te parió, Bard!!
Ciel echó a correr hacia la mansión, seguido de Sebastian, que no paraba de reír.
-Teníamos que haber hecho esto mucho antes. Jua, jua…
¿Sabes que luego te va a tocar reconstruirla?
-Eh, eh, eh… -Sebastian tuvo un tic nervioso en el párpado-. ¡No me jodas! ¡¡Bard!! ¡Hijo de la gran…!
Ay, madre. No, si la bromita te va a salir más cara de lo que pensabas. En lo que antes era lo cocina, Ciel estrangulaba a Bard mientras Mey-Lin y Finny se abrazaban, muertos de miedo.
-¿A quién se le ocurre prender fuego cerca del gas? ¡Y a escondidas sois unos cerebritos!
-Joven amo, tenga piedad…
-Uf… Somos expertos en liarlas pardas, la verdad –comentó Sebastian mirando los escombros-. Oh, cierto. Como hoy soy el amo, le toca a usted reparar la mansión.
-¿Eh? ¿Qué dices? Y termino dentro de veinte años. ¿Tú sabes todo lo que ha salido volando?
-Bueno, pida ayuda, contrate a alguien, llame a los primos de Getafe, lo que quiera, pero si me repara algo de la mansión un favor que me hace.
¿Con esta cuántas van? ¿4? ¿5?
-Ay, he perdido la cuenta y todo…
-No, sí, ahora os vais a poner a limpiar todo esto, panda lilis.
-Sí, señor…
El servicio se puso a quitar escombros como si no hubiera un mañana. Y ya es casi la hora del té…
-Cierto, señor, prepare el té.
-¡Ay, qué vida más estresante llevas!
-La suerte de haber nacido demonio –rio Sebstian.
-Tus muertos…
Mientras Bard, Finny y Mey limpiaban los escombros y alguno se le caía encima por el camino, Ciel y Sebastian se fuero a tomar el té en mitad del camino. Di que sí.
-Media mansión se ha ido a la mierda –comentó Sebastian sorbiendo de su té-. Y en esa media estaba el jardín.
-Como nos atropellen…
-Descuide que antes se bajan del coche para preguntar qué hace un par de gilipollas tomando el té en mitad de un camino en el bosque.
-¿Y tiene que ser en el camino? ¿No puede ser un poco más allá, en la vegetación?
-Nah, que me gusta vivir al límite.
Apúntate al Sálvame…
-Me gusta vivir al límite, no el masoquismo. Bueno, el té está fatal pero a diferencia de usted me lo bebo.
-Si es que te te te te… -Ciel hizo un gesto de querer estrangular a Sebastian con las manos.
-Ale, mu bien, ahora demos un paseo por aquí a ver a dónde nos lleva el caminito.
Acabáis en los Andes, que fijo que os perdéis.
-Sebastian, la apuesta es de un solo día. Mañana quiero ver tu culo uniformado sirviéndome.
-Sí, sí, pero todavía nos quedan seis horas de día de apuesta. Demos un paseo durante un par de horas, luego ceno y luego ya veremos.
Durante dos horas caminaron por el camino, se metieron en el bosque, en el río, Ciel tuvo que llevar a Sebastian a cuestas para cruzar un vado… Muy completito el paseo, solo te faltaban los perros.
-Odio los perros –bufó Sebastian-. Prefiero los gatos.
-Sí, pero saca tú un gato de paseo. No te hace ni puto caso.
-Tampoco se crea…
-Bueno, a ver qué tal les va a los otros…
Milagrosamente, la mansión estaba reconstruida piedra por piedra.
-Flípalo… ¿A quién le habéis vendido el alma para conseguir esto?
-A mí desde luego no…
-¡Hola, joven amo! Pues verá, nos pusimos a investigar en los poderes de Magneto y hemos conseguido modificar nuestra genética y así hemos reconstruido la mansión.
………………………………….
-Toma ya –Ciel seguía alucinando.
-¿Cómo? ¿Conseguís los poderes de Magneto y no me avisáis? Esta os la guardo… Que por cierto, tengo hambre.
-Sí, cansino de mierda, ya te hago la cena…
Sebastian entró en la mansión mientras Ciel y los demás estrenaban instalaciones nuevas.
-Bueno, a ver cómo se hace esto…
-¿No prefiere que lo haga yo, señor? –se ofreció Bard.
-No que esta vez no hay búnker donde refugiarse. A ver qué dice el libro de recetas… 2x+2y=4… Uy, ¡pero si este libro es de mates!
-Le traigo el de cocina, señor –dijo Finny.
-Na, da igual, este mismo vale. Si pa`l caso tiene numeritos y medidas. A ver, 2x… Pues 2 tazas de sal. 2y… 2 huevos.
Virgen del amor hermoso lo que va a salir de ahí. Hoy creas vida nueva y todo.
-Ya ves. Sebastian no se va a morir por comerse esto.
Uf, no, pero un cólico no se lo quita nadie. Ponle en la bandeja bicarbonato por si acaso. Tras un rato haciendo la cena, Ciel fue a servírsela a su “amo”.
-Toma, Sebastian –dijo mientras le servía el almuerzo-. Finny ha llamado al Enterrador, así que come antes de que venga y te lo gorronee todo.
No creo que le haya llamado precisamente para cenar…
-Dios bendito, señor. ¿Qué ha hecho?
-Lo que ponía en el libro de recetas.
-A ver… -Sebastian probó una cucharada del plato y rápidamente la escupió a la cara de Ciel-. Pero, ¿qué co…?
-¡Mira cómo me has puesto!
-¿Qué diablos es esto? Si sale humo y burbujas… Ay, madre.
Sebastian se levantó de su asiento y fue corriendo a la cocina donde encontró el libro.
-¿Cómo se le ocurre cocinar con un libro de matemáticas de secundaria?
-Ya sabes números, medidas… ¿Probamos suerte con el de Economía? –Ciel levantó un libraco gordo de Economía.
-¿En qué cabeza…? Bueno, sí, es la suya y ya no tiene remedio.
-¿Qué cuchicheas?
-Que me voy a jugar al billar, ¿viene? Puede ser mi rival.
-Venga, va, si me lo pides así…
Sebastian le susurró a Finny antes de salir:
-Haz palomitas y saca la cámara. Esto hay que inmortalizarlo.
-Sí, Sebastian. Digo amo. Digo…
-Anda, déjalo no sea que te salga una hernia.
Ciel y Sebastian fueron a jugar al billar y curiosamente, Sebastian iba ganando.
-Señor, el palo sirve para golpear las bolas del tablero… ¡No las mías!
-Perdona, que no llego a la mesa…
-No se preocupe que saco un hacha y le corto las patas a la mesa.
Las palomitas y la cámara me dan que se han quedado por el camino.
-*bostezo fingido* Bueno, creo que es hora de irse a dormir.
-Sí, ale, venga, a ver si acaba esta tortura.
-Bueno, espere. Creo que mejor me voy de fiesta.
-¡No fastidies!
-¿Qué pasa? ¿Usted se pude ir con la Patrulla y yo no puedo irme con los pecadores?
-Noo, encima no viene la Patrulla… Jo, al menos podía invitar a Mikasa a chupitos y emborracharla…
-Que no, quillo, no. Que nos vamos hasta de empalmada.
-¡¿Eeeehhhh?! Tú lo flipas. Si me voy de empalme, muero.
-Salgo yo de fiesta y se muere pero sale usted y no pasa nada. Menuda gilipollez.
Bueno, yo sí que cierro el quiosco por hoy. Ya me contaréis mañana cómo acaba esto.
-Venga, señor, prepare el coche.
……….
-¿Voy a conducir yo? –Ciel se fue emocionado a por el coche.
-Hostia puta.
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| | | Hwesta Duque
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| Tema: Re: En esta Mansión Uno no se Aburre Dom Jun 22, 2014 6:17 am | |
| Bueno, como me voy un semanita de vacaciones y no tendré internete, subo otro capi y así lo dejamos en un buen número. Enjoy y muchas gracias! ^^ - Capítulo 50:
*Redoble de caballería*
¿Pero qué…? ¿Qué pasa? Está amaneciendo tras las montañas… Anda, al final Sebastian cumplió su promesa y ahí están todos en la Academia Militar.
-Sí, vamos a pasar instrucción –dijo Sebastian mientras Ciel se apoyaba en su brazo, babeando-. Señor, espabile –ordenó Sebastian dándole una colleja.
-¡Ah! Cago en tos tus muertos y en la puta madre que te parió, maricón –dijo Ciel llevándose las manos a la cabeza, dolorido.
………………
-Ya sabe por qué le he traído aquí –comentó el demonio mirando al frente.
-¿Ah, sí? Yo pensé que era para irme de pingo con la Patrulla.
Espera, ¿la Patrulla? No me digas…
-Sí, hija, sí –dijo Levi, entrando en el dormitorio-. Más payasos para el circo de escuadrón que tengo.
-Disculpe, capitán, ya estuvimos una vez en un circo –dijo Sebastian levantando la mano.
-Sí y que sea la última vez…
-Mire el lado positivo, consiguió un lacayo nuevo.
-¡A formar! –gritó Levi.
Todos se pusieron tiesos y mirando casi al techo. Ahora que caigo, os habéis rapado al cero. Jo, Sebastian ya no tiene melenaza…
-Di que le ha venido de perlas que ya iba camino del pantojismo.
-¿Decía, señor?
-¡Soldados! ¡¿Qué cuchichean?!
-Que nos hemos rapado al cero –respondió Sebastian, alegre como siempre.
Levi se le quedó mirando.
-¿Te piensas que soy gilipollas, soldado? –le preguntó, cruzándose de brazos.
-En absoluto, capitán. He respondido…
-Ahora estáis en mi territorio y aquí el que dice algo que va a misa y vuelve soy yo.
-Uy, qué narcisismo tenemos por aquí –susurró Ciel.
-Recluta Ciel, veinte vueltas al campo.
-Porque tú me lo digas.
-Bien, que sean cuatro horas corriendo y sin cena.
-Que me la pela lo que me digas.
¿En serio vas a cabrear al sargento?
-Uyuyuyuy… ya está modo on fire. Todos al suelo…
Sebastian y el servicio se agacharon justo a tiempo. Levi le metió un patadón en toda la jeta a Ciel que lo dejó temblando.
-¿Pero de qué vas? Esto es agresión…
Levi le agarró de la camisa y siguió golpeándolo como si fuera un balón de fútbol.
-Ese pichichi Levi –lo animaba su escuadrón desde la ventana.
-Vosotros iros a tomar viento un rato.
El escuadrón se esfumó enseguida. Mientras, Levi a lo suyo.
-Se… Se… Sebastian… ¡Mátalo!
-En realidad la propuesta fue mía. No puedo obedecerle, señor.
-Hijo de tu…
Bueno, sargento ya vale. Que le vas a dejar hecho un cromo.
-Esa es mi intención.
A fregar. Después de diez minutos desahogándose con el joven amo, Levi paró.
-Estáis aquí para pasar un duro entrenamiento.
-En realidad para reconducir al joven amo –dijo Sebastian, levantando la mano.
-Sí, bueno. Recluta Ciel, ve a la enfermería a curar tus heridas.
Me da que lo tenéis que llevar en camilla. Ay, el pobre…
-Mamón… -dijo a duras penas Ciel mientras Sebastian se lo llevaba en brazos.
-Se ha pasado, señor sargento. Ni a Eren lo dejó tan chungo.
-¿Tú quieres que lo reconduzca sí o no?
-Sí, sí, pero si va a hacerlo así lo hago yo.
-¿También te sublevas soldado?
Bueenooo, ahora quiere darle caña a Sebastian. Ahí sí que pierdes, sargento.
-Estoy de acuerdo. A parte de que soy más alto, soy más fuerte. Ah, y soy un demonio. Gano por goleada.
-¡El pive Levi es mejor! –saltó un recluta desde la ventana.
-¿Cómo que pive? Eso se lo dices a tu coleguita en el recreo. Dos horas corriendo.
-Sí, señor…
Bueno, si Ciel sale de aquí tan obediente como ese chico… Divino, ¿no?
-Sí, aunque me da que el sargento lo tiene difícil.
Ciel se recuperó de la paliza que le metió su instructor y salió de la enfermería con ganas de encararse de nuevo con él.
-Ese gilipollas se va a enterar –mascullaba por los pasillos, seguido de Sebastian, que comía palomitas. Ya te vale, ¿no?
-El espectáculo acaba de comenzar. A ver el segundo asalto.
Sí, venga, saca la pancarta si quieres.
-En cuanto lleguemos donde el sargento, no te preocupes.
Ciel encontró a Levi mirando cómo corrían sus otros reclutas.
-¡Venga, nenazas, apretad el paso!
-Tú, metro sesenta –anda que empezamos bien-. De lo de antes te acuerdas…
No le dio tiempo ni a pegarle el primer puñetazo. Levi le pegó tal patada que Ciel salió disparado y chocó contra Sebastian.
-¿Ya, señor? Si no he podido ni sacar la pancarta.
-Métetela por el culo un rato…
Ciel volvió a la enfermería y, al salir, volvió a darle caña al sargento.
-Espere, antes de que le vuelva a pegar una paliza.
Sebastian cumplió su promesa y sacó la pancarta de tercer asalto.
-Anda que lo tuyo Sebastian –Ciel abrió la puerta del despacho de Levi, pillándolo limpiando.
-Me cago en la… -dijo el sargento bajándose del taburete en que estaba subido-. Ah, sois vosotros. ¿Qué coños queréis ahora?
-Yo quería preguntar por el entrenamiento, sargento –se adelantó Sebastian.
-Serás maricón… -dijo Ciel.
Levi se quitó el pañuelo de la cara y se acercó a ellos.
-Ah, cierto. Recluta Ciel, coge el KH-7 y ponte a limpiar tu cuarto.
-¿Pero qué mierda entrenamiento es ese?
-Estoy de acuerdo –corroboró Sebastian. No, una pelea entre vosotros sería demasiado-. ¿Por qué usar KH-7?
-¿Esa era tu única preocupación? –Ciel lo flipaba.
-Soy alérgico al amoniaco y al Cillit.
-A ver… -Ciel cogió el Cillit y espolvoreó un poquito en la cara del sargento, que empezó a estornudar como un descosío.
-Y luego se queja de que le pega, joven amo.
-Serás puta… *achús* *achús* A correr tres horas.
-Porque tú me lo digas.
Aun estando estornudando, Levi se situó delante de Ciel, quien viendo la que se le venía encima echó a correr con el sargento detrás.
-*achús* *achús* *achús* *achús*
-Creo que mejor me empiezo a llevar bien con el metro sesenta.
-¿Qué has dichooo? *achús*
No le gusta que le llamen bajito o enano.
-¿No me digas? ¿Me lo dices o me lo cuentas? Buaaaa, que me pillaaaaaa.
Demasiado tarde. Levi pilló a Ciel y lo agarró por el cuello de la camisa.
-Qué mala leche escribir que me pilla… -Ciel pataleaba en el aire.
Te aguantas, que aquí quien tiene el poder es el narrador.
-Me parece que tendré que hacer un entrenamiento más duro con usted, recluta Ciel.
Levi se llevó a Ciel a rastras.
-¡Sebastiaaan! ¡Que me quiere violar!
-No, descuide que el sargento le hace de todo menos violarle.
-Buuuaaaaa.
Levi y Ciel desaparecieron dentro de las instalaciones durante horas. A ver si con suerte sale convertido el niño.
-Sí… Le haría un monumento crisoelefantino al sargento.
¿Por qué se llama crisoelefantino al mármol con oro? No sé, suena a elefante, es mu raro.
-¿Y eso a qué viene?
Tú eres más viejo que Matusalén, deberías saberlo.
-Soy viejo, no una enciclopedia con patas.
La puerta se abrió. Ciel y Levi salieron al exterior, uniformados. Le sienta bien el uniforme.
-Sí, le hace más nena de lo que ya es.
En cuanto llegaron con Sebastian, Ciel hizo el saludo militar.
-¡Ellos son la presa y nosotros los cazadores!
-Ale, ya lo tienes reparado –dijo Levi.
-¿Qué ha hecho para convertirlo? –preguntó Sebastian, fascinado con el resultado.
-Sencillo, me lo quedé mirando un par de horas mientras temblaba en un rincón y luego fuimos a tomar un té y le di conversación. Soy muy conversador.
………………………
Pueess, no lo parece.
-Ya está entrenado y a prueba de Titanes –Levi le dio una palmada en la espalda a Ciel-. Así si os atacan sabrá defender su mansión.
-Sí, bueno, este defendiendo la mansión de los Titanes tiene mucho peligro. Menudo arte tuvo la última vez que nos atacaron.
-Si quieres puedo hacer que mejore su técnica.
-Na, con que dejara de ser tan hijo de puta como antes era suficiente –dijo Sebastian tirando de Ciel.
-Cualquier cosa, aquí estoy.
Suena a que se aburre mucho.
-Ay, qué mono, me lo dice alguien que me llega a la altura del paquete.
-¿Perdona? –la vena de Levi empezó a hincharse. Sebastian, has liberado a la bestia.
-Pero es verdad. Es tan mono y tan bajito. ¿Qué pasó? ¿Te ensuciaste un día tanto que te metiste en la lavadora con la ropa puesta y todo y encogiste?
Levi le propinó una patada en los huevos, haciendo que Sebastian se doblara de dolor y rodara por el suelo. Si hasta tú lo has dicho, que te llega a la altura del paquete.
-Mierda puta…
-Bueno, iros a mamarla a otra parte –dijo Levi dándose la vuelta.
Sebastian y el servicio… El… ¿Y el servicio?
-En las cocinas, pelando patatas con los otros –respondió Levi.
-Voy a por ellos y las maletas y nos vamos –dijo Sebastian, andando como chiquito de la calzada-. Au, cómo duele… Mis huevos…
Sebastian fue a las cocinas, donde el servicio había hecho buenas migas con los soldados y estaban jugando a la Brisca y tomándose un anís.
-No lo digas muy alto que se lo hemos mangado al sargento –dijo Bard.
-¿No podemos jugar a otra cosa? –preguntó Connie.
-No, que nos vamos ya.
-Ooooh… -dijo el servicio levantándose.
Aquella noche la pasaron en la mansión…
-¡Sebastian, imbécil, maricona de mierda!
Y me da que van a tener que volver donde Levi.
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